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14 de Diciembre de 2012

Sebastián Ayala, el Maicol de 'El Reemplazante': "Yo sí soy un cabro de la pobla"

En esta entrevista, una de las pocas que ha dado pese a su creciente popularidad, comparte bastante más de lo que podría sospecharse de su personaje en la serie. Conozca a un incansable actor y dramaturgo que comienza a apuntalar a la ficción chilena.

Por Daniel Zegers
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Aunque tienen la misma cara y voz, cuesta asociar a Sebastián Ayala de 24 años, porteño  y  aún estudiante de teatro con el contenido y   ‘chorizo’ Maicol,  uno de los personajes más populares  de El Reemplazante, serie de TVN que está llegando al final de su primera temporada y que ha destacado por su tratamiento realista y en sintonía con la contingencia social.

Sebastián es definitivamente extrovertido y tiene el síndrome del estudiante a punto de egresar, ese que hace a las personas problematizar y contrastar con la praxis hasta los temas insignificantes de la vida sacando siempre una reflexión abierta y  socializable. Tampoco es posible imaginarlo como Miguel Angel Poblete, el vidente de Villa Alemana, que le tocó encarnar para el largometraje ‘La Pasión de Michelangelo’, su verdadero debut ante las cámaras, filmada hace dos años, presentada en noviembre en el Festival de Cine de Roma y con estreno en marzo próximo en las salas nacionales.

Ha sido  un buen año para Sebastián. Además de estos proyectos, logró  estrenar ‘Colgadas de Peñalolén’ obra escrita y dirigida por él,  y en la que no actúa y que trata  acerca de un hecho real que protagonizaron 3 pobladoras que se subieron al techo su municipalidad para exigir derechos para los comités de allegados. “Fue un desafío súper grande, yo nunca había dirigido algo importante, como un largo en películas. Investigué, dirigí a la compañía. Quise reflejar el trabajo que no solo se nutre de la creación del artista, sino que de visiones más amplias, hablar de la misma cosa, pero desde diferentes formas”.

Esta búsqueda lo tiene también y hace tiempo implementando talleres en poblaciones, experimentando en el cortometraje y concentrado en terminar su carrera. Quehaceres que podrían  agotar a cualquiera, pero que él parecen darle más energía. En esta entrevista, una de las pocas que ha dado pese a su creciente popularidad, comparte bastante más de lo que se podría sospechar de “Maicol”.

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=nuHXXlij4I0[/youtube]

¿Qué te parece que en teatro y cine actúen personas que no han tenido formación profesional, lo encuentras válido?

Creo que cualquier persona que sepa lo que está diciendo puede actuar, de hecho no hay más verdad que cuando una persona pertenece al mundo del que está hablando, es mucho más orgánico. Por eso también creo que el discurso del Maicol tiene algo mío, también hay un discurso mío en eso, no me hace sentir incómodo. También aprendí demasiado con los cabros que están en El Reemplazante y que no son actores, recuperé esa frescura, ese juego que tenía cuando entré a la escuela, sin estar cuestionándose uno mismo, sin estar pensando en la técnica.

El Cristián (el ‘Zafrada’ en la serie) es el mayor ejemplo de eso. Él todavía estaba en el liceo cuando entró al proyecto, con él uno ve que se puede jugar sin hacer juicio de nada y se transmite que su trabajo está hecho con mucho cariño, con tanta verdad que todos los que estábamos a su alrededor nos sumábamos a su trabajo. Muchas veces él era el que llevaba el juego. Fue un gran, gran acierto del casting. Y a nivel de propuesta, que el mejor amigo del Maicol sea el weón más chistoso y más inquieto le da justamente ese equilibrio a la trama.

En el   ‘El Reemplazante’  hay un discurso abierto y claro que da la impresión que comparten todos los que lo hacen ¿te sientes parte de eso?

A mi edad todavía me siento buscando mi discurso actoral y artístico. Hace rato que me vengo preguntando ‘para qué y por qué’ hacemos arte y qué quiero yo decir. Con ‘Colgadas de Peñalolén’ me empecé a convencer de que me discurso político no necesariamente tiene que ir con el arte, o solo a través de la forma del arte,  sino que hay una urgencia que es más necesaria a la hora de llegar al espectador, de repente no es tan necesario que el teatro sea un espectáculo, la actuación puede ser lo más sencillo del mundo, un escenario vacío, sin vestuario, pero si de verdad dice lo que hay que decir en el momento, el espectador lo va a recibir con esa misma sinceridad y ahí el arte puede generar cambios.

¿Como evalúas tu trabajo en  la serie? te has hecho conocido a partir de eso y mucha gente pensó que en realidad eras el Maicol…

Bueno yo si soy un cabro de la pobla y de ahí tomé los elementos que le pueden haber dado realismo a ese personaje. Pero como soy de ‘Valpo’, allá como que la gente no anda pendiente de los personajes conocidos, ahora último los niños me saludan un poco más. Pero en realidad yo me muevo como por los mismo lugares de siempre y si no, estoy todo el día encerrado en clases desde las 8 y media de la mañana hasta las 9 de la noche.

¿Qué tan de la pobla eres?

Mi familia todavía vive en el cerro donde yo nací y yo hace muy poco que no estoy ahí, más que nada por estar cerca de mi escuela y porque también ya quiero empezar a independizarme. Pero siempre vuelvo a las casa de mis papás y ahí también está el resto de mi familia, mis primos, mis amigos.

