Simce: el debate de los expertos ante la posible eliminación de la prueba
Aunque Mineduc aclaró que el proyecto de ley no buscará terminar directamente con la prueba, la solicitud para la suspensión del proceso 2022 abrió una discusión sobre su utilidad y continuidad.
La prueba Simce, instrumento estandarizado a cargo de la Agencia de Calidad de la Educación que busca medir los aprendizajes conseguidos por los estudiantes en diversas etapas de la enseñanza escolar, se tomó el debate de las autoridades y expertos luego que el Gobierno solicitara la suspensión de la rendición para 2022 y abriera la opción de su eliminación.
Durante esta semana el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, anunció el envío de un proyecto para modificar el sistema de aseguramiento de calidad escolar. Aquello fue interpretado inmediatamente como una iniciativa para poner fin con la prueba, lo que posteriormente fue aclarado por el propio secretario de Estado.
“Plantee más que el fin del Simce (…) es que, a largo plazo, vamos a presentar un proyecto que nos permita hacer una modificación del actual sistema de aseguramiento de la calidad de la enseñanza”, precisó la autoridad en una entrevista a radio Bío Bío.
Tras esto, la autoridad expresó sus críticas hacia la forma en la que actualmente se está aplicando la prueba, señalando que los puntajes son usados para categorizar establecimientos, provocar cierres de escuelas y hacer competir a los colegios con sus alumnos.
Expertos entregaron su postura por el tema. Algunos encendieron las alarmas por la falta de información que generaría una posible eliminación de la prueba Simce. Otros, en cambio, manifestaron que es necesario abordar de otra manera la evaluación de los aprendizajes de los estudiantes.
La necesidad de medición en pandemia
La solicitud de suspensión del Simce para 2022 provocó reacciones en diversos sectores y especialistas en la materia.
Daniel Rodríguez, director ejecutivo de Acción Educar, comentó a EL DÍNAMO que “pocas veces ha sido tan necesario tener una medición comparable con el pasado, pues la catástrofe educacional es todavía desconocida en su profundidad. Para priorizar las políticas de recuperación de aprendizajes se requiere información”.
Sobre la eventual eliminación del instrumento, el también ex secretario ejecutivo de la Agencia de Calidad de la Educación comentó que “la prueba no es segregadora, el sistema es segregado, pues nuestras ciudades son extremadamente segregadas territorialmente”.
“La ley de Inclusión, por ejemplo, que tuvo como uno de sus objetivos combatir la segregación eliminando el copago, el lucro y la selección, ha tenido escaso efecto. Esos son discursos que buscan apoyar el discurso político en contra del Simce”, complementó.
Rodríguez advirtió que de desaparecer la prueba estandarizada, la principal pérdida sería de información. “Y no de cualquier tipo de información, sino válida, confiable, comparable y con una serie histórica de más de una década”, precisó.
“El Simce no entrega datos perfectos, pero a menos de que se reemplace con algo mejor, es prácticamente toda la información que tenemos. Es fundamental que esto se valore, y no se quede con la consigna ideológica de que eliminar el Simce arreglará problemas. Lo más probable es que los esconda”, manifestó.
El uso de los reportes
Tomás Recart, director ejecutivo de Enseña Chile, también reflexionó sobre el desarrollo de la prueba, señalando que actualmente podría ser usada para medir los efectos de los cierres de escuelas, pero también para multar o premiar a los establecimiento, lo que sería “inadecuado”.
“La prueba no tiene culpa, ya que mide lo que el currículum dice que se tiene que aprender. Por ende, la pregunta adecuada debería ser qué uso se le va a dar a la prueba, qué reporte va a dar y en qué tiempo. Ésas son las preguntas centrales”, señaló el directivo a EL DÍNAMO.
Recart añadió que “es importante entender que las pruebas estandarizadas miden algo, pero no miden todo. Por lo mismo, la medición de lo cognitivo es sumamente necesario saberlo. Sin embargo, nuevamente, vamos al tema del uso. Es importante recalcar que la prueba estandarizada no mide más de lo que mide”.
Según el especialista, el mal uso podría darse con reportes que no tienen la información correcta a un tiempo oportuno, por ejemplo, seis meses después. Aquellos datos podrían ser usados para rankear o categorizar, lo que no sería “saludable” para el sistema.
La necesidad de “repensar” el sistema
Otra mirada sobre la discusión fue entregada por Alejandra Arratia, directora ejecutiva de Educación 2020, quien manifestó que la suspensión del Simce para este año era necesario porque “los establecimientos educacionales están retomando la presencialidad, reconstruyendo vínculos, procesando lo que está pasando y retomando una situación de fortalecimiento de los aprendizajes”.
“En la reflexión de largo plazo, lo que nosotros hemos planteado es la necesidad de repensar los fundamentos del sistema educacional en términos de que nosotros tenemos un sistema de aseguramiento de la calidad que es muy basado en la competencia, más bien en la desconfianza, y detrás de eso está que hagamos tantas pruebas estandarizadas al año”, afirmó la experta a EL DÍNAMO.
Arratia añadió que es importante avanzar en un sistema “que se funde en la colaboración, la confianza en los equipos docentes y directivos, distinguiendo los distintos propósitos que tiene la prueba”.
“Por cierto, es importante contar con evidencia e información, pero esa evidencia e información se puede obtener a través de pruebas muestrales. Actualmente hay autorizado un plan de evaluaciones nacionales e internacionales que cuenta con 11 pruebas al año. Entonces uno se pregunta si es necesario tener tantas pruebas si además sabemos que tenemos un sistema con particulares desafíos de inequidad y segregación. Tal vez sería mejor que poner el termómetro tantas veces tomar medidas y apoyar”, manifestó.
En cuanto a una posible eliminación de las pruebas estandarizadas, la directora de Educación 2020 comentó que “la pregunta sería dónde queremos poner el énfasis y cómo avanzamos en una educación que responda de modo más apropiado o significativo a los desafíos de formación integral que tenemos, para las necesidades del mundo actual como el cambio climático, las crisis democráticas en el mundo, una formación para la ciudadanía digital y global”.
“No creemos que sea necesario eliminarlas (las pruebas) completamente. El punto es cuánto se mantienen y que tipo de pruebas estandarizadas, porque una prueba muestral también es estandarizada. Y esperamos que no se esté pensando en eliminar completamente una prueba que nos permita monitorear la política pública, que eso es importante. El asunto es que eso no necesariamente tienen que ser tantas pruebas”, reflexionó.