Los episodios inéditos de la jornada del 18 de octubre en el Palacio La Moneda
Entre el 7 y el 15 de octubre a lo menos cuatro informes de inteligencia llegaron a La Moneda para advertir de “manifestaciones y sabotaje”. En La Moneda una horda estuvo apunto de entrar, no había stock de lacrimógenas ni máscaras antigases. El 18-O la acción del Estado se vio superada por doquier.
En la víspera del estallido social del 18 de octubre, a lo menos cuatro informes de inteligencia llegaron a La Moneda para advertir de “manifestaciones y sabotaje” de estudiantes secundarios y posiblemente grupos anarquistas. Pero los informes para La Moneda eran “muy generales”. No obstante, en Carabineros, el Ejército y la Armada reconocen que ninguno de los servicios de inteligencia pudo anticipar 90 días de protestas consecutivas con muertos, heridos graves y millones de personas en las calles en 16 regiones del país.
El 4 de octubre, el Ministerio de Transportes informó del alza del valor de los pasajes del Metro, buses y Tren Central en Santiago. Esta se haría efectiva el 6 de octubre. Pequeñas protestas derivaron en lo que fue el 18-O, donde 77 estaciones del tren subterráneo resultaron con daños. De ellas, 20 fueron calcinadas por completo. No hubo fuerza pública que detuviera el estallido social y la acción del Estado se vio superada por doquier. El 20 de octubre, el total sumaba 80 de las 136 estaciones existentes.
Hasta enero de 2020 se registraron 24 muertos, de ellos 6 extranjeros y el INDH registró que 352 personas sufrieron heridas oculares por el disparo de balines de goma por fuerzas policiales.
Informes secretos de inteligencia que alertaban la debacle
La Agencia Nacional de Inteligencia envió a La Moneda el miércoles 8 de octubre de 2019 un informe secreto. En dos o tres páginas alertaba al presidente que tras el alza del pasaje del Metro estudiantes secundarios, que poco antes habían terminado una larga toma de 8 liceos, habían organizado protestas para evadir el pago en las estaciones del servicio. El informe contenía convocatorias para el 14 de lunes 14 mediante cuentas de Instagram y Tic Toc. Al día siguiente, un informe similar se envió a la ministra de Transportes, Gloria Hutt, y al gerente de Metro, Louis De Grange.
En reporte se establecía que, desde el 5 de octubre del mismo año, estudiantes del Instituto Nacional evadirían los torniquetes y se preveía debido al grado de organización del movimiento social, era altamente probable que se unieran encapuchados y anarquistas buscando posibles sabotajes o actos incendiarios. Por lo que se sugirió elevar las medidas de seguridad.
No era el primer informe. El viernes 4 de octubre desde la Dirección de Inteligencia de Carabineros, se envió un informe al subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, un documento reservado de 6 páginas informando de posibles manifestaciones en las estaciones Baquedano, Universidad de Chile, Las Rejas y en estaciones del sector sur del Metro de Santiago por el alza de tarifas. En el informe alertaba que el alza coincidía con una serie de convocatorias de corte anarquista para conmemorar la muerte de Miguel Enríquez, un Congreso del MIR, el día del Profesor y el día de la Raza. Fechas que hacían prever un mes de movilizaciones violentas.
La previa del 11 de octubre
Como señalaba el informe, el 11 de octubre alumnos del Instituto Nacional, en medio de cánticos contra el gobierno y un alto grado de organización, iniciaron la evasión en la Estación Santa Ana. “Semana de evasión, agitación y sabotaje”, fue la consigna que circuló entonces por las redes sociales.
Un segundo informe fue enviado por Carabineros el día 13. Éste reporte establecía grupos organizados estudiantes del Instituto Nacional, del INBA, del Liceo 7 evadirían los torniquetes de a lo menos 10 estaciones del tren subterráneo. Señalaba que en los primeros dos colegios se venía detectando la presencia de mayores de edad con “overoles blancos” que apoyaba a los estudiantes con bombas incendiarias y de ruido, por lo que había una elevada probabilidad de atentados en las estaciones. También se destacaba que páginas en internet efectuaban un “llamado de solidaridad” y provocar un “octubre negro”.
