Juan Carlos Cruz sobre obispo de Osorno: “Barros estaba cuando Karadima abusaba de mí. Él se tocaba y besaba con Karadima”
El periodista -y una de las víctimas del sacerdote Fernando Karadima- no para. Tras la reciente designación de Juan Barros como obispo de Osorno, Juan Carlos Cruz fue uno de los primeros en protestar. Luego de no ser escuchado por los máximos jerarcas de la Iglesia, Cruz revela detalles de esos oscuros días que compartió con Barros en la parroquia El Bosque. Días que, según él, convirtieron al ahora obispo en "encubridor" de esos abusos.
“Tengo mucha mierda que botar”, dice Juan Carlos Cruz desde Washington, Estados Unidos. Y es que para él la Iglesia chilena está lejos de asumir y denunciar los casos de abuso sexual que protagonizaron sus sacerdotes, siendo los cardenales Francisco Javier Errázuriz y Ricardo Ezzati, y el obispo de Osorno, Juan Barros, los principales responsables de encubrir los delitos. Sobre ellos dice que son la “escoria” de la Conferencia Episcopal y apunta que “la Iglesia jamás ha preguntado si necesitamos ayuda psicológica o si necesitamos algo”.
-¿Por qué hiciste pública la carta que enviaste al Nuncio apostólico?
-Porque cuando vi la carta del Papa que decía que los obispos no debían encubrir casos de abuso sexual y cuando veo que Ricardo Ezzati y Francisco Javier Errázuriz jamás han permitido que nosotros nos juntemos con el Nuncio a mí me pasa una cosa tremenda: veo a un Papa que dice cosas muy buenas, pero que hace todo lo contrario. Él habla de tolerancia cero a los abusos, pero ¿a quién tiene a su comité de obispos cercanos? Nada menos que a Errázuriz que ha sido un criminal encubriendo abusos. ¿A quién eleva de cardenal? A Ezzati que no solo encubrió el caso de nosotros, si no que también el caso de tres salesianos. Y ahora nombra como Obispo de Osorno a Juan Barros. O sea la escoria de la Conferencia Episcopal.
-Sobre la designación del sacerdote Juan Barros como obispo de Osorno, ¿qué respuesta te dejaría satisfecho?
-Que no lo pusieran en el cargo. Pero quiero dejar en claro algo primero. Cuando hablo de Iglesia, no me refiero a toda la Iglesia. Uno se da cuenta que en la Iglesia hay muchos más curas buenos que malos. A mi me haría tremendamente feliz, como a mucha otra gente, se echaran para atrás con esa decisión y pusieran a otro, habiendo tanto cura bueno que hay ahí. ¿Por qué tienen que mandar a gente mala? La Iglesia necesita renovación, pero como son anquilosados en el poder se cubren las espaldas entre todos.
-Tú denuncias que Barros “hizo todo el trabajo sucio de Karadima”, ¿cuál es el relato que sustenta tu denuncia?
-Yo conozco a Juan Barros desde 1980, cuando yo era seminarista en la parroquia de El Bosque. Desde esa época Juan Barros está haciendo el trabajo sucio a Karadima. Por ejemplo, gente que Karadima quería destruir, Barros ayudaba y aparte Juan Barros le contaba todo sobre lo que estaba pasando en la arquidiócesis, entonces Karadima siempre iba un paso adelante para escalar en el poder. Después, cuando Francisco Gómez entregó una carta a Barros diciendo que en El Bosque se cometían abusos, detallando todo, Barros logró que eso nunca llegara a las manos del cardenal Fresno para que no castigaran a Karadima.
-¿Qué casos de abuso encubrió Barros?
-En mi caso personal, Barros estaba parado ahí en la puerta cuando Karadima abusaba de mí y de otros. También él se tocaba y se besaba con Karadima. Además me violaron el secreto de confesión. Se concretó a través de Barros que escribieron una carta al cardenal y al rector del seminario para que me echasen por homosexual. Solamente Karadima sabía, en secreto de confesión, ese tema. Es un hombre absolutamente nefasto. Esto lo viví y lo oí en primera persona. Barros sabía todo lo que nos hacía Karadima. Jimmy (Hamilton) lo dijo en un artículo también.
-¿Juan Barros te pedió que mantuvieras silencio?
-No porque se daba por entendido que yo nunca iba a decir nada. Cuando yo veía todo esto, cuando tenía 16 años, se asumía que uno siempre se iba a quedar ahí. Pero si alguien se iba le destrozaban la honra. Como Karadima sabía cosas mías en secreto de confesión y no podía hablar, se lo contó a Juan Barros y él escribió una carta a las autoridades para que me echaran.
