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14 de Abril de 2023

Expertos en educación cuestionan preparación del Colegio San Ignacio de El Bosque para ser mixto

Seis académicos de distintas universidades coinciden en que en el establecimiento jesuita no hubo una perspectiva de género ni buena preparación sociocultural de la comunidad para incorporar alumnas.

Por Carlos Saldivia
La rectora del colegio San Ignacio de El Bosque se reunió con apoderados para abordar el caso de alumnas abusadas por compañeros de cursos superiores.
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Los efectos de la grave situación vivida hace un par de semanas continúan al interior del Colegio San Ignacio de El Bosque. La dirección del establecimiento se reunió el miércoles 12 de abril con apoderados de los séptimos y octavos básicos, los cursos que integran las alumnas que presentaron denuncias de abuso sexual contra sus compañeros de enseñanza media, por agresiones sufridas en el patio del recinto el pasado 31 de marzo.

Uno de los objetivos del encuentro convocado por la rectora, al cual también se citó a apoderados de primero y segundo medio, fue informar de modo presencial el episodio ocurrido en el colegio, que también investiga el Ministerio Público y la Superintendencia de Educación. Además, se recabaron impresiones de los padres y apoderados y se dieron a conocer los procedimientos adoptados en el centro educativo jesuita sobre seguridad, respeto e inclusión en favor de las alumnas.

Tras la reunión, desde el colegio se informó que desde el lunes 17 de abril, los recreos para los niveles de 7° y 8° básico serán diferidos respecto de los demás cursos del ciclo, “con el objetivo de poder seguir avanzando en el trabajo reparatorio de estos cursos, además de restablecer lazos de confianza”.

Asimismo, se les comunicó a los padres y apoderados que “los resultados, medidas y sanciones que se tomen en relación con la investigación interna que está llevando a cabo el colegio serán informados a fines de la próxima semana”.

Para hoy viernes se esperaba la entrega de un plan de acción a corto y mediano plazo recogiendo las ideas fuerza de la reunión del miércoles, lo que hasta el cierre de esta edición no había sido publicado.

A lo menos 15 apoderados, hasta ahora, de alumnas de séptimo y octavo básico, presentaron una denuncia por abuso y acoso sexual ante el Ministerio Público. Según acusan, en un recreo -tras una protesta pacífica donde las niñas se sacaron la polera y quedaron en su mayoría en peto-, una muchedumbre de compañeros de enseñanza media las rodeó y tocó partes de su cuerpo.

El caso del Colegio San Ignacio de El Bosque ha generado preocupación en varios centros educativos asociados a los jesuitas y también en la comunidad de especialistas en procesos de educación.

En conversación con EL DÍNAMO, varios expertos observan que al San Ignacio de El Bosque le faltó una preparación adecuada, previa y posterior, para la conversión del colegio de hombres en uno mixto, hecho ocurrido una década atrás.

Deuda en equidad de género y justicia reparativa

El académico e investigador principal del Centro de Justicia Educacional de la Universidad Católica, Ernesto Treviño, hace hincapié en que “nada justifica el acoso y el abuso sexual escolar” y que los docentes del Colegio San Ignacio que habrían justificado de algún modo lo acontecido están equivocados.

Treviño se refiere a los relatos de las alumnas agredidas, quienes mencionaron que algunos docentes habrían asegurado que la agresión ocurrió porque ellas habían provocado a sus compañeros.

“Como sociedad tenemos una profunda deuda con la equidad de género, y eso se vive en los colegios. Y puede ser exacerbado en los establecimientos que han sido solo de varones. Estos actos se generan en los adolescentes a raíz de la creencia de que pueden agredir verbalmente a las mujeres por la forma de vestirse o comportarse. Eso es parte de la deuda que tenemos. Las agresiones no se pueden justificar por ninguna creencia”, puntualizó.

Ernesto Treviño explicó además que para revertir o reparar el daño causado son necesarios procesos de justicia reparativa, de reconocimiento público por parte del Colegio San Ignacio de El Bosque y compromiso de cambios en la forma de abordar estos temas. “Más allá de un tema de reparación monetaria se trata de un compromiso por reconocer el agravio y comprometerse a cambiar”, asegura Treviño.

“La normalización se extiende a las familias de los agresores”

Sandy Farías, directora de la carrera de Educación General Básica, con mención en Orientación y Convivencia Escolar de la Universidad Andrés Bello, plantea que los agresores se consideran un grupo que “siente el derecho de agredir a otros, que han normalizado ese comportamiento violento y creen tener derecho de establecer esta forma de convivencia”.

“Esta normalización no es exclusiva del grupo de estudiantes, también se extiende a sus familias y su grupo cultural.  Afortunadamente, debido al fuerte cuestionamiento impulsado por mujeres y movimientos feministas, las niñas han tomado conciencia de su dignidad, valor como personas y sujetos de derecho, lo que les permite denunciar situaciones abusivas”, afirmó la académica de la UNAB a EL DÍNAMO.

Farías agrega: “En Chile, hemos sido testigos de casos de violencia de género, pero también de otras formas de violencia que, en mi opinión, están relacionadas con creencias que consideran a ciertas personas como dignas de respeto, o no, debido a su género, raza, nivel socioeconómico. Esto destaca la necesidad de que las escuelas aborden estas temáticas de manera urgente, ya que incluso podríamos estar ante conductas que constituyen delitos”.  

