Cuenta regresiva: ¿cumplió sus objetivos Educación 2020?
La directora ejecutiva de la fundación, Alejandra Arratia, analizó los avances que han promovido en estos 11 años de vida, además de las tareas por las que deberán seguir velando durante los próximos años.
Era el 23 de agosto de 2008 cuando una extensa columna de Mario Waissbluth, titulada “El Estatuto Docente: una tragedia peor que el Transantiago”, publicada en Revista Qué Pasa, sacaba del pupitre un tema que había estado afectando a miles estudiantes, especialmente a quienes se encontraban en una situación de vulnerabilidad: el deficiente estado del sistema educativo chileno.
¿Cuál fue el resultado? Los centros de alumnos de la Universidad de Chile y de la Pontificia Universidad Católica de Chile se pusieron manos a la obra y dos semanas después de dicha publicación lanzaron mediáticamente el movimiento Educación 2020, cuyo objetivo era asegurar a 2020 una educación de calidad, equitativa e inclusiva para los niños, niñas y jóvenes en Chile.
Convocando a los ciudadanos de todo país, el llamado era a “cambiar la educación chilena con un plazo que —si bien resultaba ambicioso— tenía como principal propósito transmitir el sentido de urgencia”, relata Alejandra Arratia, quien hace un año y medio asumió la dirección ejecutiva de Educación 2020.
Hoy, tras 11 años de vida y ad portas del año 2020, Arratia -en conversación con El Dínamo- reafirma la continuidad de la fundación y su compromiso con seguir aportando a mejorar la educación en Chile: “Mientras existan estudiantes a quienes se les cortan las alas porque en su experiencia escolar simplemente no aprenden, nuestra tarea no puede cesar”.
Trayectoria y balance
A lo largo de estos años, Educación 2020 ha presentado tres hojas de ruta con respecto al modelo educativo, ha influido en 30 proyectos de ley, y ha trabajado con 65 mil estudiantes y más de 50 escuelas, entre otras acciones.
Haciendo un balance de estos 11 años de la fundación, Alejandra Arratia señala que “tenemos sensaciones no opuestas, pero sí variadas”.
“Por un lado, creemos que, efectivamente, no logramos alcanzar la meta que nos habíamos propuesto inicialmente, que era equiparar la calidad educativa del 20% de los estudiantes en situación de vulnerabilidad con el 20% de aquellos en situación de privilegio. En el camino nos encontramos con una realidad incluso más dramática, que es que los estudiantes de mayores recursos tampoco logran aprendizajes de la calidad que como país esperamos”, asegura.
La directora ejecutiva agrega que “nuestro propio gran aprendizaje ha sido que para lograr dar el salto que nuestra educación necesita se requieren transformaciones mucho más profundas, basadas en la articulación de esfuerzos transversales y de largo plazo. Pero por otro lado, claramente hemos avanzado mucho”.
Además de esta mirada autocrítica, Arratia señala que “hace una década la educación prácticamente no era tema en la agenda, salvo por la movilizaciones estudiantiles. En cambio, en estos años como país hemos logrado poner en marcha reformas históricas, en las que sin duda hemos incidido y lo que evidentemente también nos enorgullece. Estamos contentos por los logros alcanzados, los que nos abren ahora nuevos desafíos en los que avanzar”.
Respecto a los principales aportes que ha hecho Educación 2020 en educación, Arratia comenta: “Nuestras acciones y voz han sido claves en reformas como la Nueva Educación Pública, la Carrera Docente, la Ley de Inclusión, los avances en materia de Educación Parvularia y Educación Superior, entre varios otros.
Agrega que, a su juicio, “lamentablemente todavía hay políticas en el país que se realizan con mucho desconocimiento de lo que ocurre en la realidad y en Educación 2020 hemos asumido la tarea de promover la transformación de los aprendizajes acompañando a las comunidades educativas, articulando a distintos actores y transformando esta experiencia en propuestas para incidir a nivel país
“Creemos que nuestro principal logro es que nos hemos convertido en una organización que hace incidencia en las políticas públicas desde el conocimiento y experiencia en terreno, desde el trabajo en las escuelas junto a muchos equipos docentes y directivos”, agrega.
