Pablo Zalaquett acusa falta de liderazgo e individualismo en negociación electoral: “Hay muchas personas pensando en su bien particular por sobre el bien común”
Tras casi cinco meses en silencio, el ex alcalde de Santiago y La Florida analiza en conversación con EL DÍNAMO la disputa en la oposición de cara a las municipales, cuestiona el rol de Evelyn Matthei en las negociaciones y sostiene que "nunca se la debió exponer a algo así".
El 29 de diciembre recién pasado, el nombre del ingeniero comercial Pablo Zalaquett (UDI), de 60 años, alejado de la política desde 2020, comenzó a copar los medios. Un reportaje de Ciper reveló que su departamento fue sede de una serie de reuniones entre empresarios y al menos seis ministros del gabinete del presidente Gabriel Boric.
Tras la publicación, que puso en alerta al Gobierno y al Congreso, el ex alcalde de Santiago (2008-2012) y de La Florida (2000-2008) reconoció estar triste y afectado. Sentía que lo habían destruido. Hoy, a casi cinco meses, dice ―en entrevista con EL DÍNAMO― estar “tranquilo” y reivindica “la necesidad del diálogo”.
Diálogo que, a su juicio, fue uno de los aspectos que faltó en la negociación para las elecciones municipales en Chile Vamos y los bloques de derecha, en la que participó como asesor. Su principal preocupación, plantea, es el “individualismo” de su sector. “Acá hay muchas personas que están pensando en su bien particular por sobre el bien común”, comenta.
También, indica, le inquieta el rol que ha tomado la saliente alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei (UDI), en la selección de los postulantes a alcaldes y gobernadores de Chile Vamos. Insiste en que “a los candidatos presidenciales hay que cuidarlos mucho” y que la jefa comunal no debió verse expuesta a “dejar heridos” en el proceso.
“No hemos sido capaces de llevar esta negociación municipal como muchos hubieran querido”
―¿Cómo ha visto el proceso de negociación en Chile Vamos para las elecciones municipales y de gobernadores regionales?
―Me parece que ha sido un proceso engorroso, mucho más largo y complejo de lo que debió haber sido y de lo que debería ser. Más aún cuando todos sabemos que para una elección municipal o de gobernador siempre hay que ir con un solo candidato. En caso contrario, quien está al frente, en este caso el pacto oficialista, tendría todas las posibilidades de ganar y uno termina entregándoles el municipio o la gobernación. En ese escenario, uno está obligado per se a poner de acuerdo a todas las fuerzas de oposición: Chile Vamos, Demócratas, Amarillos y Republicanos. Hemos dado malas señales a la gente que adhiere a la centroderecha.
También pienso que ha sido engorroso para los propios candidatos. Hay que entender que Chile Vamos tiene la mayor posibilidad de triunfo para la elección presidencial con Evelyn Matthei. Y esta elección es la antesala de esa, y es muy relevante. Los alcaldes son la primera línea ante la comunidad. Si uno tiene más alcaldes y gobernadores, más posibilidades de éxito presidencial y parlamentario tiene.
―¿Contrasta, entonces, el éxito en las encuestas con cómo se ha llevado la negociación?
―Eso ha hecho que muchas personas del sector sientan cierta molestia de por qué, en un momento tan relevante, con un Gobierno en el suelo, con un pacto oficialista con tantas diferencias, en primer lugar entre sus dos almas, y que ahora fue capaz de incluir a la DC, que no es ni siquiera parte del oficialismo, y se pusieron de acuerdo en muy poco tiempo. Y todas las pugnas, que deben haber sido muchas, han quedado a nivel interno. Por eso molesta que Chile Vamos no sea capaz de ponerse de acuerdo todavía, y que muchas pugnas hayan sido ventiladas por los medios de comunicación.
Hasta ahora, lamentablemente, no hemos sido capaces de llevar esta negociación municipal como muchos hubieran querido. Más aún, teniendo todo el escenario favorable en la opinión política, que marca una clara tendencia hacia la derecha. Si uno mira los dos candidatos presidenciales con mayor opción, se ve arriba por lejos a la de Chile Vamos, y en segundo lugar, a mayor distancia, José Antonio Kast (Rep). También tenemos figuras no menores, como el caso de Rodolfo Carter (IND). Entonces, esto no se entiende. Definitivamente no se entiende.
―¿Cómo ve el escenario ahora?
