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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

A días de la PSU: una discusión aún pendiente

Este instrumento "perpetúa los sesgos de género y socioeconómicos, por lo que el reciente anuncio del SUA de contar con un instrumento especial para los alumnos que provienen de liceos técnicos y que cuentan con características muy específicas, sin modificar la prueba de selección, no es suficiente".

Por María Jesús Castro
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María Jesús Castro es Investigadora de Acción Educar.

Como todos los años, el próximo 26 y 27 de noviembre miles de jóvenes rendirán la PSU con la incertidumbre y los nervios que produce la sensación, errada por cierto, de que es esta prueba la que definirá su futuro. Sin embargo, muchos de ellos no son conscientes de que a nivel político hay un debate que aún está pendiente: las modificaciones al Sistema Único de Admisión (SUA), establecidas en la nueva Ley de Educación Superior promulgada en mayo pasado.

¿Cuáles son estos cambios? Lo que los engloba a todos es la creación de un Sistema de Acceso que reemplaza al actual SUA y aumenta significativamente la heterogeneidad del proceso ya que formarán parte de él todas las universidades, IP y CFT adscritos a la gratuidad y cualquier otra institución de educación superior que solicite su ingreso. Transfiere, a su vez, la administración de este sistema desde el CRUCH hacia la nueva Subsecretaría de Educación Superior, lo que es relevante, debido a que finalmente se termina con el dominio de un pequeño grupo sobre un instrumento que es fundamental dentro del proceso de admisión.

¿Cuál es el origen de estas modificaciones? Para entenderlas hay que remontarse a la creación de la PSU, instrumento que tenía por objetivo relacionar el ingreso a la educación superior con los contenidos de la reforma curricular, fomentando su implementación por parte de un mayor número de establecimientos. Al mismo tiempo, se creía que sería un buen predictor del rendimiento de los alumnos. No obstante, la evidencia ha demostrado lo contrario. Dos auditorías -ETS y Pearson- fueron muy críticas con la PSU y entregaron diversas recomendaciones. Si bien algunas de ellas se consideraron, como el no descontar puntajes por preguntas equivocadas, la verdad es que la prueba no ha cambiado en lo sustancial.

Por otro lado, los alumnos provenientes de la educación técnico profesional han sido históricamente postergados por el sistema, dado que éste está basado en el currículum científico – humanista y considera contenidos hasta cuarto medio, lo cual indudablemente los deja en una gran desventaja. La nueva normativa establece que se deben crear dos subsistemas: uno para el mundo universitario y otro para el mundo técnico. Sin duda esta es una buena noticia: finalmente se terminará con esta discriminación. Pero ésta no es la única. La evidencia también ha demostrado que la PSU perpetúa los sesgos de género y socioeconómicos, por lo que el reciente anuncio del SUA de contar con un instrumento especial para los alumnos que provienen de liceos técnicos y que cuentan con características muy específicas, sin modificar la prueba de selección, no es suficiente.

Si bien la nueva normativa sobre educación superior tiene distintas deficiencias, que no es este el espacio para comentarlas, también presenta desafíos y oportunidades. Hoy las autoridades y los actores competentes cuentan con el tiempo necesario para repensar seriamente el sistema y resolver sus problemas. Es de esperar que prontamente puedan haber avances en la materia que den luces sobre cómo será el proceso de selección para la educación terciaria de ahora en adelante.

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