De donde vengo está súper presente esa cosa de la rabia, de la impotencia, algunos lo llaman resentimiento social, o frustración. No por nada la región tiene uno  los mayores índices de cesantía y de depresión del país. Pese a ser una ciudad universitaria, más de la mitad de la gente que vive en Valparaíso no va a la universidad. La gente que va a la universidad es gente de afuera, o sea, de mi curso yo soy el único de ‘Valpo’.

Mucha gente no baja del cerro en toda la semana, hay liceos y colegios ahí  y el mundo que se genera es bien ingrato de repente. Hay un prototipo de ciudadano universitario que llega a hacer su vida  y todos sus sueños medios artísticos que busca la ‘onda’ del puerto, pero los demás son la gente común que vive en medio de la precariedad y por su puesto que  harta delincuencia y harta droga.

¿Estás de acuerdo con la legalización de la marihuana?

Yo creo que el consumo personal es como hablar de la decisión de si debo vivir o no, como la eutanasia. Decidir en esas cosas por el otro es una manera de violencia. Yo creo que cada uno puede decidir si marihuana,  tabaco,  alcohol, o café. Creo que si la gente que consume marihuana se siente en ese estado capaz de hacer las cosas que tiene que hacer, sin tener que dar argumentos de validación frente a otra persona que no consume, yo creo que si, que es válido.

De alguna manera también eres hijo del modelo educacional que se expone en ‘El Reemplazante’, ¿ Te afectó ese modelo?

Estuve en la básica en una escuela pública  de niños, la típica en que te revisaban el pelo, las uñas y te mandan pa’ la casa si la chasca rebasa el cuello de la camisa.  Había una muralla que nos dividía de la escuela de niñas y las profesoras eran puras señoras. Si te portabas mal te pegaban su cachetada, su tirada de pelo. Esa estructura cuadradita de más que me dejó alguna consecuencia.

Mi liceo tenía el mismo formato que el Ochagavía, que es el colegio real donde se filmó El Reemplazante, donde como se dice en la misma serie, forman mano de obra barata. Dentro de las prioridades de estos liceos jamás está dar la PSU. Nunca fue tema hablar sobre la PSU, ni mucho menos ensayo, ni preuniversitario, nada. Después en cuarto medio, armaron un curso PSU con los mejores promedios del colegio, y yo no estaba en ese curso, era gente a la que le iba bien y se iba en la volá más científica. El resto teníamos apenas dos horas de matemáticas a la semana, y después de segundo no tuvimos nunca más inglés, ni música.

Casi todos mis compañeros terminaron trabajando en cosas nada que ver, otros compañeros presos, otras compañeras embarazada con cuatro hijos.

¿Tuviste algún ‘Charly’ en ese liceo?

Si, mi profesora de teatro en el liceo fue como mi Charly.  La Marcela era una profe súper joven y era como el escape  a toda esta weá de las clases y los otros profes de matemáticas y física, que van y saben tu puro apellido no más. Ella era donde uno se refugiaba cuando estaba bajoneado, ella nos conocía mucho. Cuando entré a estudiar teatro ella era la más feliz.

Tuve otro profe bakán que era de historia, que con él que nos quedábamos hablando después de la clase, así de la vida. Un día salió el tema del aborto y ‘chao con la clase, chao con la guerra mundial y hablemos del aborto’, así nos dimos cuenta en el curso que habían mormones, evangélicos, yo mismo participaba de grupos cristianos.

 

[vimeo]http://vimeo.com/55089256#at=0[/vimeo]

En realidad tu debut en la pantalla fue en ‘La Pasión de Michelangelo’, con un personaje tan controvertido como el vidente de Villa Alemana, un curioso episodio de la historia reciente ¿Cómo te conectas con esa época que no viviste?

Aun no veo el corte final de la película, pero la veo como una metáfora de de Latinoamérica, un Macondo, con todos los elementos del realismo mágico, de este pueblo perdido al sur del mundo, explicando cosas ron ribetes mesiánicos y mitológicos. Yo creo que no es solamente Chile en los años 80, sino que Latinoamérica entera, en la gran dictadura de Latinoamércia. Una esperanza y desesperanza puesta en este marianismo que hizo que llegaran caravanas desde todos lados para ser parte de este fenómeno.

¿Qué relación alcanzaste con  la figura de Miguel Ángel Poblete conociendo  lo que pasó posteriormente con él y como terminó?

Yo traté de reconocer, dentro de todo este circo que se montó alrededor, a un ser humano. Es re difícil enfrentarse a todo esto sin un juicio y traté de llegar a él a través de detalles que no eran tan conocidos. Un cabro que pasó de un hogar de menores a otro y a otro, y tal vez se vio en el tránsito de ser la oveja negra a un ser un semidiós, el que tenía un contacto directo con lo divino. Yo quise conocer a ese personaje antes de ser un semidiós y creo que alcancé a conocerlo y su historia es inevitablemente la del niño ‘huacho’, latente en toda la historia de Chile, que no sólo carece de padre, que se puede reconocer en cualquier otra figura, en el poder, qué se yo, pero no tener a la madre, es como no tener alma. Me puse en la situación de tener 15 años y no saber a quién pertenezco, o a quien le importo realmente.

Quizá mucha gente va a ir a ver la película esperando ver al malo, al psicópata, pero traté de no pensar en eso e interpretarlo como ese ‘huacho’ que está en todos nosotros.

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