―Se ha generado una presión y un ambiente que hace que estos últimos días se estén poniendo de acuerdo todos más rápido. Pero, además, hay que entender que hoy Chile Vamos tiene pocas alcaldías relevantes en la Región Metropolitana. Tiene muy fuertemente el sector alto, que es tradicionalmente de Chile Vamos. Pero hay muchas comunas por recuperar, partiendo por Santiago, pero también lugares como Ñuñoa. Y hay otras clave por mantener, como Puente Alto y La Florida.
Todo esto debió haberse hecho con mucha anticipación. Hay candidatos que son clave, que la gente sabe que deben ir, y otros que debieran haber ido.
―¿Piensa que a la derecha le ha faltado pragmatismo para negociar para estas elecciones?
―A la derecha le ha faltado pragmatismo y cierto nivel de liderazgo. Creo que la derecha tiene muchas cualidades. Tiene las mejores ideas. Tiene a la mejor líder, que es Evelyn Matthei. Pero tiene un pecado original que siempre aparece en último momento: el individualismo. Acá hay muchas personas que están pensando en su bien particular por sobre el bien común. Eso le ha dificultado la labor a personas como Javier Macaya (UDI), Gloria Hutt (Evópoli) y Rodrigo Galilea (RN), que tienen un claro liderazgo y un afán de llegar a acuerdos.
“Si Evelyn Matthei fuera la única candidata hubiera sido más fácil alinearse”
―¿Cree que el liderazgo de Matthei y Kast en las encuestas ha complicado las negociaciones?
―Claro. Puede sonar contradictorio, pero el hecho de que Matthei sea la número 1 en las encuestas y Kast sea el número 2 hace más difícil la negociación con el Partido Republicano. Para Republicanos no es menor cuántos candidatos lleva y dónde los lleva. Eso ha complicado mucho más este asunto. Es una paradoja, pero a veces es mejor llevar un solo candidato primero y no dos en los primeros lugares, porque todos se alinean más fácil.
Queda claro que la mayoría de los chilenos está hoy con la centroderecha y la derecha, pero genera más dificultad para llegar acuerdos, y esto lo demuestra. Si Evelyn Matthei fuera la única candidata hubiera sido más fácil alinearse.
―¿Eso, cree usted, fue lo que facilitó la discusión en el oficialismo?
―Claro. Los que están abajo tienen más facilidad para unirse, porque si no se unen, mueren todos. Si hoy uno mira las encuestas, ellos no tienen ningún candidato presidencial. Por mucho que el presidente Boric haya lanzado al ruedo nueve presidenciables, de los cuales todos sabemos que con suerte hay dos o tres en el corto plazo. Si uno lo mira a ocho o 12 años puede ser que haya seis.
―¿Qué le parecieron esos nombres?
―Creo que el presidente lanzó buenos nombres. Pero otros son amigos, porque poner a Gonzalo Winter (CS) en la lista… una cosa es el análisis político y los deseos, y otra es la realidad. Pero nadie puede negar que alguien como Tomás Vodanovic (RD) o Carolina Tohá (PPD) sean nombres atractivos y con futuro.
Pero en el corto plazo no tienen ningún nombre corriendo fuerte para la presidencial. Entonces, eso hace más fácil la unión. Y la Democracia Cristiana no tiene a ninguno tampoco en el corto plazo. Todos sabemos que para cuatro años más indirectamente tiene a Claudio Orrego (IND). Quién se habría imaginado a Orrego o a Alberto Undurraga (DC) tratando de justificar que Irací Hassler (PC) ha sido una buena alcaldesa de Santiago. Ni el mejor cineasta habría imaginado esa película hace un año. Porque además no es así: Hassler ha sido la peor alcaldesa de Santiago desde la vuelta a la democracia.
Imagínate la necesidad de acuerdos que tenía la DC, porque ese diagnóstico nadie se lo cree. Ni ellos mismo. Tenían una necesidad imperiosa de ponerse de acuerdo, y de hacerlo rápido. Porque si no, desaparecen. Pero terminar apoyando a Irací Hassler con vehemencia es, definitivamente, el principio del fin. Estamos en las puertas del cementerio.
“Santiago es una comuna totalmente recuperable”
―¿Qué le pareció el manejo de la negociación en Las Condes tras la irrupción de Marcela Cubillos (IND)?
