Marcelo Rozas, el histórico DC vinculado al “gutismo” que aparece en la nómina de boletas de SQM
El ex embajador en República Checa participó en los ochenta en “los salvadoreños”, un grupo de militantes DC que asesoraron -supuestamente con el apoyo de la CIA- al presidente José Napoléon Duarte en El Salvador. Aunque se encuentra alejado de la contingencia partidaria, fue cercano a Gutenberg Martínez y mantiene contacto con otro de los políticos relacionados al caso: Roberto León, cuyo hijo también aparece en la lista.
La sombra del Caso Penta parece comenzar a cubrir tímidamente a la Nueva Mayoría. Y aunque el conglomerado oficialista espera que sólo sea un nube que cruce rápido, hay otros que suman varias razones para estar tranquilos: la sola revelación de los nombres involucrados en una nueva arista investigada por el fiscal Gajardo, que aún no comprueba delito alguno, puso señales de alertas.
Son diecinueve personas las que están siendo investigadas, quienes emitieron boletas de honorarios por más de un millón de pesos para SQM en julio de 2009, año de elecciones presidenciales y parlamentarias. La sospecha esa: que Soquimich haya ocupado el mismo sistema usado por el Grupo Penta para financiar ilícitamente campañas políticas.
Entre los nombrados está la ex jefa de gabinete de Fulvio Rossi, Mariela Molina; el hijo del diputado DC, Roberto León; además de Michelle Reymond y Daniel Rozas, esposa e hijo del ex embajador de la Democracia Cristiana, Manuel Rozas. Mientras la boleta del hijo de Rozas es de $2.500.000, la de su madre es de $2.222.222. En tanto, Rozas tiene una boleta por el mismo monto que la de su esposa. En la DC dijeron que hay que esperar las investigaciones y que no hay que adelantar juicios. Pero los nombres afectan el corazón de un importante sector del partido.
Tanto Rozas como León están vinculados al líder de la DC, Gutenberg Martínez. Y aunque el ex embajador de República Checa está alejado de la vida partidaria hace años, según militantes mantendría una amistad con el diputado vinculado al caso y sigue siendo considerado un militante histórico y controvertido en el partido.
Su militancia ha estado marcada principalmente por su abrupta salida del cargo de embajador en República Checa, su rol en la radio Balmaceda, el escándalo del Carmengate y por haber participado en el polémico grupo de “Los salvadoreños”, un grupo de jóvenes DC que en los ochenta ayudó al presidente democratacristiano de El Salvador, Napoléon López ,con el supuesto apoyo de la CIA.
Rozas es filósofo de la Universidad Católica, y ya en los setenta era militante y cercano a Gutenberg Martínez. Después del golpe de Estado, cuando Martínez llegó a la presidencia de la JDC, Rozas quedó a cargo del contenido de la radio Balmaceda, dirigida por el partido.
En esa época tuvo sus primeros desencuentros con el sector “chascón” o progresista, que querían una oposición frontal a la dictadura. Pero Rozas, con el fin de que la radio no fuera cerrada por los militares, moderó el contenido que se emitía al aire. Y tal como consigna una publicación de la revista Cosas, optó incluso por dormir en la estación para que nadie burlara su control.
A fines de los setenta vino su etapa más misteriosa. En plena guerra fría, El Salvador estaba atravesando por una crisis política y entre las facciones que podían llegar al poder estaban las guerrillas de izquierda apoyadas por Cuba. Por eso, la DC internacional le pidió al dirigente chileno José Manuel Frittis que organizara un grupo para asesorar a José Napoléon Duarte, el candidato del partido para ganar las elecciones en el país. Entre los asesores escogidos por Frittis, estaba Marcelo Rozas.
Detrás de la operación, según diversos informes desclasificados, estaba la CIA, que prefería la alternativa democratacristiana a la opción radical. Aunque nunca se comprobó, el rumor que se extendió en Chile es que los dirigentes eran financiados por el organismo de inteligencia y que actuaban bajo sus órdenes.
En los ochenta Rozas pasaba gran parte del año en El Salvador. Ahí asesoraba a partidos políticos y fundó algunos medios de comunicación. También viajaba a Estados Unidos, donde se juntaba con representantes políticos y hacía análisis sobre la situación internacional. Según revista Cosas, una vez se hizo pasar por periodista y se internó en Nicaragua para comprobar si la guerrilla en contra del sandinismo tenía nexos con el narcotráfico. Luego, con éxito, presentó su informe ante los representantes estadounidenses y fue felicitado.
En El Salvador, Rozas debía ir rodeado de guardaespaldas por su seguridad. Según testigos, el dirigente habría andado incluso con granadas y fusiles y, algunos señalan, habría sido víctima de un fallido atentado de bomba en contra de su vehículo. Fritis por su parte sufrió siete atentados de parte de milicias de izquierda. En una oportunidad, dispararon lanzacohetes a su departamento, con la suerte de que los guerrilleros erraron en el blanco y apuntaron a la casa de al lado, que estaba vacía.
Lo que nunca fue aclarado del todo es lo que sucedió cuando volvió a Chile, en su participación en el llamado caso “Carmengate”. El caso señalaba que sectores afines a Gutenberg Martínez habrían falsificado el padrón electoral para favorecer a la candidatura de Patricio Aylwin. En la prensa algunos militantes DC lo han nombrado como uno de los cerebros de la operación. Pero otros falangistas históricos han relativizado el escándalo, poniendo en duda la participación de Rozas y del gutismo en la operación. Otra versión es la que aparece en “La historia oculta de la transición”, libro de Ascanio Cavallo, donde el autor señala que las personas que fueron sorprendidas en los ficheros del padrón electoral del partido estaban sacando fichas que era irregulares en lugar de instalarla.
Luego de haber participado como asesor de Soledad Alvear en Cancillería, esposa de Gutenberg Martínez, su última actividad pública fue como embajador en República Checa. Y no fue menos polémica. En 2009, publicó una columna en la revista Capital donde criticaba irónicamente la cumbre progresista organizada por la entonces Presidenta Bachelet, calificando a estos encuentros como “una decadente izquierda sin ideas” y como “socialismo de balneario”. Además, habló de los políticos “Mery Poppins” que actúan como “niñeras de un país”. Acto seguido, la Presidenta le pidió la renuncia. En la DC no tuvo mayor respaldo. Y desde ahí, los militantes del partido aseguran que comenzó a alejarse progresivamente de toda actividad política, hasta el punto de no haber sido visto en años.
La relación con Soquimich
En 1989, Rozas entró a participar en la propiedad de la Revista Hoy, cercana a la DC. Según consigna el diario La Segunda, cuando la revista atravesaba por problemas económicos, recibió la ayuda financiera de Julio Ponce Lerou. Desde ahí que mantendrían una amistad, al igual que con Patricio Contesse.
Además, en el mundo político, Rozas habría sido cercano a Andrés Allamand, Juan Antonio Coloma y Hernán Larraín. Y habría formado parte del grupo München, con Burgos e Insulza, entre otros, con quienes se juntaba a comer los jueves. Actualmente vive en la Serena y estaría alejado de todos ellos. Entre sus amigos es conocido por ser un intelectual y lector voraz. Y según algunos militantes, podría estar aprovechando su alejamiento de la política para cultivar esa pasión.
Pero aunque no se ha comprobado ni insinuado ninguna irregularidad, su nombre en la nueva arista del caso Penta lo ha vuelto a traer a la primera línea. Un lugar al que hace años había renunciado.