Arzobispo de Concepción dispara contra el “proyecto de aborto libre” del Gobierno
Fernando Chomalí protagoniza un intelectual intercambio de cartas al director en El Mercurio con uno de sus columnistas estrella, el rector Carlos Peña.
“Aborto: ni santas ni heroínas”, se llama el primer asalto que inició un nuevo round de las cartas al director de El Mercurio. El también columnista de ese medio, el rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, abordaba desde la Filosofía diversos aspectos del proyecto que despenaliza la interrupción del embarazo, el que se verá desde Marzo en la sede del legislativo.
“(La iniciativa) no establece un permiso general para abortar, lo que establece es el derecho de la mujer para decidir hacerlo cuando enfrenta una ‘elección trágica’, una elección entre alternativas tan dramáticas que ningún observador imparcial podría resolver bien: si mantener o no el embarazo a sabiendas de que la vida extrauterina será imposible; si mantener o no el embarazo arriesgando su propia vida; si mantener o no en su vientre el fruto de una violación”.
Peña aborda luego un punto respecto de la presión se ejercería a una mujer: “si acaso una sociedad puede imponer coactivamente a las mujeres obligaciones que, bajo cualquier respecto, equivalen, por decirlo así, a actos moralmente heroicos, actos supererogatorios. Lo que el proyecto de ley establece es que no es correcto ni razonable que el Estado emplee sus medios coactivos para obligar a una mujer a mantener el embarazo en esas hipótesis. La razón es que ello significaría obligarla, con la amenaza de la fuerza estatal, a asumir una conducta supererogatoria, una conducta que va más allá del deber que los seres humanos podemos recíprocamente exigirnos”.
Luego pone en un mismo plano la donación de órganos o sangre para salvar la vida de otro (“incluso de un padre a su hijo”), que más bien no es obligatoria. Por tanto se pregunta “¿Por qué habrá de serlo soportar el fruto de una violación?”. Luego compara el embarazo en el caso de una violación a “la invasión de la propia casa por extraños muertos de hambre a los que si no se acoge, morirán, en los que la ley tampoco impondría la obligación de mantenerlos (y aceptaría, en cambio, que el dueño de casa los expulsara y quedara impune)”.
En ese sentido luego esboza una conclusión que apunta a que “no todo lo bueno es debido”: “la doctrina católica acepta completamente que no basta que algo sea bueno para que sea debido hacerlo. Abandonar los bienes y la familia y dejar todo atrás para seguir a Jesús es bueno, pero no obligatorio. La abstinencia, para un católico, es buena, pero casarse no es pecado. Así entonces, no todo lo que es bueno es obligatorio. Hay actos que tienen valor moral, pero que caen fuera de la idea del deber”.
La respuesta llegó al día siguiente, y este jueves 11 de febrero el padre Fernando Chomalí, arzobispo de Concepción, responde basándose en el título usado por Peña: “Santas y Heroínas”, en la que comienza con una alabanza a las madres, quienes hacen largas filas “en las cárceles para visitar a sus hijos presos para demostrarles su afecto a pesar del delito cometido, verlas temprano en la mañana yendo a trabajar por salarios miserables para darles de comer a sus hijos, verlas sacarse el pan de la boca para que estudien, me hace pensar que las mujeres en Chile son santas y heroínas”.
La apología que hace Chomalí se basa más en el corazón que en la razón, respecto de lo que una madre sería capaz de hacer por un hijo. Al centrarse en el punto del debate, indica que “estoy seguro de que todos aquellos que están a favor del aborto, es decir, la eliminación deliberada de un ser humano en el seno materno, darían su vida por salvar a su hijo ya fuera del vientre materno que corre grave peligro, sea este sano o enfermo”. A juicio del sacerdote, eso ocurre porque se le estaría dando “más valor” a un hijo fuera del vientre que adentro. “Cuando está fuera no puede decidir si su hijo vive o no; cuando está dentro, puede decidir. Esa es toda la discusión que se lleva adelante en el Congreso. Arbitrariedad pura”.
Luego, el padre cita a la ciencia en términos amplios, la que confirmaría “que fuera o dentro del útero materno estamos en presencia del mismo ser humano que se desarrolla en el espacio y el tiempo de manera gradual, continua y sin saltos cualitativos tales que podrían alterar su identidad y condición de ser, distinto de la nada, y humano, distinto a cualquier otra especie del planeta”.
Categóricamente, Chomalí precisa que “cuando una mujer está embarazada, dice lisa y llanamente: estoy esperando a un hijo”.
El negar el principio mencionado sería, de acuerdo al sacerdote, de orden ideológico. Por lo tanto, se postula a su juicio “que el derecho de la madre a decidir si sigue o no un embarazo es superior al derecho que tiene su hijo no nacido a seguir su desarrollo, como se nos permitió a cada uno de nosotros. Desde ese punto de vista, aunque lo nieguen los mentores del proyecto, el que está en el Congreso es un proyecto de aborto libre”.
Tras blindarse al plantear que no minimiza “situaciones muy dramáticas” (como una violación o inviabilidad del feto o el peligro de la vida de la madre), asegura que “nadie puede arrogarse el derecho a decidir qué vida merece ser vivida ni menos eximir a la sociedad toda de colaborar para que los más débiles y sus madres en casos delicados y complejos tengan la mejor atención médica, psicológica, social, económica, para que se haga todo lo humanamente posible para que no se elimine deliberadamente a un ser humano, como acontece con la ley que se pretende aprobar”.