La peculiar explicación de Gonzalo Rojas al odio del mundo contra Pinochet
El abogado e histórico pinochetista realiza un análisis del por qué, a su juicio, el Dictador chileno terminó siendo tristemente célebre en la historia.
La pregunta es categórica: “¿Por qué Augusto Pinochet es uno de los hombres más odiados de la Historia contemporánea?”. Esa premisa es la que marca una columna de opinión publicada hoy en El Mercurio, de puño y letra del licenciado en Historia y doctor en Derecho Gonzalo Rojas, acérrimo defensor del Dictador y su obra.
Dejando de lado su apasionada pelea contra la banda Quilapayún, tras su renuncia a la Universidad de Los Andes a causa de un tributo contra el conjunto, el abogado conmemora los 100 años del natalicio de Pinochet a través de una elaborada argumentación, de amplio contexto internacional.
Cada chileno, a juicio de Rojas, en su vida adulta se hace la consulta que marca este texto, titulado “En el centenario”. Luego propone un “camino” para entender el odio contra el Dictador, y plantea la respuesta. En el texto la palabra “comunista” es mencionada 10 veces. La palabra “allendista” una vez. Dos veces la palabra “marxista”. Una vez la palabra “libertad”. Una sola vez la expresión “gobierno militar”. Y por cierto: la palabra “Presidente” tiene una sola mención.
“Camboya, 1975. El comunismo de los Khmeres rojos se hace con el poder de modo brutal. Se consuma durante casi cuatro años uno de los procesos más espantosos de la historia mundial. Un millón seiscientas mil personas son asesinadas y hasta un total de 2 millones mueren por las políticas del régimen”, indica el historiador.
Luego menciona al “Castrocomunismo”, en 1974, Cuba: “Cumple 15 años en el poder. El dominio sobre la sociedad cubana, sobre su Iglesia, es total; la expansión guevarista de la revolución violenta por América y África ha tenido sangrientos éxitos y sangrientos fracasos”.
Sitúa un año después el régimen de Alemania Oriental, donde “el comunismo germano-oriental ejerce sobre la población el más cruel de los sistemas de opresión social. La vida de los otros es la vida del Estado, de la Stasi (servicio secreto de ese país). Hace 15 años que no es posible huir: un Muro impide el camino hacia la libertad”.
Su enumeración continúa con Vietnam, también en 1975, donde “el comunismo norvietnamita derrota toda resistencia y el país completo cae bajo su control. Saigón pasa a ser Ho Chi Minh, y Ho, aunque ya fallecido, es ‘el que ilumina’ la represión de todas las libertades”.
Rojas se traslada a continuación a África, a Angola específicamente, en el mismo año: “Tropas del comunismo cubano y soviético refuerzan a las milicias marxistas del MPLA (Movimiento Popular de Liberación de Angola). La guerra civil internacional dura años. Castro estima que es una excelente oportunidad de sacar a esas sociedades del tribalismo para llevarlas al socialismo”.
Nuevamentente en Asia, y de nuevo en 1975, menciona a Corea del Norte. “El misterioso comunismo de la Corea subyugada administra un sistema en que se complementan campos de seguridad, de regeneración, de trabajos forzados, zonas de deportación y zonas de dictadura especial. Solo en estos últimos campos hay unas 150 mil a 200 mil personas confinadas”.
A continuación habla de la Unión Soviética, pero regresa a 1973, donde “el inepto comunista Leonid Brezhnev lleva el presupuesto militar de la URSS a entre el 10 y el 12,5% de los gastos totales. La URSS está en guerra con el mundo. Acaba de perder, el 11 de septiembre de ese año, uno de sus botines más lejanos y atractivos: Chile. Un El Dorado para todo comunista de mirada universal. O sea, para todo comunista”.
En esta parte del texto, Rojas se hace una serie de interrogantes que implícitamente dan paso a la justificación al odio en contra de Pinochet. “¿Qué podía esperar el pueblo de Chile, que mayoritariamente pidió a sus Fuerzas Armadas que el proyecto allendista fuese derribado, sino el rechazo de todos los que en el mundo entero lo apoyaban desde la ideología y la praxis marxista? ¿Qué podía esperar el gobierno de Chile en 1973, 1974, 1975 -y en los años siguientes-, sino una constante agresión de quienes como Camboya y Cuba, Alemania Oriental, Vietnam y Corea del Norte, con la URSS a la cabeza, tenían completamente asegurados, tiranizados, a sus respectivos pueblos y podían dedicarse con especial intensidad y en el mundo entero al juego del odio y de la agresión?”.
Cerca del final del texto, Rojas ironiza planteando “¿Qué podía esperar el Presidente Augusto Pinochet de tan nobles acompañantes en el destino común de conducir a sus respectivas naciones, si en el mundo comunista había un excelente récord de países una vez conquistados y países después jamás perdidos?”.
A modo de conclusión, nuevamente el abogado pinochetista se hace una pregunta: “¿Qué pueden esperar ad infinitum todos los chilenos, civiles y militares, que pidieron, apoyaron, trabajaron, defendieron o al menos votaron por el gobierno militar, sino que el comunismo les prohíba decir la verdad y que, caso a caso, les aplique con la sutileza del tercer milenio, todos sus viejos métodos de penetración , control, prisión y exterminio?”.