Nanodepartamentos: cómo asegurar el bienestar de los usuarios
Para construir cualquier edificación, es necesario pasar por permisos municipales, por lo que podríamos suponer que, tanto su cálculo estructural como su diseño arquitectónico, cumplen con el plan regulador de la comuna. La duda que me surge es si aquel plan regulador, ¿considera la armonía del sector y la calidad de vida de los usuarios?
Mónica Torres es Directora Ingeniería Civil, Universidad San Sebastián
Hace algunos días vimos la noticia del apodado “edificio Waffle”, el cual no dejó indiferente a nadie por el tamaño de sus departamentos y, sobre todo, por el mínimo ancho del edificio. Pero los llamados “nanodepartamentos” no son algo nuevo, pues hace casi dos décadas existen en la oferta inmobiliaria nacional, con dimensiones menores a 30 m2 (recordados son los “guetos verticales” en Estación Central).
La mayoría de los compradores de estos departamentos son inversionistas, que buscan obtener rentabilidad de sus fondos, pensando tanto en el alza del valor del m2 construido, como en el valor de las rentas y la rápida velocidad de ocupación, que se ha mantenido pese a la pandemia.
Pero no debemos olvidar, en este edificio y en otros de características similares, el factor conocido como “habitabilidad” y el bienestar de sus usuarios. ¿Cómo es la calidad de vida de los habitantes de los nanodepartamentos? La respuesta se relaciona directamente con la cantidad de personas que habiten cada unidad, y con las mantenciones que tanto la inmobiliaria, la comunidad y los habitantes realicen para no tener edificios sobreexigidos y prontamente deteriorados.
Para construir cualquier edificación, es necesario pasar por un proceso tedioso de permisos municipales, por lo que podríamos suponer que, tanto su cálculo estructural como su diseño arquitectónico, cumplen con el plan regulador de la comuna en que está ubicado. La duda que me surge es si aquel plan regulador, ¿considera la armonía del sector y la habitabilidad y calidad de vida de los usuarios?
Los nanodepartamentos ya están instalados en Chile. Ahora sólo nos queda, desde un punto de vista ético, garantizar como sociedad que la calidad de vida de los habitantes del país no se vea deteriorada.