A 20 años de Blur: el inicio del fin del britpop
Como dice la canción “Death of a party”, la fiesta se había acabado, los británicos pasaban a la adultez. De esta manera, un día como hoy pero en 1997, el britpop, tendencia fundamental para la música de fines del siglo XX, agonizaba y en un par de meses más, moriría para siempre.
Bárbara Alcántara es Periodista especializada en música. Instagram: chicarollinga
Es 10 de febrero de 1997. Musicalmente Inglaterra vive los estertores del britpop. Oasis aún disfruta el éxito obtenido gracias al aclamado (What’s the story) morning glory? (1995) y prepara su tercer lanzamiento para agosto el cual no fue bien recibido por la critica —Be here now (1997)—. En una arriesgada jugada, sus eternos adversarios, se adelantan y lanzan su quinto disco de estudio, el homónimo Blur. La agrupación formada en Essex, se reponía de un proceso complicado; su anterior entrega, The Great Escape (1995), había sido eclipsada por el arrasador éxito de Oasis y las relaciones entre la pandilla, liderada por Damon Albarn, se debilitaban debido a diferencias artísticas además de los distintos estilos de vida que cada integrante había elegido.
Por otro lado, la relación entre Albarn y la vocalista de Elastica, Justine Frischmann pasaba por un momento difícil; ambos íconos del britpop llevaban una relación tormentosa que se agudizaba con el consumo de drogas. El cabecilla de la banda necesitaba un descanso, por lo que en 1996 viaja a Reikiavic, la capital de Islandia—donde actualmente tiene una casa y es dueño de un bar— con el objetivo de descansar del asedio de la prensa musical —en pleno apogeo por esos días— y convertir dicho lugar en el punto de encuentro para la creación del nuevo trabajo del cuarteto.
De este modo, dejan atrás un catálogo esencial para comprender a la sociedad británica del siglo pasado, la llamada “trilogía inglesa”—Modern life is rubbish (1993), Parklife (1994) y The great escape (1995)—, y gracias a las inquietudes musicales del guitarrista Graham Coxon, la agrupación cambia de rumbo. Blur se había mantenido al margen del mercado y los cánones norteamericanos; es más, por mucho tiempo renegaron de dicha cultura y como reacción al grunge, encabezaron el famoso movimiento de nacionalismo musical, britpop. Sin embargo había llegado el momento de adoptar las tendencias del indie rock estadounidense y dejarse inspirar por bandas como Sonic Youth y Pavement.
Así, dan vida a una entrega con guitarras ruidosas y viscerales; un sonido más puro y agresivo que se caracterizó por tener menos arreglos musicales y post producción. En palabras simples, menos pop y más rock; especialmente en “Song 2” que resultó ser el hit que les abrió las puertas al otro lado del Atlántico e hizo volar el cerebro de sus fanáticos con aquellos dos minutos desbordantes de furia.
En este nuevo ciclo, Coxon finalmente siente que es parte de la banda correcta: “el pop ya me daban arcadas” afirma en el documental No distance left to run (2010), e incluso debuta en la voz con la tímida y adorable “You’re so great”. Al mismo tiempo, las presiones del sello por dar vida a singles radiales fueron ignoradas, prueba de eso es la elección del primer sencillo, “Beetlebum”, cuyo innovador sonido estaba lejos de ser un hit que pegara en las radios.
Gracias a lo anterior, los creadores de himnos generacionales, se reinventaban con la exploración de nuevos caminos musicales. Además, ya no contarían historias de personajes de la clase obrera inglesa, Damon Albarn había dejado la ironía para mostrarse más honesto y reflexivo.
La carátula del disco también deja ver el delicado estado en que se encontraban los ingleses antes de su paso por Islandia. Nos muestra lo que parece ser el pasillo de una sala de urgencias donde llevan a un moribundo con sobredosis de pop llamado Blur. Como dice la canción “Death of a party”, la fiesta se había acabado, los británicos pasaban a la adultez. De esta manera, un día como hoy pero en 1997, el britpop, tendencia fundamental para la música de fines del siglo XX, agonizaba y en un par de meses más, moriría para siempre.