―Hay cosas que me preocupan. Lo de Las Condes no me dejó contento no porque Marcela Cubillos no fuera buena candidata. Creo que es una gran candidata y estoy seguro de que va a ser una gran alcaldesa. Pero creo que se podría haber llegado a lo mismo, pero en una conversación que no fuera por la prensa y sin anunciarlo por los medios de comunicación. Podría haber conversado con los partidos, como corresponde, y anunciarlo, como corresponde.
Creo que la forma en que se tuvo que bajar a Daniela Peñaloza (UDI) no es la que ella se merecía. Dejó gente herida en la camino desde el inicio, y tampoco se vio en la izquierda. No creo que esto sea lo más sano y ella tampoco se lo merecía. Entonces, el proceso no fue el adecuado, aunque ella sea una gran candidata.
―Y, en ese sentido, ¿qué opinión le merecen las disputas en relación a la Municipalidad de Santiago? Hubo subidas y bajadas de candidatos que generaron bastante incertidumbre…
―Lo primero es que Santiago es una comuna totalmente recuperable. Es un deber recuperarla por dos razones. Primero, por los santiaguinos y la mala gestión de Irací Hassler, más allá de un trofeo político, por la gente que vive en Santiago. Pero también es el rostro de Chile frente al mundo. Dos millones de personas pasan por ahí cada día. Es muy relevante que haya un buen alcalde ahí.
Dicho eso, hay que ver con quién se recupera. Para recuperarlo, no pueden ir dos candidatos que, de alguna forma, se canibalicen algunos votos. En ese sentido, está claro que el señor Aldo Duque (IND), a quien no conozco, no debe ir. Porque a cualquiera que sea que vaya, le quitaría votos. A unos más, a otros menos. Entonces, no puede ir. Ese es un acuerdo al que hay que llegar sí o sí. Me parece bien que Duque se haya abierto a llegar a acuerdos, porque no pueden ir dos candidatos que se quiten votos entre ellos.
―¿Cómo fue el proceso en la interna?
―Se hicieron muchas encuestas y aparecieron una serie de candidatos con posibilidades de ganar. Hubo sorpresas en las encuestas. Yo fui parte del proceso, porque participaba como ex alcalde. En las encuestas, Sebastián Sichel (IND) aparecía con la primera opción. Pero se generó un enredo que fue lamentable, con el tema de Duque y con los timing.
Pero sí me parece que la solución final es buena. Conozco a Mario Desbordes (RN), creo que es un gran político, que tiene el apoyo completo de Chile Vamos. Además, genera una probabilidad alta de que se baje el señor Duque y tiene una gran experiencia. El gran tema de Santiago hoy, por lejos, es la seguridad, y él tiene mucha experiencia en ese tema. Creo que tiene todo el perfil, por su trayectoria, para ser alcalde de Santiago. A partir de la seguridad, se puede rescatar la inversión, la vida de barrio, la educación, el turismo y la salud. La seguridad es la condición sine qua non para que la gente quiera vivir en Santiago. Mario es, entre los candidatos posible, un gran nombre.
―¿Y Rodrigo Delgado, que es de su partido?
―Lo que pasa es que él siempre planteó que quería ir por Maipú.
―¿Cómo vio el timing de la solución?
―Creo que la subida de Desbordes fue relativamente rápido. De acuerdo a las encuestas, Sichel aparecía como la mejor opción, pero ya pasado pasado. Mario Desbordes tiene, por sus condiciones personales, todas las opciones para ganar y lo que hay que hacer es una buena campaña.
―¿Piensa aconsejar a Mario Desbordes en su campaña?
―He tomado contacto con él y quedamos de tomarnos un café. Me he comprometido a ayudarlo en lo que para él sea necesario. Y estoy seguro que los demás ex alcaldes también lo van a apoyar.
“Creo que se expuso de más a Evelyn Matthei”
―¿Cree que todas las tensiones internas que saltaron a la prensa terminaron por dañar la negociación?
―Hay muchas cosas que la gente no entiende. Por ejemplo, que habiendo una candidata en Puente Alto, como Karla Rubilar (ind), con el peso político que ella tiene, con la experiencia, con el carisma que tiene, y con el trabajo en terreno que ha hecho, y que aparezcan después dos Ossandón, y se sigan demorando en proclamarla como candidata única de Chile Vamos. Eso no lo entiende nadie. Todos deberían estar cerrados con Karla Rubilar.
