Emilio Berkhoff: el huinca que se convirtió en weichafe de la CAM y que ahora adhirió al grupo WAM
En Temuco, el activista mapuche condenado hace dos semanas por delitos incendiarios y robo, ingresó a la CAM luego de visitar a Héctor Llaitul en la cárcel. Sin embargo, su relación se distanció.
Fue una chaqueta roja la que hace 15 días lo empujó a una nueva condena de cárcel. La historia comenzó a las 08:00 horas del 30 de mayo de 2020, cuando Emilio Berkhoff Jerez, liderando un grupo de sujetos con fusiles y escopeta, vestidos de negro al estilo de ISIS, y encapuchados, irrumpieron en el fundo el Buen Retiro, comuna de Lumaco.
Ahí, encañonaron a diez trabajadores que arreglaban caminos internos y los obligaron a internarse en un bosque y lanzarse al suelo en medio de insultos y golpes. Berkhoff le pegó con su arma a Roger Candia, un trabajador al que encañonó y le aplastó la cara con una rodilla en el suelo.
Después de golpearlo, robó su celular, y una casaca Columbia roja. Esto, mientras el resto de la banda retenía a las demás víctimas y también le robaban especies. El testimonio de Candia fue clave en la causa.
El grupo de Berkhoff, hasta entonces considerado miembro de la cúpula de la CAM, prendió fuego a las maquinarias del predio, incendiándolas completamente.
Antes de huir en camionetas de la empresa Obras Civiles Arévalo, lanzó un panfleto con la leyenda “WEICHAN AUKA MAPU, FUERA LAS FORESTALES DEL WALLMAPU Y LIBERTAD A LOS PRESOS POLÍTICOS MAPUCHE”.
Esa fue la primera confirmación para los servicios de inteligencia de que Emilio Berkhoff se había alejado de la CAM y acercado a operar con la WAM, una facción más radical, con entrenamiento paramilitar escindida del grupo anterior.
Mitos, sospechas y rumores del “gringo” o “el ucraniano”
Funcionarios de inteligencia policial sostienen que Emilio Berkhoff, conocido entre los grupos radicales mapuches como “el gringo” o “el ucraniano”, carga con un prontuario policial de siete páginas de antecedentes y varias condenas con penas bajas por delitos violentos.
Pero lo más sorprendente, señalan, es una posible red de contactos con anarquistas en Chile y Argentina adherentes a la causa mapuche.
También, explican, se ha indagado su posible participación en la internación de armamento desde Argentina, y por cierto, actividades ligadas a tráfico de drogas desde Perú.
Su llegada al radicalismo mapuche
Los bisabuelos de Emilio Berkhoff eran colonos ucranianos que llegaron a Valdivia cerca de 1860. Su familia se estableció en el Fundo Putabla, cerca de Máfil, en la Región de Los Ríos, donde nació.
Oficiales que lo han investigado cuentan que Berkhoff, de niño, acompañaba a su madre al Alto Biobío a manifestaciones en contra del proyecto hidroeléctrico de Ralco y que a los 16 años se estableció en Temuco junto a ella y sus hermanos.
En 2005 entró a Ingeniería en la Universidad de Concepción, carrera que cambió por la de Antropología en la Universidad Católica de Temuco al año siguiente, tal como su madre había estudiado alguna vez.
En la capital de la novena región comenzó una relación con una activista mapuche y también, en los círculos universitarios de apoyo a la CAM, hizo una fuerte amistad con el estudiante de la Universidad de la Frontera, Matías Catrileo, quien murió en enero de 2008 por disparos de Carabineros en una toma en Vilcún.
Según explicaron a EL DÍNAMO funcionarios de inteligencia, ahí Berkhoff comenzó una relación con Peggy Bocaz, otra activista pro-mapuche, y se integró a la red de apoyo a la CAM.
Explican que comenzó a ser detenido por delitos menores en 2007, y luego por acciones armadas de mayor envergadura. También relatan que visitaba en la Cárcel El Manzano a Héctor Llaitul, el líder de la CAM, con quien mantuvo una estrecha relación de amistad, pero que supuestamente se quebró en 2012.
Funcionarios del Ministerio Público señalan que Llaitul lo “reclutó” formando un grupo de acción operativa. Así se transformó en un huinca que se une a la causa mapuche.
Una detención fortuita en La Serena
Hace dos semanas en un procedimiento abreviado, el Tribunal de Garantía de Traiguén condenó a Emilio Berkhoff por los delitos de incendio y robo con violencia. Se trataba de los hechos ocurridos en mayo de 2020, en el fundo El Buen Retiro de Lumaco, y su detención fue prácticamente fortuita.
El viernes 12 de junio de ese año, efectivos de la Brigada Antinarcóticos de la PDI explican que, en un operativo antidrogas, detuvieron la camioneta donde Berkhoff se desplazaba cerca de Los Vilos. En un banano le hallaron 50 cartuchos de 9×19 mm para escopeta y droga.
Tras su arresto, en una imagen de TV de la detención de Berkhoff subiendo a una patrulla fue visto por Candia, el hombre al que le había aplastado la cabeza con la rodilla un mes antes. El trabajador reconoció la chaqueta roja que el imputado llevaba puesta y que le había robado junto con su celular.
En enero pasado, la Fiscalía de Alta Complejidad de La Araucanía pedía 20 años de cárcel para Berkhoff por estos hechos. Sin embargo, luego de reconocer su colaboración al aceptar los hechos, se rebajó esta solicitud y su condena fue por un total de 6 años y dos días.
Con su nombre involucrado, las especulaciones acerca del financiamiento del narcotráfico a organizaciones violentistas volvieron a asomarse, pero la fiscal Carla Hernández salió rápidamente a responder las dudas. Hasta el momento, los investigadores creen que el traslado de droga solo es una forma de Emilio Berkhoff para generar recursos personales.
La CAM, mediante un comunicado, se desmarcó de Berkhoff, aclarando “enfáticamente que nunca ha sido dirigente ni líder de nuestra organización” y que las referencias a ese nexo solo “tienen por finalidad enlodar la lucha mapuche”.
Según la PDI, este mensaje se explica porque Berkhoff se alejó de Llaitul y se adhirió al grupo Weichan Auka Mapu (WAM), un grupo escindido de la CAM.