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VIDEO | Mientras manifestantes se enfrentan a FF.EE en calles de Caracas, Nicolás Maduro baila

El presidente de Venezuela anunció la convocatoria a una Asamblea Constituyente, lo que fue rechazado por la oposición al chavismo.

Más de un mes llevan las protestas en Venezuela, gatilladas primeramente por la supresión del Poder Legislativo que realizó el Tribunal Supremo, decisión que fue revertida posteriormente.

Las principales postales que el país petrolero ha exportado en los últimos días muestran calles llenas de manifestantes, en directos enfrentamientos con las fuerzas de seguridad del gobierno.

La crudeza del enfrentamiento ha llevado incluso a que las llamadas “tanquetas” hayan embestido e incluso atropellado a protestantes en las calles de Caracas.

Pero ello no sería lo único, ya que el Día del Trabajador, Maduro anunció que impulsará los pasos para que se sostenga en Venezuela una Asamblea Nacional Constituyente, para reformar precisamente la constitución del país, instaurada por Hugo Chávez. Esto fue rechazado inmediatamente por la oposición, quienes le llamaron un “golpe de estado”.

Tras reportar su intención de reformar la Constitución a la Comisión Nacional Electoral, comenzó a difundirse un video en el que se ve a Maduro bailar, para luego mostrar el caos que se vive en las calles de la capital del país petrolero.


El registro fue calificado por el periodista Yusnaby Pérez como “Narnia Vs Venezuela”, y al momento de esta nota había sido compartido más de 14 mil veces.



La mentira de Boric

La mentira de Boric

El Presidente ahora quiere convencernos que no sabía que un parlamentario y un ministro no pueden tener negocios con el Estado. Y no sólo porque se ve muy feo, sino porque la Constitución –incluso en la propuesta/mamarracho que él y su sector apoyó- lo prohíbe explícitamente.

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Fueron demasiado lejos

Fueron demasiado lejos

Lo que empezó como una diferencia entre dos figuras públicas derivó rápidamente en insultos, teorías conspirativas y amenazas cruzadas. Y aunque parezca un show, lo cierto es que estos intercambios degradan el estándar del debate público, normalizan la agresión y validan el uso del lenguaje como arma.

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