Guillermo de Ockham y la pandemia
Jorge Gillies es Académico de la Facultad de Humanidades y Tecnologías de la Comunicación Social UTEM.
Guillermo de Ockham fue un sacerdote franciscano y filósofo que vivió en Inglaterra entre 1285 y 1347. En una de sus obras planteó una teoría vigente hasta ahora, la llamada “Navaja de Ockham”, según la cual en una discusión científica se impone por lo general la alternativa más evidente y simple y no la más sofisticada.
La actual discusión en torno a la pandemia del COVID-19 nos remite a este principio, por cuanto hay numerosas personas que ante la evidencia de una crisis sanitaria global prefieren apelar a oscuras conspiraciones, con propósitos poco claros. Y ello ocurre desde diversos sectores políticos.
En grupos conservadores, con el apoyo de líderes como Trump y Bolsonaro, son recurrentes las acusaciones y manifestaciones en defensa de las libertades que estarían siendo restringidas a propósito mediante las medidas de confinamiento.
Por su parte, en sectores de izquierda ha resurgido la tesis sostenida a comienzos de la pandemia en el sentido que ésta sería una conspiración del sistema para mantener recluidos a sus opositores, frenando las protestas en su contra. ¡Como si el sistema no fuese el principal perjudicado con la crisis, lo que es de toda evidencia ante el descalabro de las economías a nivel global!
Otra variante de las teorías conspirativas es la idea que el virus fue implantado conscientemente por alguna potencia para debilitar a otra. Bastan dos dedos de frente, sin embargo, para darse cuenta que en el mundo actual no se pude inocular algún tipo de agente patológico en un lugar sin que éste se expanda en pocas semanas en todo el planeta.
La evidencia indica, en cambio, una y otra vez que somos seres biológicos que estamos a merced de este tipo de pandemias, las que incluso han sido más frecuentes durante los últimos cincuenta años a raíz de la creciente internacionalización y globalización imperantes.
Aplicar la Navaja de Ockham es, entonces, la mejor receta para enfrentar la dura situación de cuarentena y las inevitables medidas de desconfinamiento que llegarán, que exigen la mayor responsabilidad y consciencia de parte de todos. Las teorías conspirativas no sólo no ayudan, sino que son derechamente dañinas en ese sentido.