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Actualizado el 18 de Junio de 2021

Una mirada sobre la elección de gobernador de la Región Metropolitana

La noche del 13 de junio, tras el resultado electoral en la Región Metropolitana, pudimos ver algunos gestos políticos y humanos sorprendentes de algunos líderes políticos. Sin embargo, lo que más llamó la atención fueron tres reacciones relevantes.

Orrego Región Metropolitana Claudio Orrego, de la DC, fue quien resultó electo como el primer gobernador de la Región Metropolitana. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Patricio Latapiat es Embajador (R)

El domingo 13 de junio, se llevó a cabo la segunda vuelta de la elección de gobernador de la Región Metropolitana, a la par que, en otras regiones del país, en este caso, con aproximadamente un 80% de abstención del padrón electoral. Los contendores, Claudio Orrego, del Partido Demócrata Cristiano, apoyado en esta segunda vuelta electoral por la centroizquierda y los partidos de la ex Concertación y sus derivados, junto a los votos a regañadientes de la centroderecha y la derecha en general; versus Karina Oliva Pérez, apoyada por el Frente Amplio, el Partido Comunista, Apruebo Dignidad y el espectro de la izquierda más dura, por no quedarle otra opción. En definitiva, vimos una vez más la tradicional contienda entre los dos grandes bloques o corrientes de opinión que ya caracterizan los comicios electorales en Chile, dándose a su vez, según cada cual, el tener que optar finalmente por el que a su juicio representa el mal menor para el país, en este caso para la región. Será este resultado en la Región Metropolitana el reflejo de lo que podrá ser la futura elección presidencial.

La noche de ese 13 de junio, tras el resultado electoral en la Región Metropolitana, pudimos ver algunos gestos políticos y humanos sorprendentes de algunos líderes políticos. Por una parte, representantes de los sectores de derecha reconociendo el triunfo electoral de Claudio Orrego, casi balbuceando tímidamente su aporte electoral al resultado obtenido y casi desconociendo por un torpe silencio que éste se obtuvo no sólo por los votos de la derecha en general en las comunas del sector oriente de la Capital, sino que también por los que aportaron en todas las comunas de la Región Metropolitana. Por otro lado, observamos la reacción del sector de la centroizquierda, del Frente Amplio y del Partido Comunista, trasluciendo finalmente las profundas diferencias existentes entre los mismos.

Sin embargo, lo que más llamó la atención fueron tres reacciones relevantes. La primera, el silencio ensordecedor e inexplicable del Jefe de Estado tras conocerse los resultados finales del proceso electoral de los gobernadores regionales en todo el país, hecho histórico por tratarse de los primeros gobernadores elegidos democráticamente en Chile. Sin duda, el Primer Mandatario recibió una nueva derrota aplastante, en la que él, y sus asesores directos, no dejan de tener una buena cuota de responsabilidad. Empero, pese a eso, el estadista se habría sobrepuesto a la amargura de la derrota y habría sabido elogiar la trasparencia de todo el proceso electoral y reconocer hidalgamente el triunfo de las nuevas autoridades regionales, que representan una esperanza hacia una verdadera regionalización, dando paso a una participación activa de quienes habitan las distintas regiones del país en las decisiones, proyectos y acciones en beneficio del desarrollo regional integral, el que sin duda potenciará el desarrollo integral de toda la nación.

La segunda reacción se relaciona a las palabras de la presidenta de la Democracia Cristiana, Carmen Frei. Sus declaraciones nos dieron la impresión de que se debían al triunfo del que fuera un gran líder político nacional y ex Presidente de Chile, Don Eduardo Frei Montalva, o bien, del gran Presidente de la transición democrática, Patricio Aylwin, tiempos en los que la Democracia Cristiana contaba con una militancia desbordante, a diferencia de la realidad vivida en los últimos tiempos, en las que por desgracia para el país se le ve agotada, desperfilada y poco cristiana. Lo que lleva a plantearse la interrogante sobre si la Democracia Cristiana seguirá siendo la bisagra minoritaria entre las grandes corrientes de izquierda y la derecha, jugando la mayor de las veces el papel de cortesana para obtener prebendas del gobierno de turno, o bien, obteniendo triunfos electorales gracias a terceros y no por su propio mérito. Los padres fundadores de la DC, hombres y mujeres de bien, plenos de nobles ideales y de un accionar en aras del bien común, hoy deben estar revolcándose de tristeza en sus tumbas al ver su obra casi del todo destruida y, por qué no decirlo, desvirtuada.

Finalmente, la tercera reacción, alude a las palabras de Claudio Orrego, el gobernador electo de nuestra Región Metropolitana y un caballero a carta cabal, quien al agradecer a todos los votantes de su sector y hacer un llamado a la ciudadanía a trabajar juntos para realizar los cambios que se requieren y fortalecer iniciativas de interés común, fue incapaz de tener el gesto noble de agradecer también a los electores de la derecha que consolidaron su triunfo. Fueron los periodistas y analistas políticos, quienes de una y otra forma, prácticamente le obligaron a reconocer esa realidad y a balbucear unas tímidas palabras de reconocimiento y gratitud. Doble error, porque ensombreció lo que había sido su accionar durante toda su campaña electoral, con una mirada de caballerosidad, inclusión y carente de odiosidades. Quizás, olvidó que en los próximos comicios electorales podrían ser esos mismos votos de la derecha los que, por distintos motivos, puedan contribuir al triunfo de un candidato o candidata de la centro izquierda, tal como ha sido en las elecciones presidenciales del pasado reciente.

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