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La cruzada de la Achs por promover la salud mental desde el trabajo

Una de cada cuatro personas entre 30 y 39 años declara sentirse sola en Chile. En paralelo, quienes tienen trabajo presentan significativamente menos síntomas depresivos que quienes están fuera del mercado laboral.

Desde que comenzó a aplicarse el Termómetro de la Salud Mental Achs-UC, en 2020, reveló la menor tasa de problemas generales de salud mental: un 12,7%. La cifra, que marca una tendencia positiva, convive con un fenómeno más silencioso pero creciente: el 19 % de las personas declara sentirse sola, un aumento de tres puntos porcentuales en un año. En el grupo de 30 a 39 años, esa cifra sube a 26,6 %, liderando el indicador de soledad percibida.

Esta generación, adulta joven, laboralmente activa y en muchos casos enfrentando procesos de crianza, lidera las cifras de soledad, incluso por sobre los menores de 29 años. Y las mujeres, además, muestran una mayor brecha emocional: el 21,7 % declara sentirse sola (frente a un 16,1 % de los hombres), y un 11,4 % reporta bajo apoyo social, porcentaje también más alto que el de los hombres (9,3 %).

Soledad en la etapa laboral activa

“Nos preocupa especialmente este grupo etario, que no solo presenta mayor sensación de soledad, sino también menos satisfacción laboral y más síntomas depresivos en niveles moderados o severos”, señala Paulina Calfucoy, gerenta de Asuntos Corporativos y Sostenibilidad de la Achs.

“Sabemos que el trabajo, cuando se da en condiciones de seguridad y respeto, puede ser un espacio de contención, comunidad y sentido”, agrega.

Los datos del Termómetro refuerzan que el empleo puede actuar como un factor protector frente a los problemas de salud mental. El 72 % de las personas ocupadas no presenta síntomas de depresión, mientras que el 57,2 % de quienes están desocupadas muestra signos depresivos, ya sean leves, moderados o graves.

Trabajo con propósito: una herramienta de salud mental

“El trabajo estructura el tiempo, entrega propósito e impulsa relaciones sociales significativas”, explica Antonia Errázuriz, académica del Departamento de Psiquiatría de la UC. “Cuando eso falta, o cuando el empleo es precario o ausente, se debilitan los vínculos y eso afecta directamente la salud emocional”, advierte.

El informe también alertó sobre el deterioro del apoyo social percibido, donde un 10,4 % de la población reporta bajos niveles de apoyo, una variación estadísticamente significativa respecto de ediciones anteriores. Esto, en un entorno donde la vida digital muchas veces no alcanza a compensar la falta de vínculos reales.

Frente a este escenario, desde la Achs y la UC hacen un llamado a repensar los espacios laborales y comunitarios como entornos de cuidado.

“Hablar de empleo es también hablar de salud mental”, insiste Calfucoy. “Por eso promovemos lugares de trabajo que cuiden, con estrategias de prevención, apoyo psicosocial y evidencia como el Termómetro, que nos permite tomar decisiones informadas”, añade.

Estos resultados sugieren que el bienestar emocional no depende solo de factores individuales, sino también de condiciones sociales y laborales. Garantizar empleos de calidad, fortalecer redes sociales y desarrollar políticas que integren la salud mental como un eje del desarrollo puede ser clave para enfrentar los desafíos actuales. El trabajo, en contextos saludables, puede cumplir un rol importante en la protección emocional de las personas.



LA DC frente al espejo

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{title} Paula Comandari