“Los alumnos ven como contrincante al grupo que se incorpora”

Por su parte, el sicólogo infantil y especialista de la Universidad Autónoma, Cristián Palma, señala que en una incorporación de niñas a un colegio que era sólo de varones “puede producir un fenómeno de la psicología social, que es la idea de defender valores intragrupales buscando una especie de enemistad hacia el otro grupo que se ve como opuesto“, en este caso el grupo que se incorpora donde antes había solo hombres.

“Puede que eso provoque en el pensamiento de estos jóvenes la noción de enemistad o ver como contrincante al grupo que se incorpora, y desplegarse estrategias para no vincularse con ellas, generalmente motivadas por la agresión, es un fenómeno que se llama discriminación exogrupal. Los varones claramente actuaron bajo la ausencia de criterio respecto de los límites y el respeto”, apuntó el profesional.

Palma manifestó además que los colegios tienen la responsabilidad de educar no solo en un currículo de asignaturas, sino también de formar ciudadanos competentes sobre la base de criterios de buen trato, dignidad del otro, relacionamiento afectivo, y que es necesario un trabajo formativo sobre respeto, límites, los valores y ética.

Conductas violentas se exacerbaron luego del retorno a clases

El también experto en Educación y ex rector de la Universidad de Tarapacá, Luis Tapia, no oculta su perplejidad y asegura que en un colegio de élite como el Colegio San Ignacio de El Bosque, el respeto por sus pares debiera estar arraigado.

“Uno de los efectos secundarios del encierro fue que se produjo un alejamiento de la realidad y una impacto en las relaciones de compañerismo, emergieron formas de bullying nuevas en el encierro que afecta principalmente a grupos minoritarios de una comunidad educativa donde se han generado agresiones de todo tipo contra quien es visto como distinto. Posiblemente en el caso del San Ignacio de El Bosque las conductas hostiles y violentas eran antiguas, pero se exacerbaron luego del retorno a clases”, aseveró Tapia.

De hombres a mixto: un proceso paulatino, con las familias y enfoque de género

La directora de la carrera de Psicología de la Universidad Bernardo O’Higgins, Vivian Tartakowsky, explica que es posible que el Colegio San Ignacio de El Bosque no haya estado totalmente preparado para convertirse en mixto hace 10 años.

“El proceso de pasar de un colegio exclusivo de hombres a uno mixto es complejo, debe ser paulatino y en conjunto con las familias. A veces existen juicios de las familias que intensifican las brechas de género existentes, que lleve 10 años mixto no es tanto tiempo en relación a los aspectos socioculturales, debió haber una sensibilización previa. Es importante trabajar también con los docentes la perspectiva de género, las familias y los estudiantes. Por otra parte, no ayuda el contexto habitual, que promueve y valida la violencia”, sostuvo a EL DÍNAMO la psicóloga especialista en procesos educativos.

Para evitar este tipo de violencia en un colegio que se convierte en mixto, entre los elementos formativos que deben entregarse a la comunidad escolar debe estar presente la perspectiva de género, es decir, la identificación y análisis crítico de las diferencias sociales y culturales construidas en torno a hombres y mujeres con mitos y “neuro-mitos que deben desterrarse”, puntualiza Tartakowsky.

Por su parte, la especialista y directora de la carrera de Educación General Básica de la Universidad Andrés Bello (UNAB), Sandy Farías, explica a EL DÍNAMO que cuando un colegio de hombres pasa a un ser espacio mixto es importante que se tomen medidas específicas para garantizar la convivencia, el trato justo y el bienestar de todos los estudiantes.

En primer lugar, señala, se debe hacer reflexionar a los directivos, estudiantes, padres y al personal de apoyo sobre lo que ese cambio implica para la comunidad escolar. “Esto implica preguntar si les gusta el cambio, cuáles son sus expectativas y desafíos; cómo pueden contribuir para generar un ambiente de respeto y buen trato durante este cambio. A partir de estas reflexiones, los instrumentos existentes en la escuela, como los proyectos educativos, deben ser revisados y adaptados”, afirma la académica de la UNAB.

Luego, una vez que se implementó el cambio a mixto, manifiesta Farías, el colegio debe focalizar acciones diferenciadas para todos los involucrados.

“Para los estudiantes, es importante que se generen espacios de acogida, como inducciones y sociogramas. También espacios de acogida para las familias. Las materias curriculares pueden ser aprovechadas para abordar temas de convivencia, respeto y dignidad, como las asignaturas de Orientación, de Ciencias Sociales y Lenguaje. Es fundamental que los cursos establezcan acuerdos de convivencia elaborados desde la reflexión de los estudiantes, y no impuestos por los docentes o el equipo directivo”, advierte la profesional.

Advertir y manejar estereotipos de género y prejuicios

Ernesto Treviño asegura que “es indispensable formar a la comunidad en temas como masculinidades y relaciones de género, es necesario para que desarrollen una conciencia sobre los estereotipos y prejuicios que arrastramos al relacionarnos con mujeres por haber crecido en una cultura machista”, sostiene el académico de la UC.

“La visión de la necesaria búsqueda de equidad de género, mostrar las brechas, los juicios y prejuicios en la comunidad posibilita una integración saludable. Primero con información del contexto del cambio y luego mirando los propios sesgos y conductas normalizadas”, complementa Tartakowsky.

Y agrega: “Esta mirada involucra lo sistémico del concepto, desde elementos históricos, políticos, socioculturales, y eso debe ser prioridad para hacer una real integración que posibilite una saludable convivencia. Insisto en que toma tiempo y requiere sensibilizar a la comunidad y luego otorgar lineamientos a docentes, familias y estudiantes”.

EL DÍNAMO se comunicó por escrito con la rectoría del Colegio San Ignacio de El Bosque, sin recibir respuesta hasta la publicación de este artículo.

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