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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Las encuestas preelectorales y su análisis

"En general, no existen “buenas” o “malas” encuestas, sino encuestas que reflejan la opinión pública y otras que crean opinión pública".

Por Mario Herrera
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Mario Herrera es Magíster en Política y Gobierno, Cientista Político UDP. Actualmente académico de la U. Talca y coordinador del Centro de Análisis Político (CAP-UTALCA). Ha realizado asesorías tanto para el sector público y privado como para fundaciones y ONG. En el plano académico, ha desarrollado publicaciones sobre reformas políticas, trayectorias políticas y vínculos entre representantes y electores

Esta semana se publicaron los resultados de la encuesta Criteria Research. Piñera aparece liderando la encuesta con un 33%, seguido de Beatriz Sánchez y Alejandro Guillier con un 21 y 19% respectivamente. Esto con apenas un 12% de indecisos y bajo el supuesto de que votará el 100% de los electores. Los resultados son sorprendentes. Otras encuestas, como Adimark y CADEM, muestran a Beatriz Sánchez en un tercer lugar a mayor distancia de Guillier, y muy lejos de Piñera. Esperemos que la sorpresa sean los resultados y no la calidad de la encuesta. En general, no existen “buenas” o “malas” encuestas, sino encuestas que reflejan la opinión pública y otras que crean opinión pública. Las primeras sacan una fotografía relativamente precisa del momento, mientras que las segundas sirven para –con o sin intención- levantar y bajar candidatos. En esta columna discuto tres elementos –entre muchos otros que existen- para analizar encuestas.

Primero, es importante tener en cuenta la ficha técnica de los resultados. No da igual si la encuesta es presencial, telefónica o digital. Las encuestas telefónicas tienen problemas de cobertura y no respuesta. Con los teléfonos fijos se puede referenciar dónde vive la persona, cuestión que se dificulta con los celulares. Además, la gente tiende a no responder y las empresas a no reportar la tasa de reemplazos. Esto rompe con uno de los principios de las muestras probabilísticas. Al incorporar reemplazos, no todas las personas tienen la misma probabilidad de ser encuestados.

Las encuestas digitales, como Criteria Research, poseen aún más dificultades. Primero, suponen que las personas tienen internet para responder. Segundo, suponen que las personas saben cómo usar internet. El problema de estos muestreos es la tasa de alfabetización digital. Estas encuestas tienden a sobrerrepresentar a los jóvenes y al votante más polarizado.

En segundo lugar, es necesario tener en cuenta el error muestral. Frecuentemente, vemos titulares diciendo que un candidato bajó o subió un punto. Indudablemente es poco atractivo para un medio de comunicación señalar que la intención de voto no varía y todo sigue igual que en la medición anterior. Lo cierto es que variaciones de un punto están dentro del error muestral, por lo que desconocemos si el resultado difiere de la medición anterior. La encuesta de Criteria Research, por ejemplo, menciona que “si fuera probabilística, el error máximo sería de ±3.4%”. Los muestreos se dividen entre probabilísticos y no probabilísticos. Los primeros son representativos, los segundos no lo son. No existe un muestreo “como si fuera probabilístico”. Esto no implica que los resultados sean inválidos, sino que hay que tener preocupación con las interpretaciones que hagamos de ellos.

La tercera consideración está en la forma de preguntar. La encuesta CEP, por ejemplo, preguntaba en noviembre por quién le gustaría que fuera el próximo presidente. A las personas les puede gustar o no un candidato, pero eso no necesariamente implica que vayan a votar por él. Probablemente la decisión se justificaba en un escenario presidencial abierto. Sin embargo, es error común pensar que percepciones positivas sobre un candidato implican intención de voto. La encuesta CEP en 2009 señalaba que Piñera tenía una evaluación positiva del 43%, siendo superado por ME-O por 10 puntos. No obstante, la votación del primero duplicó a la del segundo en primera vuelta.

La encuesta CADEM en su estudio semanal realiza la siguiente pregunta “Con excepción de la Presidenta Michelle Bachelet, ¿Me podría decir por quién votaría usted si las próximas elecciones presidenciales fueran este fin de semana?”. Adimark, por otro lado, pregunta: “Si las elecciones presidenciales fuesen el próximo domingo, ¿Quién preferiría Ud. que fuera el próximo presidente o presidenta de Chile?”. Si bien ambas preguntas pueden parecer similares, la primera incluye a Bachelet. Esto lógicamente implica que se pierde la capacidad de comparación entre ambas encuestas e influye en las respuestas que den los encuestados. En los análisis es común confundir peras con manzanas. La única forma de comparar encuestas es que tengan el mismo tipo de muestreo y fraseo de la pregunta.

Este año abundarán las encuestas electorales. Metodológicamente algunas serán mejores que otras y algunas llegarán a resultados más certeros que otras. Esto nos lleva a pensar en la necesidad de regular las encuestas. La legislación actual solo considera un tiempo mínimo previo a la elección en el que se pueden publicar. Sin embargo, no existe regulación sobre los estándares éticos y técnicos que deben tener.

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