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Actualizado el 10 de Noviembre de 2023

Fernando Atria de cara al Plebiscito de Salida: “No creo que haya espacio para un nuevo proceso constituyente”

En la primera de una serie de entrevistas a expertos y ex participantes del proceso constitucional, el abogado y ex convencional asegura que el próximo 17 de diciembre los chilenos deberán elegir entre la propuesta republicana y "los retazos de la Constitución de Pinochet".

Por Juan Pablo Ernst
Fernando Atria Para Atria, la propuesta de nueva Constitución "busca proteger a los más ricos, a los más poderosos". AGENCIA UNO/ARCHIVO.
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“Evidentemente”, responde el abogado y ex convencional Fernando Atria cuando se le pregunta si ya tiene claro cómo votará respecto a la nueva Constitución en el Plebiscito de Salida del próximo 17 de diciembre de 2023. Y de inmediato confirma, sin sorpresas, que lo hará En Contra.

En conversación con EL DÍNAMO, el profesor de Derecho aseveró que si fracasa el actual proceso constitucional no habrá espacio para uno nuevo en el corto plazo, a la vez que le quitó dramatismo a la disyuntiva que tiene la izquierda de elegir entre “la Constitución de Kast y la Constitución de Pinochet”, ya que de esta última “sólo quedan retazos”.

Lejos de una autocrítica tras lo ocurrido con la primera experiencia constitucional posterior al estallido social y el rechazo a la propuesta de la Convención Constituyente, Fernando Atria sostuvo que “los convencionales del Frente Amplio hicimos lo que estaba dentro de nuestras posibilidades”.

Con la visión del tiempo transcurrido tras el estallido social y la segunda experiencia constituyente, ¿cómo evalúa el primer proceso constitucional del que formó parte?

—Ese proceso fue diseñado para encausar la situación como se había desarrollado después de octubre de 2019. Creo que, en ese sentido, fue exitoso, sirvió para encausarla. Pero las condiciones en las cuales se desarrolló el proceso, que tenían que ver con el hecho de que había sido necesario un estallido para iniciarlo, hicieron que el proceso adquiera ciertas características que explican, en buena parte, el fracaso el 4 de septiembre.

¿Considera que las críticas que se hicieron en ese momento se ajustaron al proceso?

En la Convención hubo unas disposiciones a impugnar las formas tradicionales de la política. Y esa disposición se manifestó en cuestiones que fueron aprovechadas para ridiculizarla. Eso le pasó una cuenta muy grande a la Convención. Es la principal razón que explica el fracaso.

¿Haría alguna autocrítica?

Nosotros hicimos los que teníamos que hacer. Creíamos que era importante que la Convención hiciera una propuesta al país. En muchos momentos parecía que no iba a haber propuestas, y eso habría sido un fracaso un nivel distinto del que terminó siendo. Con el Frente Amplio hicimos todo lo posible para contribuir a que hubiera una propuesta hecha dentro del plazo. Y que esa propuesta fuera la más adecuada.

Por cierto que con el resultado uno puede decir ‘debimos haber insistido más en varias de las cosas que defendíamos, debimos haber hecho cosas algunas cosas distintas’. Pero, en general, creo que dadas las circunstancias, los convencionales del Frente Amplio hicimos lo que estaba dentro de nuestras posibilidades.

“No tenemos que elegir entre la propuesta republicana y la Constitución tramposa”

¿Ha tenido tiempo de interiorizarse sobre el nuevo proyecto de Constitución que se votará el 17 de diciembre?

—Sí, algo lo he mirado.

¿Cuáles son a su juicio los nudos más críticos?

—Es una Constitución que continúa la línea del texto de 1980. No en el sentido de contener cerrojos o trampas, pero sí en el sentido de que cada vez que tiene que optar entre el fuerte y el débil, protege al fuerte. Es una visión extremadamente conservadora, que busca proteger fundamentalmente a los más ricos, a los más poderosos, a los proveedores frente a los consumidores, a las empresas ante los usuarios de luz, salud, etcétera. Le preocupan muchísimo más las condiciones bajo las cuales las empresas reguladas pueden ser sancionadas por la administración que la cuestión de cómo se va a proteger a los consumidores de los abusos de esas empresas. Y eso se repite en la objeción de conciencia, en la reserva legal, en la potestad administrativa sancionatoria. Y claro, eso tiene consecuencias que ni los propios republicanos querían.

Como que la manera en que está configurada la reserva legal implica que la Ley de Drogas sería inconstitucional y que todos los que están condenados saldrían libres. No creo que los republicanos hayan querido eso, pero con su exceso de entusiasmo adoptaron un texto que efectivamente tiene consecuencias como esa.

