Participación política y valoración de la democracia: el escenario previo al estallido social
"Chile cambió y, sin embargo, todos los elementos que resultaron en la mayor movilización social desde el retorno a la democracia ya estaban presentes con anterioridad al estallido", dice un estudio presentado por el PNUD.
Durante 10 años, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) estudió el comportamiento social de los chilenos, revelando -antes del estallido social- que existía una mayor participación en temas de relevancia pública, pero con menos identificación con la política.
Titulado “Diez Años de Auditoría a la Democracia: Antes del Estallido”, el informe se confeccionó a partir de los resultados de una serie de cinco encuestas nacionales de opinión pública, realizadas entre 2008 y 2018.
“Chile cambió y, sin embargo, todos los elementos que resultaron en la mayor movilización social desde el retorno a la democracia ya estaban presentes con anterioridad al estallido”, dice el documento presentado por el PNUD, agregando que la salida a la crisis “requiere entender también cómo llegó a la encrucijada en que se encuentra hoy, al iniciarse ya la tercera década del siglo”.
Identificación política
El informe del PNUD da cuenta además que durante la década previa al estallido social ha existido un importante cambio en las formas en que la ciudadanía se involucra políticamente.
En el período, aumentó la participación en la acción política, así como el apoyo normativo a estas acciones, incluso a aquellas que tienen un carácter disruptivo como, por ejemplo, bloqueo de calles (de un 8% a un 29% de aprobación en la década) y tomas (de 7% a 23%).
Como acción política se considera participar en manifestaciones públicas, trabajar en campañas electorales, realizar huelgas en el lugar de trabajo, ser parte de organizaciones o partidos políticos, entre otras.
Sin embargo, se mantiene el apoyo a formas tradicionales de entender el sistema, con un gran apoyo a las elecciones y las leyes.
El estudio del PNUD destaca también el aumento significativo en el período del porcentaje de personas que no se identifican ni simpatizan con partidos políticos (de 53% a 74%) ni con el eje izquierda–derecha (de 34% a 55%).
Quienes no se identifican con partidos ni con el eje izquierda-derecha y que tampoco han participado en ninguna acción política se mantiene estable a lo largo del período en torno al 32%.
En tanto, quienes han realizado al menos una acción política, pero que no se identifican políticamente es el que más aumentó en el decenio, pasando de un 5% a un 27%.
Por su parte, quienes no han participado en ninguna acción política, pero que sí se identifican con posiciones o partidos disminuyó de manera significativa entre 2008 y 2018, pasando de un 43% a un 15%. Finalmente, quienes han realizado alguna acción política y se identifican políticamente pasaron de un 20% a un 26%.
Valoración de la democracia
Durante el último año del estudio del PNUD, un 52% de la ciudadanía legitimaba la democracia como la mejor forma de gobierno; un aumento respecto de 2008, cuando la medida llegaba al 45%.
Sin embargo, existe una gran diferencia socioeconómica en esta valoración: en 2018 solo un 43% de quienes tenían educación media incompleta o menos preferían un régimen democrático, mientras que la medida llegaba a un 69% entre quienes tienen un título universitario.
En tanto, durante la década, aumentó de un 25% a un 43% el grupo de demócratas escépticos: personas que legitiman el sistema democrático, pero no confían en sus instituciones clave (partidos políticos, Congreso, gobierno, tribunales de justicia).
Con la excepción de Bomberos, en 2018 ninguna contaba con la confianza de más de un tercio de la población.
Adicionalmente, casi un quinto de la población consideraba en 2018 que, en algunas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático, cifra que se ha mantenido estable en el tiempo y es una de las más altas en América Latina.
Desigualdad
En 2017, el PNUD lanzó “Desiguales. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile“, en donde se revelaba que la percepción de injusticia asociada al hecho de que quienes puedan pagar más tengan acceso a mejores servicios sociales había aumentado considerablemente durante los últimos 15 años: de 52% a 64% en el caso de la educación, y de 52% a 68% en el caso de la salud.
Según ese estudio, las desigualdades que más molestan a los chilenos son aquellas asociadas al acceso a salud y educación, y al trato que reciben las personas. Respecto a esto último, un 41% de la población encuestada reportó haber sufrido una o más formas de malos tratos. Estas personas atribuyen estas situaciones a dos razones principales: clasismo y machismo.