Portada The Clinic y la cómoda victimización del bacheletismo
Lo peor es que esta administración utilice estos asuntos para no hacer su trabajo, el que supuestamente era levantar una agenda de ideas de avanzada que no se ve en ninguna parte, salvo en reformas que han sido satanizadas por la derecha fáctica gracias, en parte, a la poca decisión de los ministros que habitan La Moneda.
Francisco Méndez es Periodista, columnista.
Una declaración que llamó la atención la semana pasada fue la que dio Mauricio Valero, ex socio de Natalia Compagnon en Caval, en la que afirmaba que “la presidenta es una víctima” de todo lo sucedido en torno a ese caso que no sólo involucra a su nuera, sino también a su hijo. Independientemente de si es cierto en este caso particular, habría que hacer notar que eso de ser víctima siempre está muy cerca de Bachelet, da vueltas alrededor de su figura, y muchas veces hasta pareciera ser que es la única manera en la que sabe hacer política.
El problema es que esto se está traspasando a su gobierno. Cada día parecen refugiarse más en la victimización antes que llevar a cabo, como se prometió, una agenda realmente progresista. Ya que si no les resulta, por lo general, le delegan la culpa a un contexto político, sin asumir la responsabilidad que muchos en la Nueva Mayoría tienen por haber profundizado el modelo dictatorial en democracia ya sea por susto, prudencia o simple gusto.
Pero lo mejor, según creen, es obviar aquello. Es mejor culpar a los demás y no asumir los propios errores, porque es más cómodo no tomar una iniciativa antes que hacerlo, como también esconderse en discusiones de género antes que asumir la poca decisión y la ausencia de Bachelet para afrontar un escenario que se sabía no iba a ser fácil.
Una muestra de esta victimización que ha traspasado a la imagen de la Mandataria y se ha propagado por su gabinete, fue el revuelo causado por la portada de la revista The Clinic, en la que, en su característico tono humorístico, y en un juego de palabras acompañado de un montaje fotográfico que podría parecer bastante vulgar, apareció la ministra Javiera Blanco mostrando sus bellos púbicos mientras el titular la emplazaba a hacerse cargo de los “pendejos” del Sename. Una vez aparecido esto en los quioscos y difundido en las redes sociales, un grupo de ministras manifestó su repudio a la foto tildándola de “sexista”, y manifestándole su apoyo a Blanco debido a tal ofensa.
Según piensan, es una ofensa a la mujer y no así a la ministra. Pero también es nuevamente una manera muy cómoda de asumir los cargos y las posiciones públicas sirviéndose de la beatería en la que ha ido mutando el progresismo en estos últimos años. No hay nada mejor que quedarse sentado esperando a ser atacado en vez de entrar al debate a defender ideas, posiciones y perspectivas país. Lo segundo es muy engorroso y para ello se necesita hacer política, cosa que este gobierno no ha hecho hace meses.
Lo triste de esto es que se está convirtiendo a la mujer en un objeto intocable y no así en un sujeto de acción. Se la está instalando como una figura de porcelana y no como un ser humano apto para defender sus derechos y su autonomía. Porque al marginarla de los chistes, las bromas e incluso las caricaturas, debido a sus acciones particulares, se las deshumaniza de una manera que parece bastante más grotesca que la cuestionada portada.
Pero quizá lo peor es que esta administración utilice estos asuntos para no hacer su trabajo, el que supuestamente era levantar una agenda de ideas de avanzada que no se ve en ninguna parte, salvo en reformas que han sido satanizadas por la derecha fáctica gracias, en parte, a la poca decisión de los ministros que habitan La Moneda.
Se está perdiendo una gran oportunidad histórica de hacer algo realmente importante. Y esto sucede porque la sensibilidad en el bacheletismo se hace notar siempre frente a quienes no son sus adversarios reales. A los verdaderos, a los que meten miedo, constantemente se los visita en grandes reuniones y se les ruega que no desconfíen. No se los ataca, sino que a veces se los menciona referencialmente para no hacerlos enojar. Por lo que no sería un error decir que Bachelet y los suyos han preferido sumergirse en los agradables y calmados mares de los que disfrutan quienes andan de víctimas por la vida, y no se ha atrevido, en cambio, a afrontar las tormentas poco plácidas que debe enfrentar quien gobierna y pretende hacer cambios importantes en los paradigmas de un país.