Necesitamos inspiradores

Hoy por hoy los equipos de trabajo son cada vez más multidisciplinarios, complejos y demandan líderes que estén a la altura. Apasionados, creativos, empáticos, capaces de empoderar y con habilidades de observación, son algunas de las características principales que el sistema tradicional de educación sigue enseñando en la teoría, pero que aún no descubre cómo potenciar en la práctica, hacia quienes tienen el rol de dirigir instituciones o grupos.

El ritmo en el que actualmente se mueve y crece la sociedad, exige nuevos talentos. Aun tendiendo este panorama, seguimos sin percatarnos de cómo perdemos esas habilidades y conocimientos por no poder encontrar el discurso y la conexión necesaria para hacerlos crecer con nosotros. Ya no basta con los incentivos económicos ni beneficios varios a los cuales podamos acceder, puesto que ahora supone y pone en la punta de la pirámide la exigencia que tiene el líder y el cual debe trabajar y potenciar en cómo aprovechamos el talento para llegar a los resultados esperados, procurando siempre que el equipo se mantenga fiel al objetivo de la empresa o institución que dirige. Para esto, ese impulso ya no debe venir de la tarea ni del miedo, sino que desde la inspiración.

Necesitamos líderes inspiradores, aquellas personas que logren que su gente brille. Éstos son las nuevas cabezas que empujan e inspiran a avanzar. Sin embargo, el inspirar a otros se hace complejo porque nos hace poner atención en cómo se actúa, en qué se dice, cómo se trabaja, y cómo esto se hace más sostenible en el tiempo.

Tal cómo los padres educan a sus hijos a través del ejemplo, con buenos tratos y formas de comportamiento, un líder inspirador lo hace con su equipo. De la misma manera, hoy los nuevos talentos requieren de una figura que les muestre formas de hacer las cosas. La labor del inspirador es enseñarle a su equipo, en medio de la vorágine de cambios del nuevo mundo, cómo enfrentamos los desafíos sin perder nuestro propósito y fin.

El talento necesita de un inspirador, no de un jefe. Requiere de un espacio donde pueda desarrollar lo mejor de sí y creciendo, a la vez, como equipo.

Ya son varios a quienes podemos llamar inspiradores, y no solo porque están en la memoria colectiva, sino debido a que su ser y características llaman a seguirlos. El desafío que les propongo, es dar un giro para comenzar a inspirar. Detenernos a pensar qué es lo que nos hace falta, porque hay muchos viajando por el mundo o pasando de trabajo en trabajo buscando qué es lo que quiere y qué es lo que lo hará realmente más feliz. Esto no solo hace falta por ellos, sino para que seamos mejores empresas e instituciones buscando ser un aporte para la sociedad y que, finalmente, inspire a otros.

En base a esto, la Academia de la Felicidad recientemente creó un curso llamado “El Giro”, el cual está dirigido a empresarios, emprendedores, profesores, mentores, gerentes o jefes de área y todo aquel que ocupe un cargo de liderazgo organizacional, quienes tienen la misión de ser capaces de captar e identificar aptitudes de liderazgo, inspiración, desarrollo y emociones para provocar un cambio en su equipo de trabajo. La idea es invitar a descubrir nuevas perspectivas a través de experiencias de aprendizaje disruptivas con el fin de influir de forma positiva en otros.

El objetivo es otorgarles de herramientas de liderazgo y trabajo en equipo, pasión y propósito para trabajar con las personas a las que influyen y cómo inspirarlas, una nueva mirada de contribuir al mundo y un proyecto de impacto a la sociedad. La invitación entonces queda abierta para aquellos que quieran transformarse en inspiradores del S.XXI.