Fraude en Venezuela y el remezón en Cuba
La huida de los cubanos en el aeropuerto de Caracas es una señal contundente, que a pesar de la represión, el cambio en Venezuela es inevitable… y los cubanos así lo han entendido.
Patricio Gajardo es analista político.
En el aeropuerto de Maiquetía, de Caracas, una gran cantidad de pasajeros apilan maletas, bultos y equipaje de manos en gran cantidad. Es una verdadera estampida. “Se van los cubanos”, susurran dos venezolanos que recorren el aeropuerto. No da la impresión de que vuelvan luego, no es una ida y vuelta a La Habana como siempre ha sido. Es una señal poderosa que la crisis generada por las elecciones del 28 de julio está remeciendo los cimientos de la relación entre La Habana y Caracas.
El contexto de estos vuelos se enmarca en una profunda crisis que sacude a la nación sudamericana después de que el domingo, el oficialismo, encabezado por Nicolás Maduro, se atribuyera la victoria en las elecciones, sin permitir acceso al conteo final de las actas de votación.
La enorme influencia que Cuba ha logrado ejercer en Venezuela desde la llegada de Chávez al poder es uno de los acontecimientos geopolíticos más sorprendentes.
Venezuela es nueve veces más grande que Cuba, tiene el triple de población y su economía es cuatro veces mayor. El país alberga las principales reservas de petróleo del mundo. Sin embargo, algunas funciones cruciales del Estado venezolano o han sido delegadas a funcionarios cubanos o son directamente controladas por La Habana. Y esto, el régimen cubano lo conquistó sin un solo disparo.
Los motivos de Cuba son obvios. La ayuda venezolana es indispensable para evitar que su economía colapse. Tener un gobierno en Caracas que mantenga dicha ayuda es un objetivo vital del Estado cubano.
Como ha documentado Cristina Marcano, una periodista que ha investigado ampliamente este tema, funcionarios cubanos controlan las notarías públicas y los registros civiles de Venezuela. También supervisan los sistemas informáticos de la presidencia, ministerios, programas sociales, policía y servicios de seguridad, así como la petrolera estatal PDVSA.
Y luego está la cooperación militar. El ministro de Defensa de un país latinoamericano contó lo siguiente: “En una reunión con oficiales de alto rango de Venezuela, llegamos a varios acuerdos de cooperación y otros asuntos. Entonces tres asesores, con inconfundible acento cubano, se incorporaron a la reunión y se dedicaron a cambiar todo lo que habíamos acordado. Los generales venezolanos estaban avergonzados, pero no dijeron una palabra. Estaba claro que los cubanos llevaban la batuta”.
¿Por qué el gobierno venezolano permitió esta intervención extranjera tan abusiva? La respuesta es Hugo Chávez. Durante sus 14 años en la presidencia, disfrutó de un poder absoluto gracias al control que ejercía sobre cada una de las instituciones que podrían haberle impuesto límites o exigida transparencia, ya fueran los tribunales o la asamblea legislativa.
Dejar entrar a los cubanos fue una de las expresiones más contundentes de ese poder absoluto que gozó Chávez.
Maduro, hombre de confianza de Cuba, consolidó esa dependencia, a pesar de la brutal crisis económica que ha vivido Venezuela. El régimen venezolano nunca ha dejado de enviar barriles de petróleo a Cuba.
Luego de estallado el fraude, cuatro vuelos no programados despegaron desde La Habana. No se conoce que llevaban, ni los pasajeros, pero resulta evidente que en la represión en que se ha sumido el país, los cubanos han tenido una presencia activa, tanto en las detenciones como en las estrategias de intimidación a los opositores.
Por su parte, Cuba se balancea en el peor de los mundos. Los apagones constantes, símbolo si se quiere en extremo gráfico de la decadencia del modelo, son el gatillo de una furia popular que desborda a un régimen envuelto en el desconcierto.
La huida de los cubanos en el aeropuerto de Caracas es una señal contundente, que a pesar de la represión, el cambio en Venezuela es inevitable… y los cubanos así lo han entendido.