Según explican oficiales, Dipolcar había sido disminuida de 1200 efectivos a 300, luego del caso Catrillanca. Agregan que los oficiales con mayor experiencia en protestas estudiantiles y anarquistas habían sido pasados a retiro o destinados a regiones aisladas. Por ello, indican, la información de Carabineros se recibió con desconfianza.
Además, la Dipolcar había hecho un estudio de grafitis con las nomenclaturas “EVADE” y “ACAB” y explican que los rayados comenzaron ocasionales y en 24 horas se diseminaron por toda la ciudad.
“Acciones más allá de la evasión”
Cuando faltaban tres días para el 18-O, un cuarto informe de inteligencia se envió a La Moneda. Este insistía en la detección de diversas convocatorias por redes sociales para protestar en “los próximos días” por el pasaje. También se previno de posibles manifestaciones anarquistas anti carcelarias en Colina II.
El documento mencionaba que en redes sociales diversas cuentas de Instagram de contenidos vinculados al Instituto Nacional convocaban a jóvenes de diversos liceos tradicionales de la capital a ir a las estaciones de metro más cercana para participar en una evasión masiva, irrumpir en grupos, saltar los controles y viajar sin pagar.
La evasión masiva se sumó así al contexto de desórdenes.
Ese mismo día el Centro de Alumnos del Instituto Nacional en un comunicado señaló que “si bien el alza del Metro no afecta a los estudiantes si lo hacía con los viajes de nuestras familias y de gran parte de la sociedad chilena”. Al día siguiente se sumaron al llamado 23 establecimientos. Esa jornada Metro de Santiago cerró las estaciones de Las Rejas, Quinta Normal, Cumming, Santa Isabel, Irarrázaval y Pedro de Valdivia.
El análisis proyectivo indicaba la existencia de un colchón político, a raíz de la organización creada por la Mesa de Unidad Social, que podría derivar en “acciones más allá de la evasión”, donde podían unirse grupos de encapuchados.
La mañana del 18-O en La Moneda
Había cuatro informes de inteligencia que advertían una debacle, pero el viernes 18 iba a ser una jornada tranquila en Presidencia. El presidente de la República, Sebastián Piñera, contemplaba retirarse temprano de La Moneda, ya que tenía a uno de sus nietos de cumpleaños y había acordado “no faltar por nada del mundo” a la celebración familiar en la comuna de Vitacura.
Coincidentemente, un centenar de funcionarios de Presidencia y Segegob también habían planeado salir temprano. Ese viernes, una joven asesora de Programación de Actividades Presidenciales del Mandatario se casaba a las 19 horas en Las Condes, y varios funcionarios de confianza esperaban alegres asistir a la boda en un centro de eventos en el sector sur de Santiago.
Esa mañana, el presidente de la República, Sebastián Piñera, llegó a Radio Agricultura para dar una entrevista por cerca de una hora sobre la agenda de seguridad que contemplaba cambios en las leyes de inteligencia, antiterrorista, control de identidad a menores de 18 años, recursos para Carabineros entre otros. A mediodía se reunió con la intendenta Karla Rubilar y el ministro del Interior, Andrés Chadwick, para analizar la renuncia de intendentes y gobernadores que se presentarían a este último cargo mediante elección popular.
Chadwick se había reunido con un equipo de abogados de La Moneda y con el subsecretario Rodrigo Ubilla para comenzar a redactar querellas por la destrucción de las estaciones Los Héroes y San Joaquín. Asimismo, había conversado esa mañana con el director de la ANI, Luis Masferrer, y con la ministra de Transportes, Gloria Hutt, para abordar una serie de protestas por el alza del metro.
“Evadir, no pagar, otra forma de luchar”, era el cántico
El 14 octubre comienzan las protestas masivas en estaciones del metro de Santiago por la subida de las tarifas. Centenares de personas, en su mayoría jóvenes estudiantes, acceden a las estaciones saltando los torniquetes para eludir el pago. Unas 300 alumnas -en su mayoría del Liceo 7 de Providencia- hicieron lo propio en el Metro Pedro de Valdivia.
