Ernesto Ottone: “La reconstrucción de la centroizquierda va a tomar más de cuatro años”
Dos candidatos opuestos a la moderación y populistas, una realidad amarga sin IFE ni retiros de AFP, una Concertación que no se valoró y una lenta reconstrucción de la centroizquierda. Ese es el diagnóstico del país que realizó el ex jefe del segundo piso, Ernesto Ottone, en entrevista con EL DÍNAMO.
Dos candidatos populistas y opuestos a la moderación. Una realidad amargante sin IFE ni retiros de AFP, dirigentes políticos sin orgullo de lo que hicieron, una Concertación que no se valoró y una muy lenta reconstrucción de la centroizquierda. Ese es el crudo diagnóstico del país que realizó el sociólogo y ex jefe del segundo piso, Ernesto Ottone, en entrevista con EL DÍNAMO.
Parte de ese análisis se encuentra en su último libro: “Cambio sin ruptura; una conversación sobre el reformismo”, que escribió con el ex canciller y ex presidente de la DC, Ignacio Walker, editado por Ediciones Universitarias de Valparaíso, que se lanza este lunes 6 en Santiago.
En 240 páginas, desarrollan la “idea del reformismo, la visión de un proceso de cambios graduales en los que se trata de conjugar dos elementos: las libertades individuales y los derechos humanos”, explica Ottone. Añade que en esa mirada se busca mediante acuerdos formar una situación más igualitaria, que en Chile fue muy fuerte durante la primera etapa de la transición a la democracia con la Concertación”.
También se analiza el cambio de sociedad, “el paso de la sociedad industrial a la sociedad de la información tiene vigencia para los problemas actuales”, sostiene. Mientras, prepara sus maletas para un seminario de cátedra en París, en el Colegio de Estudios Mundiales ligado a La Sorbona, dice que “no quiere un Trump”, pero advierte que “Chile necesita una experiencia política que le muestre la necesidad de que se puede vivir mejor con una fuerza moderada”.
—¿Se cansó el electorado de la moderación?
—Ese reformismo fue decayendo. Surgió el malestar y un debilitamiento de instituciones por casos de corrupción, de empresas por casos de colusión, de los partidos políticos por escándalos. Así, surgieron fuerzas políticas que proponían soluciones más radicales, ya sea de derecha, con el discurso de Kast sobre el orden y la mano dura; o populismos de izquierda, con medidas como el cuarto retiro, y las propuestas de unidad entre el Frente Amplio y el PC. En los países democráticos de Europa y en EE. UU. después de la experiencia traumática de Trump ha habido un reforzamiento de moderación y del reformismo, tras un periodo difícil, por la visión de la manera de realizar cambios. En Chile pasó a segunda vuelta una izquierda radical o la extrema derecha que poco tienen que ver con el reformismo.
—¿Los líderes se alejaron del reformismo?
—Gabriel Boric y José Antonio Kast encarnan lo contrario al reformismo, cada uno en un extremo. Uno, el de derecha, de orden y mano dura, que dice bajar los impuestos. El otro, quiere refundación y subir los impuestos al cielo. Son fuerzas contrapuestas, donde no es posible pensar en negociaciones que lleven a un entendimiento. El cambio gradual requiere tener algo en común, aunque haya diferencias, hay una visión de cómo hacer las cosas.
—Entonces, el entendimiento en el Congreso…
— Va a ser muy difícil. Ninguno de los dos candidatos va a ser elegidos con sus propios feligreses. Ninguno sacó una votación arrasadora, por lo tanto, andan buscando los votos de centro y eso los obliga a una cierta moderación, a lo menos discursiva. Además, salió elegido un Congreso extraño en su composición, y bastante empatado. Ninguno va a poder hacer lo que quiera. Y para complicar más las cosas, está el proceso paralelo de la Convención Constitucional.
—¿El 21 de noviembre hubo menos espacio para los independientes?
— Claro. Salieron elegidos representantes de partidos. Entonces va a ser extraño. Dependerá de si los convencionales se convencen de que tienen que sacar un texto adecuado a una realidad que cambió muy rápido, o si no. Los convencionales fueron elegidos en un proceso donde había una cierta atmósfera favorable a una suerte de independentismos políticos. Donde las fuerzas más radicales utilizaron las reglas, bajo el título de independientes, para elegir gente de extrema izquierda. Es el caso de la Lista de Pueblo. La convención constitucional, electoralmente legítima, no concuerda con lo que vemos hoy.
“Cuando se acaben el IFE y los retiros, vamos a mirar la realidad a la cara y será una cara que no nos va a gustar”.
—¿Ve espacio en la convención para una transformación gradual?
