Reformas al Banco Central
Una reforma sería modificar la estructura y gobierno del Banco Central para que se acople plenamente a la democracia y deje su origen autoritario en el pasado.
Carlos García es Economista, académico Universidad Alberto Hurtado
La defensa sobre la independencia del Banco Central ha estado rodeada de afirmaciones que están lejos de corresponder a un análisis desapasionado, más bien es una defensa cerrada a la autonomía existente, como si la única alternativa a ésta fuera volver a un Banco Central supeditado a las necesidades de financiamiento del Gobierno.
Para comenzar, debemos recordar que nuestra autonomía con metas de inflación es una invención muy a la chilena, con elementos rígidos y poco democráticos heredados de la dictadura militar en los objetivos y organización del Banco Central, y con una política monetaria que en la práctica sigue de cerca las políticas desarrolladas en países que pensaron la autonomía y sus objetivos en regímenes plenamente democráticos.
Así se debe reconocer que nuestra política monetaria ha funcionado con diversos objetivos, inflación y actividad económica, y en ocasiones también cambiaria. A pesar de la creencia popular, el Banco Central no solo ha buscado mantener una inflación baja– la estabilidad de la moneda – sino también ha estado permanentemente preocupado por el crecimiento de la economía. Al respecto, se han cometido importantes errores cuando se ha olvidado este objetivo, por ejemplo, en el caso de la crisis asiática, y aciertos como fue la reducción de las tasas de interés a casi cero para enfrentar la crisis internacional de 2008 y la del COVID- 19.
Estos casos muestran que varios de los éxitos o errores de nuestra política monetaria han sido producto de un objetivo implícito: el de actividad. Sin embargo, el cumplimiento de este objetivo dependió de la buena voluntad de los consejeros y no de un mandato formalmente establecido, como es definido abrumadoramente en otros bancos centrales de otros países (Nueva Zelandia, Canadá, Noruega, Australia, etc.). Por tanto, una primera propuesta razonable de cambio a la Ley Orgánica del Banco Central debe ser incluir la actividad como un objetivo explícito.
Un argumento adicional es reconocer que el objetivo, la estabilidad de la actividad, está relacionada directamente con la estabilidad financiera más allá del normal funcionamiento de los pagos internos y externos. En efecto, los períodos de exuberancia en los mercados financieros, de deuda y de activos se correlacionan con períodos de crecimiento económico desmedidos. Tenemos la experiencia de la crisis internacional de 2008 en los países desarrollados, y en nuestra propia historia tenemos la severa crisis de la deuda externa de 1980 que fue antecedida por años de alto crecimiento financiado con endeudamiento externo.
Una segunda reforma es modificar la estructura y gobierno del Banco Central para que se acople plenamente a la democracia y deje su origen autoritario en el pasado. Las buenas prácticas internacionales indican que se necesitan reformas que aumenten el número de consejeros, incluido varios consejeros externos, separar las funciones de administración del banco de las decisiones de política monetaria, una transparencia y accountability absoluta y, finalmente, una rotación más alta de todas las autoridades, ya que, sin duda, que consejeros duren 10 años es un exceso del pasado.