Puente Alto y La Florida son comunas muy relevantes para la derecha. Jamás la centroderecha debe olvidarlas. Tenemos que entender que si queremos ser gobierno y que nuestras ideas penetren, y queremos darle una gobernabilidad importante al futuro gobierno de Matthei, tenemos que gobernar Puente Alto, La Florida, Maipú, Santiago, y no sólo las comunas del sector oriente.
En Recoleta, por ejemplo, el señor Daniel Jadue (PC) no va y su apellido está bien desprestigiado. Tendríamos que tener un candidato corriendo ahí con una probabilidad importante de recuperar esa comuna, que fue nuestra por mucho tiempo. Esas comunas son triunfos simbólicos, por lo que representan. Es muy importante volver a gobernarlas. Es relevante estar en todas partes, en todos los estratos, todas las regiones, y representar todo el arcoíris de los chilenos.
―¿Qué le ha parecido el rol que ha tenido Evelyn Matthei como articuladora de la negociación?
―En general, yo soy partidario de que hay que cuidar a los candidatos presidenciales. Hay que cuidarlos mucho. Quienes tienen que llegar a los acuerdos son los presidentes de los partidos. Cuando uno tiene un candidato presidencial que va arriba por lejos, pero le queda más de un año y medio para la elección, el primer deber de los partidos políticos y sus directivas, es cuidarlo.
Por lo tanto, exponer a Evelyn Matthei a situaciones en que tenga que estar ella dejando heridos es un daño personal muy grande que se le hace a la candidata. Es un error que se ha cometido. Por ejemplo, que ella aparezca apoyando a Sichel y después no apoyándolo, fue un daño. Nunca se la debió haber expuesto a algo así.
―Entonces, a su juicio, ¿fue un desacierto que se involucrara?
―Estoy seguro que ella ha jugado un rol en lo de Mario Desbordes y en lo de Jaime Bellolio (UDI) que ha sido acertado. Buscó que sean las personas acertadas y conciliando a los partidos. Pero creo que se expuso de más a Evelyn Matthei.
En todo caso, no tengo ninguna duda de que ella es una líder y ha tomado y va a tomar todas las definiciones que sean necesarias. Pero entendamos, también, que hay una derecha individualista, que es capaz de exponerla. Y no me refiero a los presidentes de los partidos. Tengo la mejor impresión de Rodrigo Galilea y de Javier Macaya. Sin embargo, lo que le ha tocado hacer en el último tiempo ha sido lo correcto.
Las polémicas reuniones en la casa de Zalaquett: “No todo es lobby”
―A poco más de cuatro meses de que se supiera de las reuniones en su casa. ¿Qué reflexiones saca, con el paso del tiempo, a partir de la polémica que se generó en esos días?
―Yo reivindico, a todas luces, la necesidad del diálogo. Y creo que no me equivoco, porque lo que hemos visto estos días entre el mundo político y empresarial grafica absolutamente lo que yo vengo diciendo desde octubre de 2019. Justamente, por esa no conversación, por esos prejuicios, por esos desconocimientos, estamos como estamos. Y aquí lo relevante es la gente, y especialmente esa clase media empobrecida. Siempre he dicho que los ricos se sustentan solos y de los más pobres el Estado se hace cargo. Entonces, ese diálogo es necesario. Es clave.
Yo puedo entender que a la gente le gustaría que todo se muestre. A mí también me habría gustado. Pero no están las condiciones. Primero, porque no todo es lobby. Si no, estamos en un país en que nadie puede conversar con nadie. Y se requieren conversaciones en un ambiente más íntimo para que se rompan los prejuicios. Eso permite conversar y comprender por qué la persona piensa de una forma. Así se puede decir jamás habría conversado con una persona y ahora estoy dispuesto a conversar. Pero para llegar a acuerdos están los canales institucionales.
―¿Y qué buscaba con estos encuentros?
―Lo único que hacían estas reuniones era bajar la ansiedad y sacar las barras bravas, para que haya una disposición de personas que, si no se juntaban a conversar, estaban llenas de prejuicios. Aquí, al menos, la gente se conocía, se escuchaba con respeto. Se entendían como dos seres humanos, personas con historias, y que algún día se podían poner a conversar. Cualquier persona razonable sabe perfectamente ―y esto lo digo por los columnistas y comentaristas que escribieron esos días― que a un acuerdo no se llega en una conversación en una casa.
Una conversación es para romper el hielo. Y también todos saben que estas conversaciones se han hecho toda la vida, se siguen haciendo, y mi casa no era la única. Pero aquí se generó confianza, en términos de poder conversar. Y si no se conversa, no se avanza.