Si gana el En Contra, quedará la Constitución de 1980, la que usted llamó en su libro La Constitución tramposa, ¿pensó alguna vez que este sería el escenario?

—No, por cierto. Yo pensé que el proceso constituyente iba a llevar una nueva Constitución aprobada por todos. Pero ese mismo libro, escrito y publicado en 2013, para que no haya acusaciones de oportunismo, dice que la Constitución tramposa no es el texto de la Constitución de 1980, sino los cerrojos que la definen. Y que en la medida en que esos cerrojos sean removidos o eliminados, incluso si el resto del texto no es modificado, eso implica la eliminación de la Constitución tramposa. Eso es importante porque, como consecuencia del estallido, todos los cerrojos, que eran el sistema binominal, las leyes orgánicas constitucionales, el Tribunal Constitucional y el meta cerrojo era el exagerado quórum para una reforma constitucional, fueron eliminados. Eso desapareció y ahora no tenemos que elegir entre la propuesta republicana y la Constitución tramposa. Tenemos que elegir entre la propuesta republicana y estos retazos de la Constitución tramposa.

¿Le sorprendió la votación obtenida por Republicanos?

—Sí, por cierto me sorprendió. Pero hay algo que decir al respecto, porque cuando uno mira políticamente la elección de mayo de este año y la compara con la elección que llevó a la composición de la Convención, en mayo de 2021, uno diría que esto es un giro del 180 grados. Un vuelco completo de la Lista del Pueblo y los movimientos sociales constituyentes al Partido Republicano. En algún sentido es así, pero yo creo que hay un punto de vista más importante, un punto de vista social.

Creo que socialmente es el mismo resultado. En ambos casos, las personas votaron dándoles un triunfo a quienes veían como los outsiders, los que venían a barrer con toda esta corruptela. Es la versión chilena del “Que se vayan todos”.

En este sentido, ¿usted le resta cualquier posibilidad a una eventual candidatura de José Antonio Kast?

—Yo no le resto nada. En las condiciones actuales no se puede excluir nada. Supongo que él está decidido a ser candidato presidencial. No le voy a desear lo mejor, por razones obvias, pero tiene todo el derecho a ser candidato a presidente. Pero creo el hecho de que los republicanos hayan controlado el Consejo va a hacer mucho más difícil para ellos ahora presentarse de nuevo como los outsiders y no van a recibir el beneficio del voto que tuvieron en mayo.

¿Qué le parecieron las declaraciones de Beatriz Hevia respecto a los “verdaderos chilenos”?

—Tenemos que darnos cuenta el discurso de la presidenta del Consejo no era una declaración improvisada. Era un discurso que ella estaba leyendo y que preparó y elaboró cuidadosamente. Y así, creo que el discurso refleja el espíritu de la propuesta que se hace a Chile, que asume que hay tal cosa como verdaderos chilenos y que está pensando en ellos y no en el resto.

El escenario tras el plebiscito del 17 de diciembre

¿Tiene claro cómo votará el 17 de diciembre?

—Evidentemente. En Contra.

En el caso de que gane su opción en diciembre, ¿habría que iniciar un nuevo proceso constitucional o no?

—Desde el 2019 estamos frente a una crisis política profunda que no ha tenido solución. Creo que esa situación no se va a solucionar en ninguno de los dos casos en diciembre. Porque el problema que llevó a la apertura del proceso constituyente va a seguir abierto. No creo que hoy haya espacio para un nuevo proceso constituyente. Pero el hecho de que no tengamos una solución a la crisis, no quiere decir que la crisis desaparezca. En ninguna esfera de la vida justo cuando se nos acaban las soluciones se nos acaban los problemas, ¿verdad?.

¿Podría haber un nuevo estallido social?

—Yo no voy a decir nada de eso, porque he aprendido que en Chile cuando uno trata de hacer un análisis, lo acusan de hacer amenazas. Simplemente digo: teníamos un problema, ideamos un camino para enfrentarlo y ese camino no funcionó. Que cada uno saque las posibles consecuencias.

A su juicio, ¿cuál debería ser la posición del Gobierno en torno al plebiscito del 17 de diciembre?

—Por lo visto, el Gobierno tomó la decisión de no participar activamente en la campaña, sino jugar un papel fundamentalmente de árbitro. Y me parece razonable.

¿A quiénes le gustaría ver en la franja electoral del En Contra y por qué?

—Esa pregunta se responde en términos puramente estratégicos y no tiene nada de contenido. Es de qué sirve para llegar a más gente e invitarla a votar En Contra. Ahora, algunos de los consejeros expertos pueden ser un aporte. Creo que sería un gran acierto incluir a la ex presidenta (Michelle) Bachelet. Pero, insisto, esas son decisiones de diseño de campaña que funcionan con una lógica distinta.

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