— Veo poco eso. Hasta ahora han sido propuestas muy refundacionales, que no tienen poco que ver con el reformismo, sino con algo radical, sean derecha o izquierda.
— ¿También considera refundacionales las propuestas de Kast?
— Claro que lo son. Son menos refundacionales porque buscan la mantención del orden y del sistema, pero son refundacionales en cuanto a qué hay que poner una mano dura. Es un cambio de metodología radical, plantea un giro a un sistema más duro. Boric dice hay que reformar todo y Kast dice hay que conservarlo todo. Crear un país nuevo, frente a mantener todo lo que hay y ordenar con mano dura. Estamos en una situación que es muy lejana ante lo que fue la base del éxito de Chile durante muchos años.
—¿Se acabó el jaguar?
—Chile sigue a la cabeza de América Latina, pero no porque nos vaya bien, sino porque a los otros les va muy mal. Hoy la región avanza menos de lo que avanza el mundo, se nota en las cifras. Aumentó la pobreza, hace años era inimaginable que Argentina tuviera 40% de pobreza. Chile ha ido con el vuelo, por usar una expresión coloquial, pero eso se acaba. Tenemos una economía drogada, crece porque aumenta el consumo, no porque se esté produciendo o invirtiendo mucho más. Hay una transferencia muy grande por IFE y los retiros, pero cuando se acaben vamos a mirar la realidad a la cara y va a ser una cara que no nos va a gustar.
—¿Diría que el éxito económico en la Concertación fue por acuerdos y moderación?
—Ese fue un gran componente, no la única causa. Pero permitió que el país avanzara con velocidad y paz social. Con errores y límites también, por cierto. Y después de 20 años también hubo una caída. Siguió bajando la pobreza, pero bajaba menos. La economía empezó a crecer menos también. Comenzó una falta de dinamismo, por los problemas que se dieron.
—¿Cómo se explica que los líderes de la moderación hayan sido derrotados?
—¡Cómo no va a ser así si en los partidos que llevaron adelante esto, no hubo orgullo por lo que habían hecho! Y, atención, orgulloso no significa no ser crítico. Si no consideras que lo que hiciste era lo que había que hacer, naturalmente, es muy difícil que la gente te crea y vote por ti. Si tú no estás convencido de las cosas buenas hechas, con qué argumento vas a convencer que son buenas. Y emergió la visión crítica de la izquierda radical.
—¿Puede recuperar la centroizquierda el orgullo por lo realizado?
—El espacio político de la moderación y cambio gradual existe en Chile. Tanto así que los dos candidatos andan vueltos locos buscando esa fuerza y su voto. Se trata de gente que no votó o que votó por candidatos de centroderecha o centroizquierda. Pero para que se pueda reconstruir lo que yo llamo un sujeto reformador, va a pasar un tiempo. En Europa fue así. El partido socialdemócrata alemán se decía que era un partido que había muerto. Sin embargo, acaba de ganar las elecciones. En Italia, la primera fuerza eran partidos de extrema derecha, soberanistas y medio xenófobos. Hoy el partido demócrata es el primero en Italia. El PSOE estaba dado por muerto y resurgió. Lo mismo en países nórdicos.
—¿Ud. dice que Chile requeriría un líder del extremo? ¿Un Trump para volver al centro?
— (Ríe). Yo no saco esa conclusión, porque yo quiero a Chile. No quiero que aquí allá un Trump. Pero Chile necesita vivir una experiencia que le muestre la necesidad de que se puede vivir mejor con una fuerza moderada. Y, desde mi punto de vista una fuerza moderada de la centroizquierda. Sin embargo, va a tomar su tiempo la reconstrucción de la centro izquierda
—¿Va a tomar más de 4 años la reconstrucción de la centro izquierda?
— Más de cuatro años va a tomar la reconstrucción de la centroizquierda. En Europa el proceso de recuperación de la centro izquierda tomó alrededor de 8 o 10 años.
—¿El libro deja al lector con una sensación triste o alegre?
—Con la Concertación el país avanzó mucho y esa experiencia no se valoró lo suficiente. Es triste en ese sentido y esperanzador. Chile tiene los medios de la historia, el patrimonio histórico para hacerlo.
—¿El tema calza con el debate en torno a la segunda vuelta?
—No tiene que ver con la elección, sino con una visión estratégica. Se plantea la tesis de que en América Latina no hubo una socialdemócrata clásica, tampoco en Chile. La primera experiencia parecida al reformismo socialdemócrata adquiere forma con la Concertación, con los primeros 20 años de la transición. Es mejor hablar de reformismo en Chile, más que de social democracia y social cristianismo. Fue muy fuerte con la Concertación y perdió el impulso propulsivo. Eso hizo que la economía creciera, la pobreza disminuyera, que la desigualdad bajara, pero en un ambiente de paz social.