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Actualizado el 2 de Marzo de 2021

Brecha educacional

Tenemos que hacernos cargo de la brecha educativa como prioridad país; una brecha que se amplió aún más el 2020 y que amenaza con continuar creciendo y profundizando las inequidades este 2021 si no tomamos medidas ahora.

Hay que priorizar el retorno a clases de estudiantes de zonas rurales con bajo o nulo acceso a educación a distancia (Agencia UNO/Archivo)
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Carolina Andueza

Carolina Andueza es Directora ejecutiva Fundación CMPC

El debate sobre el necesario retorno a las aulas de los escolares ha tendido a invisibilizar la crítica situación por la que atraviesan los menores más vulnerables de sectores rurales de nuestro país.

Sin acceso suficiente a plataformas virtuales, con baja o muchas veces nula conectividad y menor apoyo de los apoderados en el proceso educativo, la realidad de estos estudiantes es extremadamente distinta a la que puedan haber experimentado niños y niñas de la capital u otras grandes ciudades y redunda en que, para una amplia mayoría de ellos, el 2020 fue un año aún más crítico en términos de educación formal.

Investigaciones demuestran que los estudiantes de contextos más vulnerables retroceden en sus vacaciones casi un tercio de lo aprendido en todo el año escolar. Imaginemos, entonces, el efecto de casi 15 meses sin clases. Esta brecha de inequidad se transmite intergeneracionalmente y se puede medir en nuestro país desde los primeros meses de vida. Esto impacta en su desarrollo cognitivo y también socioemocional, el que estuvo fuertemente afectado por la situación de sus familias durante la pandemia y tiene grandes impactos en su salud mental futura.

Como fundación apoyamos a una red de 34 colegios municipales y contamos con más 1.500 familias participando en programas de parentalidad, en su gran mayoría de sectores rurales del sur de Chile. Hemos comprobado en terreno como muchos de estos niños y niñas han pasado el año en sus barrios o comunidades, sin clases presenciales, ni tampoco virtuales y jugando con sus vecinos con los cuales compartirían en sus mismas escuelas multigrado.

La propuesta de avanzar en un plan de retorno seguro escolar resulta promisoria y permite abrir un necesario espacio de diálogo entre los distintos actores involucrados, pero al momento de analizar y proponer medidas es necesario atender a las características propias de cada territorio y priorizar, con todas las medidas posibles de higiene y protección, el retorno a clases de estudiantes de zonas rurales con bajo o nulo acceso a educación a distancia, tanto a escuelas como jardines infantiles.

Así también, hacernos cargo de la brecha educativa como prioridad país; una brecha que se amplió aún más el 2020 y que amenaza con continuar creciendo y profundizando las inequidades este 2021 si no tomamos medidas ahora. Especialmente, priorizando la educación temprana, que sabemos es esencial en el desarrollo futuro de nuestros niños y niñas.

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