-¿Cómo hacía ver Juan Barros estos hechos?
-Es que nos pasaba a todos en diferentes grados. Para ellos lo que hacía el ‘curita’ o el ‘santo’, como se le decía al padre Fernando, era algo paternal. Ahora me muero de asco, me da pena y vergüenza.
-¿Cuál era la estructura de la protección a Fernando Karadima?
-La red de protección llegaba hasta las más altas esferas: desde los cardenales anteriores a Francisco Javier Errázuriz, los obispos de El Bosque, más los empresarios, los generales de Pinochet. Yo nunca he visto una red de protección tan grande.
-Qué sacerdotes tenían conocimiento de estos hechos y aún no han asumido su responsabilidad?
-De los curas están Juan Esteban Morales, Diego Ossa, pero lo más grave son los obispos actuales que sabían de esto: Juan Barros, Horacio Valenzuela, Andrés Arteaga y Tomislav Koljatic. El que se hace el leso, pero también sabe todo es Felipe Bacarreza.
-Hay casos en que la Iglesia tiene conocimiento de esto, pero no los denuncia ante la justicia como el caso de Francisco José Cox que se fue a vivir a un monasterio de Schoensttat. ¿Qué tiene que pasar para que eso cambie?
-Bueno y lo ayudó su íntimo amigo Francisco Javier Errázuriz, amigos de siempre. Lo sacaron calladito de La Serena. Si no remecen los casos que han habido hasta ahora no sé qué va a remecer a la Iglesia. Yo quiero creer en el Papa, pero él tiene un dóble estándar. El Papa habla una cosa, pero hace otra y lo vemos en el caso chileno. John O’reilly está condenado por la justicia, será una que a uno no le guste, pero ahí está él caminando como cura. La Iglesia no ha tomado ninguna medida contra él, entonces ¿cómo explicas eso de tolerancia cero?
-Cristián Precht cumple una condena canónica por abuso. ¿Es suficiente para una víctima que el abusador cumpla pena eclesiástica, pero no judicial?
-Esto tiene que ser no solo una cosa canónica, porque sabemos que la justicia canónica es una risa, aquí tiene que haber justicia civil. En Filadelfia, donde vivo, hay como 34 curas presos y al vicario general, que era quien cambiaba a los curas abusadores de lugar, le dieron por encubrirlo 6 años de cárcel. En Chile estamos a años luz de eso.
-¿Qué responsabilidad tiene el cardenal Ezzati frente a estos temas?
-Ezzati es absolutamente responsable, pero tiene cero autoridad moral por todo lo que ha encubierto, por todo lo que no ha hecho y el daño que ha causado a las víctimas. La Iglesia jamás ha preguntado si necesitamos ayuda psicológica o si necesitamos algo.
-Este fin de semana te vas a reunir en México con víctimas de Marcial Maciel. ¿Cuál es el propósito?
-Ver qué más podemos hacer. Esto no es una situación chilena, aunque en Chile está totalmente exacerbado porque tenemos a un criminal en el comité del Papa, pero esta situación se vive en muchos lugares de latinoamérica. Tenemos que hacer algo y teniendo un Papa argentino tiene que preocuparse de su continente.
-Son víctimas que hoy en día están más empoderadas para hacer denuncias. ¿Sería un objetivo llegar al Vaticano con los testimonios?
-Es tal el poder que existe, la mafia y protección entre ellos, que no importa cuántas cartas mandes al Vaticano. Rara vez pasa eso cuando el Papa llamó al chico de Granada y le pidió perdón por los abusos. Eso me parece bien, pero somos miles de gente que ha sido abusada. Hay que tomar medidas drásticas y no nombrar a encubridores en altos cargos.
-¿El director o los guionistas de El Bosque de Karadima se contactaron contigo en la etapa de investigación?
-Sí, con Matías Lira, el director de El Bosque de Karadima. Me junté con Luis Gnecco y con algunos de los actores y les conté todo mi caso para que pudieran reflejarlo.
-Esa película y El Club abordan justamente los abusos de sacerdotes. ¿Qué te parece que el cine chileno haga eco de estos hechos?
-Me alegro. Los que no creen, y que gracias a Dios no han vivido lo que vivimos nosotros, van a poder ver lo que se sufre. Espero que Pablo Larraín gane el Oso de Oro, me alegro que estén contando una verdad que antes no se podía contar, que vean la realidad y la crueldad de lo que es el abuso sexual en la Iglesia.