“Evadir, no pagar, otra forma de luchar”, era el cántico. Lo que en un principio parecía una arenga estudiantil -incluso llamativa- cambiaría en poco más de 96 horas. Era la previa del 18-0.
Un video de ese entonces, en redes sociales, mostró cómo las puertas de barrotes de acero de la estación en Las Rejas fueron sacadas de cuajo. Unas 50 personas que no eran estudiantes la quitaron, permitiendo el acceso de unas 300 personas sin pagar.
Fuentes del Gobierno señalan que los informes “eran muy generales” y que fueron guardados en un cajón. Pocos tienen nítido qué pasó entre los días 15 y 18. Se recuerda que el presidente recibió el 17 a los padres de un menor que murió con una “bala loca” y las diferencias Chile Vamos por la agenda de seguridad del gobierno y el control de identidad a los 16 años.
Se acaba stock de gas en Palacio
Cuando eran las 15 horas, en La Moneda, y en varios servicios públicos, se autorizó que los funcionarios que pudieran se fueran a sus casas. Ahí, se cortó el tránsito por calle Moneda y se reforzó la Guardia de Palacio con algunos funcionarios de Fuerzas Especiales. Luego, a las 16 horas, una horda de personas intentó entrar por primera vez a la sede de Gobierno por la puerta de Alameda.
Los refuerzos policiales fueron sobrepasados por completo. Oficiales de la Guardia de Palacio señalan que el stock de lacrimógenas registraba apenas 16. Otros, que eran muy pocas. A esa hora, se solicitaron los primeros drones de refuerzo a la Intendencia. En paralelo, los manifestantes comenzaron a lanzar barreras papales hacia dentro de La Moneda. Entonces, se cerraron las puertas de Palacio, pero el olor a gas antidisturbios hacía el ambiente irrespirable.
Algunas versiones dicen que había apenas un par de máscaras antigases, pero que nadie quería usar ese privilegio. Sin embargo, en los días sucesivos, los mismos funcionarios de gobierno compraron las suyas, mientras llegaba el stock de las fiscales. Lo mismo se repitió en muchas de las reparticiones del centro de Santiago.
Pidiendo Uber con ingenuidad en octubre
Los empleados de mayor edad, las mujeres y los que vivían lejos fueron los primeros en retirarse. Unos salieron conduciendo sus vehículos por Teatinos marcha atrás, y por varias cuadras, porque Alameda y Agustinas estaban intransitables. Los más ingenuos comenzaron a llamar Uber y Cabify, como hacían usualmente. Tampoco podían encontrar taxis. Varios caminaron hasta Apoquindo.
Otros, repartieron en auto a los colegas que podían, sorteando fogatas y barricadas en calles del centro y observando saqueos de pequeños locales. También focos de incendios, entre ellos el del edificio de Enel y autobuses. Otros tantos, permanecieron en La Moneda hasta la madrugada trabajando. Hay versiones señalan que hubo personal que durmió en sus oficinas o pasó de largo hasta el sábado.
En la madrugada, el presidente de la República, Sebastián Piñera, decreta el estado de emergencia en la capital y municipios próximos, que restringe la movilidad y el derecho de reunión durante 15 días. Comienzan a desplegarse y a patrullar unidades del Ejército, inicialmente unos 500 militares, por algunos barrios de la ciudad, y se enfrentan los manifestantes.
Piñera anuncia la elaboración de un “plan Octubre” que mitigue el impacto de la subida del billete del Metro a los más vulnerables. Horas después anuncia la suspensión de la elevación del precio de los tickets del suburbano. El general encargado de la seguridad, Javier Iturriaga, anuncia el toque de queda en las zonas afectadas por estado de emergencia en la capital, que se inicia a las 22.00 horas y se prolonga hasta las 7.00 horas del día siguiente. Pero nada parecía suficiente.