Cumplimiento de hojas de ruta
Educación 2020 ha basado el trabajo desarrollado en los últimos años en la hoja de ruta llamada “La Reforma Educativa que Chile necesita” (2014-2020).
Alejandra Arratia comenta que este documento es el que “ha tenido más impacto en la política pública”, ya que en ella se incluían materias como el fortalecimiento de la educación pública, en carrera docente y en Educación Superior, además de los avances en gratuidad y mayor regulación.
Respecto al cumplimento de los objetivos planteados en dicho documento, Arratia señala que presenta un 85% de avance.
Entre las materias pendientes, eso sí, Arratia señala la forma en que se determinan los recursos financieros que recibe cada escuela y la falta de priorización en definiciones para los equipos directivos de escuela, “eslabón esencial para la mejora de los aprendizajes”, comenta.
A sólo cuatro meses de cumplir el plazo autoimpuesto, la directora ejecutiva de Educación 2020 comenta que presentaron una nueva propuesta.
“El Plan Nacional 2018-2030”, comenta Arratia, está centrado principalmente en Educación Parvularia, “lo que nos alegra mucho, porque hemos sido muy enfáticos en destacar que este nivel educativo es clave para el desarrollo integral de los niños y niñas. Pero creemos que, si miramos ambas hojas de ruta, la gran deuda continúa siendo la mejora en la formación de los y las estudiantes”, asegura.
Asegura que este nuevo documento presenta avances “de más del 50%”.
“Nuestro gran pendiente país es la mejora de la calidad de los aprendizajes, en términos de la formación integral de los y las estudiantes. Ellos y ellas pasan gran parte de su vida en espacios donde simplemente no están desarrollando su potencial, y esa es una realidad que no nos puede dejar indiferentes”, menciona Arratia.
Nota roja y rendimiento insuficiente del sistema
En referencia al estado actual de la educación chilena, y si ha cambiado el panorama respecto al crítico diagnóstico entregado por Waissbluth hace 11 años, Alejandra Arratia es clara en su evaluación.
“Tenemos evidencia de que gran parte de los y las estudiantes no tan solo no está aprendiendo, sino que está teniendo experiencias negativas, lo que tiene graves consecuencias tanto individuales como sociales para el país que queremos construir”, sentencia.
Pero también es optimista respecto a los desafíos: “Por eso es fundamental que hoy orientemos los esfuerzos en la transformación al interior de cada establecimiento educacional, para que cada niño, niña y joven acceda a una educación más humana y pertinente, con una experiencia formativa enriquecedora y que le brinde oportunidades de desarrollo integral, con foco en habilidades como el liderazgo, la creatividad, el pensamiento crítico y el trabajo en equipo. Esta es una tarea que nos debe convocar a todos y todas: a la sociedad civil, al mundo político, al empresariado y por supuesto a las comunidades educativas”.
– ¿Qué es lo que se viene para Educación 2020 en el corto y mediano plazo?
– Se nos viene el 2020. La verdad es que tenemos muchas tareas por hacer. En el corto, mediano y largo plazo seguiremos trabajando por construir una sociedad donde prime la justicia, en la que todas las personas tengan la oportunidad de ser protagonistas de su desarrollo integral, a través de una educación más humana, de calidad e inclusiva. En este sentido, nuestra labor se orientará fuertemente al trabajo con las comunidades educativas, para lograr experiencias formativas con miras a un futuro, que es cambiante, y por lo mismo, muy desafiante. De alguna manera, nuestra identidad es mirar siempre 20 años más allá. Y para esto, también continuaremos nuestro trabajo como una institución que articula a distintos actores sociales para lograr el objetivo de formar ciudadanos protagonistas de su historia y de su entorno.