
Comienza a regir la ley que rebaja el peso máximo de carga para una persona, en este caso hombres, de 50 a 25 kilos. La nueva ley nos permite aludir a un elemento que está usualmente en segundo plano: la/s masculinidad/es. Al parecer, los que cargan sacos no son todos los hombres sino aquellos que realizan trabajo pesado en La Vega, construcción, etc. Y esa masculinidad es aquella que se sustenta en la lógica que el cuerpo masculino es resistente. La carga física, por tanto, tiene un correlato en el mundo simbólico de la identidad masculina. A nivel latinoamericano el discurso del sacrificio (Pedro Morandé) converge con esto, y además se tiñe de la noción del aguante (sustancial en la masculinidad tradicional) en la medida que el hombre es el yo-aguante/resistencia y que lo hace “por los suyos” (sacrificio).
La masculinidad es un factor de riesgo, tal como lo plantea Benno de Kaijzer – en su ya famoso artículo – y esto lo confirma esta modificación de la ley. En el reportaje de TVN ciertamente es bastante lejano de una interpretación con tema de masculinidades y género, y por lo mismo es necesario complementar esa noticia, aparentemente tan fuera de la temática de género. A los hombres que se le consultó sobre las consecuencias de la nueva ley se limitaron a contestar lo perjudicial que sería para su trabajo esa modificación, o desde un lugar narrativo de la masculinidad tradicional. En ningún momento, entre bromas, alguien levantó un reconocimiento de que sí pudiera ser beneficioso para la salud en la vejez. Sin embargo, ese acto de reconocimiento no fue tal porque, dentro del marco cultural, reconocerse débil, poco resistente, etc., en definitiva poco hombre. Y hacerlo en cámara frente a un público, y en propio entorno social, es no menor. El contexto cultural hace poco probable que la respuesta sea sino la que vimos en el reportaje.
La modernidad y la masculinidad están íntimamente conectada en el sentido de que se imprime una lógica cultural del sujeto masculino tiene como central en su identidad el riesgo, la fuerza y racionalidad. El otro lado de la moneda, al mismo tiempo, los varones tienen una morbilidad asociado a tales labores, lo cual nos habla de los costos de aquellos preceptos de la masculinidad del riesgo. Esa noción de sacrificio (muero por ser hombre ) es algo que ocurre en segundo plano, tal como lo plantea Juan Guillermo Figueroa aquí en el último Coloquio de Masculinidades en Santiago de Chile y que resulta vital para la comprensión de la masculinidad tradicional.
En el reportaje que fue realizado por TVN respecto las consecuencias de la ley no contempla a las mujeres y hombres que trabajan por ejemplo en salud en donde se levanta más de 25 kilos, y también 50 por ocasión, al cambiar – por ejemplo – de camas a las personas postradas. Y por tanto se tornó invisible cualquier actividad de levantamiento de pesos fuera de los no menos destacables hombres que trabaja en la vega o en alguna faena de construcción en Santiago. El retrato de la “ley del saco” en los medios está operando desde una cosmovisión masculinizante mostrando los varones como los perjudicados económicamente. Ese carga (saco) de la masculinidad es la que todavía no dejamos caer, ni los periodistas ni los retratados y ausentes en ese reportaje. El peor de los problemas es cargar un saco de prejuicios pero no darse cuenta del peso ni que lo estas cargando. Los varones y todxs cargamos estas nociones o prejuicios y por sutiles que sean son perjudiciales a la salud mental o física.