El intelectual Cristián Warnken dedicó su última columna en El Mercurio al caso que ha acaparado la atención de la prensa en la última semana: la fuga del ingeniero comercial Rafael Garay del país y la presunta estafa que realizó a sus amigos, familia y sus inversionistas .
Con su habitual pluma reflexiva, el periodista se preguntó por qué han aparecido tantos casos de embaucadores en Chile en el último tiempo. “Ahí están Chang y Jadue, campeones del robo olímpico. O esa legión de opinólogos y asesores financieros de la televisión, que nos han invitado a hacernos ricos muy rápido, en matinales o programas en horario prime y de altos ratings. Algunos de ellos han llegado a ser candidatos presidenciales y contra varios pesan serias acusaciones judiciales”.
“Sumemos: Aspiracionalidad desmedida, una cultura facilista que privilegia derechos sobre deberes, una televisión farandulera sin umbrales éticos mínimos, todo eso ha sido un terreno fértil para que estos seductores narcisistas llegasen a ser íconos nacionales”, escribió Warnken.
El intelectual concluye: “Ellos tal vez han sido nuestros Frankenstein, nacidos de una aspiracionalidad chilena desbocada, que ha privilegiado -traicionando su propia historia de austeridad y esfuerzo- el parecer y el tener sobre el ser, la mentira sobre la verdad, la farándula por sobre sobre la política; que ha confundido el emprendimiento con la especulación; y ha reducido la idea de crecimiento solo a la dimensión monetaria”.
“Porque un país que solo crece económicamente, y no moral y culturalmente, corre el riesgo de convertirse en el paraíso de los Chang, los Jadue, los Garay. Un país no de ‘felices y forrados’, sino de tristes y estafados“, redondeó.