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Actualizado el 26 de Octubre de 2018

Dimas, la fundación que creó un ex reo para ayudar a presos en la inserción laboral

A raíz de su propia experiencia, Khristian Briones formó un espacio de ayuda a quienes recién salen de la cárcel.

Por Consuelo Olguín
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“Mi historia es muy parecida a la historia de las personas que están en la cárcel. Tenemos las mismas carencias”, empieza diciendo Khristian Briones, quien este año creó Fundación Dimas con el objetivo de ayudar a ex presos a reinsertarse en el mundo laboral.

Tenía 13 años cuando su vida cambió para siempre. A esas edad probó la pasta base, y se hizo adicto de golpe. Para conseguir dinero, se puso a robar y así comprar droga. Primero fueron espejos de autos, luego radios de micros y personas. Dejó la casa de sus abuelos en Cerrillos y empezó a vagar por las calles con su hermano. Fue en ese entonces cuando Carabineros lo derivó a un centro del Servicio Nacional de Menores (Sename), la primera de las 15 veces que estuvo durante su adolescencia.

Esa primera vez duró sólo cinco días. Su hermano menor estaba ahí con él, en el Centro de Orientación y Diagnóstico (COD) de Pudahuel y lo ayudó a saltar el muro, a arrancar. Luego de eso volvió a recaer en otros centros de San Joaquín y San Bernardo, lugares donde, dice, cultivó la violencia.

“En el Sename aprendí a ser delincuente, a ser violento, aprendí otras formas de robo. Las personas que me cuidaban en ese tiempo no eran profesionales, no tenían la herramientas para guiar a los niños. Entonces, ¿cómo resolvían los problemas?  Ponían a los niños a pelear a combos”, recuerda.

A lo largo de su adolescencia, estuvo en 15 centros del Sename.

Viviendo entre centros del servicio, o a ratos en la calle, y sin una estructura familiar que lo contuviera, Khristian Briones ingresó a la cárcel. Siempre detenido y juzgado por robo. Pero Briones sintió que en ese lugar no estaba solo. En la Penitenciaría de Santiago encontró caras que había conocido en el Sename, e incluso entendió que todo lo que había aprendido en los centros le servía para desenvolverse en el ambiente carcelario.

Estuvo preso 7 años. En ese tiempo se convirtió en el líder de la calle 6 de la Penitenciaría, al mando de unos 500 hombres que le obedecían. Con un carácter duro, Briones enfrentó cada pelea. No por nada salió de ahí con 20 puñaladas y cerca del 30% del cuerpo quemado.

“Perdí toda la sensibilidad, te deshumanizas”, dice. Cuando salió en libertad quizo cambiar. Pero no pudo. Buscó trabajo, en todo, y no encontró debido a sus antecedentes judiciales.

Esa experiencia lo ayudó a idear un proyecto que concretaría años después, pero que en ese entonces no vio con claridad. Desesperado, volvió a robar y así regresó a la cárcel por segunda vez, condenado a tres años de prisión.

La fundación

Ahí conoció al sacerdote Nicolás Vial, fundador de Paternitas, con quien entabló una relación de amistad. Cuando cumplió su condena, Briones acudió a él para encontrar trabajo. Consiguió uno como reponer de un supermercado Líder. Se mantuvo así por un año entero. La vida de Briones parecía seguir un camino libre de vicios: había conocido a su actual pareja y tuvo una hija. Pero después de una fiesta volvió a consumir droga.

Un día, mientras ingería, su hija lo abrazó de las piernas. Ahí se quebró, y rezó para que lo ayudaran a dejar la pasta base. Volvió a pedir ayuda a Vial, quien lo integró a la Fundación. Primero trabajó haciendo aseo de la oficina, y luego le dieron más responsabilidades. Khristian Briones cuenta que un día el sacerdote le pidió ayuda para entregar una mercadería a una cárcel, y cómo vio que se relacionaba de buena forma con los presos, le pidió que conversara con ellos.

Briones dando una charla a estudiantes.

Así empezó a dar charlas, hablando siempre desde su experiencia. Incluso un día el Seremi de Educación lo llamó por teléfono y le pidió que hiciera un taller en la Penitenciaría. Accedió, a cambio de un favor: obtener una beca para estudiar técnico en trabajo social, profesión que obtuvo luego de dos años y medio.

Una vez terminado ese proceso, Khristian Briones decidió seguir un camino propio. Este creó Fundación Dimas, donde imparte un programa que él califica de único dentro del área de reinserción social para reos. Por ahora imparte un taller de creación de rosarios, en el pabellón católico de la Penitenciaría, mientras está en la búsqueda de financiamiento para crear una empresa distribuidora de productos de limpieza, para vender al por mayor y por menor.

Participando en el comité asesor por la reinserción.

“La particularidad es que va a ser solo con personas con antecedentes, que es lo contrario a lo que pasa en las empresas normales. Aquí los chiquillos van a adquirir hábito laboral, herramientas para insertarse en la sociedad. Vamos a visualizar sus debilidades y potenciar sus habilidades, trabajando junto con la familia. Si vemos un problema, los llamamos a ellos y lo resolvemos. Una vez que tengan todas las herramientas se inserta en una empresa externa, para que le de el cupo a otra persona”, explica.

De esa forma se combate la delincuencia, dice. Briones lleva 10 años sin delinquir y saca cuentas matemáticas: “Yo robaba 150 días al año, con un promedio de dos víctimas directas al día. Cada año habían 300 víctimas. Si llevo 10 años sin robar, significa que hay 3 mil personas que también están libres de eso”.

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