¿Trabajadores y guardianes? Relaciones laborales en la era de la Inteligencia Artificial
La inteligencia artificial no solo está transformando los trabajos, sino también el cómo los trabajadores inciden en el propósito y las estrategias de las empresas. Este poder emergente de los empleados podría ser la punta del iceberg de un proceso de transformación empresarial que veremos con mayor fuerza en el futuro.
Jorge Fábrega es director en Tendencias Sociales de Datavoz y académico del Centro de Investigación de la Complejidad Social - UDD. @jorgefabrega
Se ha escrito extensamente sobre cómo la Inteligencia Artificial (IA) volverá obsoletos muchos oficios y cambiará muchos otros. Pero hay más: también cambiará algunos roles de los trabajadores en su relación con la empresa. Y ya está aconteciendo.
El pasado 4 de junio, un grupo de 13 actuales y pasados trabajadores de empresas tecnológicas como OpenAI y Google DeepMind escribieron una carta abierta sobre el derecho de los trabajadores a advertir a la sociedad sobre prácticas potencialmente perjudiciales para la sociedad que ocurran en la empresa, aunque éstas no sean ilegales (https://righttowarn.ai/). En su carta, exigen que las empresas tecnológicas no puedan celebrar acuerdos que prohíban las críticas internas. Además, piden que faciliten procesos anónimos para que los empleados puedan advertir a los directorios, reguladores u otras organizaciones sobre potenciales riesgos para la sociedad de lo que acontece dentro de ellas. Como si lo anterior fuera poco, los firmantes solicitan que las propias empresas apoyen una cultura de crítica abierta y que no tomen represalias contra empleados actuales o anteriores que compartan información confidencial sobre esos riesgos si todas las instancias formales previas de advertencia hubieran fallado.
Tan solo imaginar una carta así hace 10, 15 o 20 años habría generado carcajadas en círculos empresariales. Pero estamos hablando de empresas muy especiales. En una de ellas, OpenAI, en noviembre pasado, 500 de los 770 trabajadores de la empresa amenazaron con renunciar si el CEO recién despedido no era reubicado ¿Risas? Para nada; lograron revertir la decisión. No solo Sam Altman volvió a la empresa, sino que la junta directiva fue modificada. ¿Cuándo se había visto algo así? No tengo antecedentes de un poder de los trabajadores de una empresa privada de ese nivel. Pero ¿qué motivó a esos trabajadores para esa rebelión? ¿una promesa de mejores sueldos o condiciones que habría hecho Altman y no quisieran perder ahora que estaba despedido? Nada de eso. No se trataba solo de revertir una decisión de la junta directiva, sino de proteger la misión y objetivos de la empresa. Esto es algo nuevo.
Este fenómeno va más allá de la negociación tradicional por beneficios laborales mediante sindicatos y toca el propósito mismo de la existencia de una empresa. Cuando trabajadores altamente especializados reclaman sus derechos a denunciar prácticas de la empresa sin sufrir represalias, están motivados por un deber ser. Se están poniendo a sí mismos en la posición de fiscalizadores internos de las compañías para que cumplan su misión no solo hacia sus dueños, sino también hacia la sociedad en su conjunto.
Este cambio en el propósito del trabajo en las empresas se hace noticia hoy mediante los cambios acelerados de las empresas tecnológicas, pero mañana – no lo dudo – se extenderá a otras industrias y organizaciones. Estos cambios parten en los sectores laborales donde los trabajadores poseen alto capital humano porque son los que pueden reubicarse más fácilmente, pero una vez que esa cultura organizacional se instala, se expande.
Sabemos que las nuevas cohortes de trabajadores ya no solo buscan mejorar sus condiciones laborales, sino también encontrar sentido de destinar su tiempo a las organizaciones a las que se unen. Y en ese marco general, erigirse como guardianes de los objetivos y funciones públicas de las empresas aparece como un objetivo trascendental al cual acoplarse. Si este tipo de motivaciones se expande y los trabajadores desempeñan un rol más activo en la supervisión ética de sus empleadores, se abrirá una nueva etapa en el mundo de las relaciones laborales.
En conclusión, la inteligencia artificial no solo está transformando los trabajos, sino también el cómo los trabajadores inciden en el propósito y las estrategias de las empresas. Este poder emergente de los empleados podría ser la punta del iceberg de un proceso de transformación empresarial que veremos con mayor fuerza en el futuro. Las empresas deben estar preparadas para adaptarse a esta nueva realidad, donde el bienestar social y los valores éticos son tan importantes como los beneficios económicos.