―¿Cree que en Chile no se está conversando?
―Mira lo que estamos viendo en este clima, pues. En la televisión vemos programas como Sin Filtros, que tiene buen rating, pero se trata de quién le pega al otro. Lo mismo los programas políticos y el Parlamento. Nos mandamos recados. El presidente amenaza al mundo empresarial por la prensa. Pero si eso se conversara en un ambiente íntimo, sin prensa, habría más posibilidades de escucharse.
Hoy se está conversando todo por las redes sociales. Entonces, se le está hablando a las barras bravas, para que pongan like, al 15%, al 30%. Pero la gente que lo pasa mal, lo pasa cada día más mal.
―Porque no hay acuerdos…
―Pero cómo va a haber acuerdos, si lo único que estamos haciendo es agarrarnos. En las reuniones en mi casa, lo único que ocurría es que personas que tenían una serie de prejuicios y nunca se habían juntado se encontraban. Pero sin un ambiente de respeto y confianza, no se puede conversar. Y por eso estamos como estamos, por favor.
Yo todavía no logro entender el escándalo que generó todo esto. Yo sólo lo comprendo porque pasaron por mi casa ministros del Frente Amplio y del Partido Comunista. Yo puedo asegurar que si hubiese ido la misma cantidad de ministros, pero todos del Socialismo Democrático, esta noticia hubiera salido chiquitita.
El escándalo es que estas personas que renegaban del mundo empresarial y querían acabar con las AFP se juntaron con ellos. Si se juntaban en un lugar público, se mataban. Y si no se mataban, la barra brava los mataba. Es tan sencillo como eso.
―¿Ha recibido apoyos después de que se conoció este tema?
―El mundo empresarial y varios políticos me han hecho ver su apoyo, mucho más allá de los ataques que he recibido. Estoy muy tranquilo, y reivindico totalmente lo que hice. Espero que se siga haciendo, porque es lo que más necesita Chile. Hoy más que nunca, más que el año pasado.
―¿Y cree que encuentros como el de Enade sirven para eso?
―Quisiera destacar el discurso de Karen Thal, la presidenta de Icare, que llamó a los líderes políticos y empresariales a que, a pesar de sus legítimas y grandes diferencias, estén dispuestos a recomponer un clima de diálogo más respetuoso y menos ideologizado. Sólo así se podrán generar las confianzas necesarias para solucionar los temas prioritarios del país.
Esto es totalmente coincidente con todo lo que he venido diciendo y realizando. Sin voluntad de diálogo no hay acuerdos posibles.
―¿Le cambió la vida tras la revelación de estas reuniones? ¿Se ha alejado gente de usted después de esto o le ha costado más manejar su empresa de comunicación corporativa?
―Sólo puedo decir que mi empresa, PZ, está mejor que nunca. El mundo empresarial, y todos los que iban a mi casa, que son los relevantes, los que me conocen, están más unidos que nunca y más valoran lo que hice. Y aclaro algo más, porque hubo calumnias.
Aquí nunca se le pagó a nadie por ir, y nunca se le cobró a nadie. Se dijeron muchas cosas. Los vinos los ponían unos, los tapaditos otros, y así. Pero no era nada, y lo que se estaba haciendo era mucho. Vende mucho más decir todo lo que se dijo. Y hoy lo que vende más es la suspicacia, entonces ya nadie confía en nadie.
―¿Ha hecho más reuniones en su casa? ¿Planea seguir haciéndolas?
―No. Espero con el tiempo poder. Me tomé un tiempo de descanso con mis hijos que viven fuera de Chile. Después, a mitad de marzo, llegué y reordené mi empresa y mis cosas, porque en enero no pude trabajar mucho. Pero ahora estoy viendo qué voy a hacer. Algo voy a hacer, pero no lo he mirado todavía, para ser franco.
Lo que sí sé es que un año electoral, con este clima que se ha instalado, es más complejo. Era tan distinto el clima de conversación que existía antes, y estoy seguro de que muchas cosas que se han dicho por los medios se podían haber evitado si hubiéramos seguido conversando. No el fondo, pero sí la forma. Probablemente el fondo no habría cambiado en nada. Pero qué distinta hubiese sido la forma, y la señal país hubiese sido distinta. El país está agotado y la gente que lo pasa mal no quiere ver más estas peleas permanentes.