Autismo en niños y adultos: causas y señales
Los trastornos del espectro autista (TEA) provocan problemas sociales, comunicacionales y conductuales significativos.
El autismo, o más precisamente los trastornos del espectro autista (TEA), es una afección relacionada con el desarrollo del cerebro que afecta la manera en la que una persona percibe y socializa con otras personas.
Según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los trastornos se caracterizan por algún grado de dificultad en la interacción social y la comunicación. Otras características que presentan son patrones atípicos de actividad y comportamiento; por ejemplo, dificultad para pasar de una actividad a otra, gran atención a los detalles y reacciones poco habituales a las sensaciones.
La entidad explicó que “las capacidades y las necesidades de las personas con autismo varían y pueden evolucionar con el tiempo. Aunque algunas personas con autismo pueden vivir de manera independiente, hay otras con discapacidades graves que necesitan constante atención y apoyo durante toda su vida”.
Aunque la mayoría de los síntomas se presentan durante la niñez, la enfermedad también puede ser detectada en la adultez.
La prestigiosa Clínica Mayo y los CDC de Estados Unidos entregaron algunas señales sobre las causas y síntomas del TEA, afección que puede ser abordada de muchas formas, pero que debe tener en su centro la inclusión.
Síntomas
Las personas con TEA pueden variar; hay desde personas con muy altos niveles de capacidad (dotadas, o gifted en inglés) y personas que tienen muchas dificultades.
Entre los síntomas se pueden encontrar los siguientes:
- No señalar los objetos para demostrar su interés (por ejemplo, no señalar un avión que pasa volando).
- No mirar los objetos cuando otra persona los señala.
- Tener dificultad para relacionarse con los demás o no manifestar ningún interés por otras personas.
- Evitar el contacto visual y querer estar solos.
- Tener dificultades para comprender los sentimientos de otras personas y para hablar de sus propios sentimientos.
- Preferir que no se los abrace, o abrazar a otras personas solo cuando ellos quieren.
- Parecer no estar conscientes cuando otras personas les hablan pero responder a otros sonidos.
- Estar muy interesados en las personas pero no saber cómo hablar, jugar ni relacionarse con ellas.
- Repetir o imitar palabras o frases que se les dicen, o bien, repetir palabras o frases en lugar del lenguaje normal.
- Tener dificultades para expresar sus necesidades con palabras o movimientos habituales.
- No jugar juegos de simulación (por ejemplo, no jugar a “darle de comer” a un muñeco).
- Repetir acciones una y otra vez.
- Tener dificultades para adaptarse cuando hay un cambio en la rutina.
- Tener reacciones poco habituales al olor, el gusto, el aspecto, el tacto o el sonido de las cosas.
- Perder las destrezas que antes tenían (por ejemplo, dejar de decir palabras que antes usaban).
Otros comportamientos
- Realizar movimientos repetitivos, como balancearse, girar o aletear con las manos.
- Realizar actividades que podrían causarle daño, como morderse o golpearse la cabeza.
- Desarrollar rutinas o rituales específicos y se altera con el mínimo cambio.
- Tener problemas con la coordinación o muestra patrones de movimientos extraños, como ser torpe o caminar en puntas de pie, y muestra un lenguaje corporal extraño, rígido o exagerado.
- Deslumbrarse con los detalles de un objeto, como las ruedas que giran en un auto de juguete, pero no entiende el propósito general o el funcionamiento del objeto.
- Ser más sensible que lo habitual a la luz, el sonido o el contacto físico, pero puede ser indiferente al dolor o la temperatura.
- No participar en juegos de imitación o de simulación.
- Obsesionarse con un objeto o una actividad con una intensidad o concentración anormales.
- Tener preferencias específicas con respecto a los alimentos, como comer solamente unos pocos alimentos o no comer alimentos con una determinada textura.
Causas
Genética
Según la Clínica Mayo, algunos niños, los trastornos del espectro autista pueden estar asociados con un trastorno genético, como el síndrome de Rett o el síndrome del cromosoma X frágil. Para otros, los cambios genéticos (mutaciones) pueden aumentar el riesgo de padecer trastorno del espectro autista.
Más aún, otros genes pueden afectar el desarrollo del cerebro o el modo en que se comunican las neuronas cerebrales, o pueden determinar la gravedad de los síntomas. Algunas mutaciones genéticas parecen ser hereditarias, mientras que otras suceden de manera espontánea.
Factores ambientales
Los investigadores estudian si factores, como las infecciones virales, los medicamentos, las complicaciones durante el embarazo o los contaminantes del aire, desempeñan un papel en el desencadenamiento del trastorno del espectro autista.
Otros factores de riesgo
- Sexo: Los niños tienen cuatro veces más probabilidades de padecer un trastorno del espectro autista que las niñas.
- Antecedentes familiares: Las familias con un niño con trastorno del espectro autista tienen un mayor riesgo de tener otro hijo con este trastorno. También es frecuente que los padres o familiares de un niño con trastorno del espectro autista tengan problemas menores con las habilidades sociales y de comunicación.
- Sufrir otros trastornos: El síndrome del cromosoma X frágil, un trastorno hereditario que causa problemas intelectuales; la esclerosis tuberosa, una enfermedad en la que se forman tumores benignos en el cerebro; y el síndrome de Rett, una enfermedad genética que se produce casi exclusivamente en las niñas y que provoca un crecimiento más lento de la cabeza, incapacidad intelectual y pérdida del uso útil de la mano.
- Guaguas prematuras.
- Padres de mayor edad: Este punto aún está siendo investigado, aunque los estudios disponibles han otorgado algunas pistas.
Las vacunas no tienen vínculo con el autismo
Los expertos enfatizaron que no existen estudios serios que relaciones a las vacunas con el TEA. Ninguna investigación ha logrado consolidar esa idea, por lo que es necesario que los niños se vacunen para evitar la infecciones con enfermedades que podrían ser mortales.