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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

El show de Villouta y el Pastor Soto

"Resulta más fácil crear una polémica con él y su ignorancia. Es menos riesgoso, da más réditos, y de pasada sirve para que un comunicador, con una carrera en declive, adquiera rasgos de héroe".

Por Francisco Méndez
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Francisco Méndez es Periodista, columnista.

La imagen parece violenta: el autodenominado Pastor Soto es invitado a El Interruptor, programa de José Miguel Villouta en Vía X, para conversar. Sin embargo, se niega a hacerlo y comienza a orar. Hasta el momento todo parece predecible, salvo cuando el supuesto religioso toma una mala copia de la bandera representativa de la comunidad LGTB y la usa como alfombra. En ese instante todo comienza a tensionarse.

Los silencios en el set son incómodos, y la postura del conductor se comienza a rigidizar, impactado con lo que veía ante sus ojos, ya que estaba siendo ofendida su identidad. Luego aparece una ejecutiva del canal y le pide personaje que se retire debido a la ofensa.

Si miramos esto someramente, a todas luces se puede calificar el hecho como condenable; es un ataque injustificado y se sustenta sobre la base de ideas dogmáticas e irreflexivas acerca de lo que es la condición humana, el amor y la sexualidad. No obstante, al personaje en cuestión ya lo conocemos hace bastante tiempo y sabemos qué es lo que piensa y cómo lo manifiesta, por lo que cuesta creer que esto haya sido un hecho sorpresivo sin una intención programática detrás. ¿La razón? Simple: el canal tiene poco rating, se ve en pocos canales, y el loquito al que entrevistaron no representa una verdadera autoridad del conservadurismo religioso en Chile, por lo que resulta más fácil crear una polémica con él y su ignorancia. Es menos riesgoso, da más réditos, y de pasada sirve para que un comunicador, con una carrera en declive, adquiera rasgos de héroe.

No existe otra explicación creíble para que lo hayan invitado, sobre todo si es que no tiene nada interesante para contribuir aparte de su discurso de odio ignorante. Porque, ¿qué puede hacer Soto en un programa con una línea editorial como la de El Interruptor si no es provocar un escándalo? No se sabe. No hay respuesta, por lo que parece hasta irresponsable ponerlo en cámara nuevamente, conociendo su estado mental, con tal de lograr un trendic topic en Twitter.

Pero esto muy poca gente tal vez lo note, ya que lo que queda en la retina del espectador es la cara del comunicador y la irrespetuosa y violenta sonrisa de Soto.  Lo que puede servir para que Villouta le sea más agradable a un público que ve en él una defensa de su persona por sobre una comunidad. Ya que, aunque a veces quiera erigirse como el vocero de una causa, lo concreto es que su evidente clasismo y petulancia en todo otro aspecto, le juegan una mala pasada.

Insisto, un personaje con tan poco poder real como el Pastor Soto solamente puede dar réditos al que lo enfrente en pantalla. El tipo no representa a un grupo de presión, ni menos ejerce fuerza real al momento en que se legislan derechos para las comunidades LGTB. Su existencia, en cambio, surge quizás del poco trabajo que han hecho ciertas fundaciones por la diversidad sexual para bajar del barrio alto, ocupar el espacio que ocupan ciertas religiones, y  luego politizar acerca de los derechos civiles. Pero bueno, decir eso no da rating.

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