La casa también encierra riesgos para los niños
Una norma básica y fundamental es desarrollar una tutela y supervisión estricta sobre los menores, evitar que jueguen solos, o que haya espacios de tiempo sin saber de su paradero o qué están realizando, incluso en juegos que parecieran inofensivos.
Luis Carrasco es Académico Dpto. de Prevención de Riesgo y Medio Ambiente UTEM
Al ver la desgarradora noticia que se produjera en Nueva Zelanda en que un niño muriera, cuando un adulto encendió una lavadora donde estaba escondido el menor; nos pone en alerta y nos ayuda entender que la casa también encierra riesgos para los niños, y no es “per se” un lugar seguro.
Estas y muchas otras situaciones nos recuerdan lo peligroso que puede ser una casa para un niño sin supervisión directa, incluso en muchas ocasiones para personas adultas que no consideran los peligros y riesgos que se encuentran en una casa. Dentro de las principales equivocaciones, es establecer que el riesgo está fuera de los limites de la casa. Si bien, esta definición es correcta, la realidad extramuros es peligrosa y la realidad intramuros tiene tantos riesgos como la exterior.
Hace algunos meses mi nieta, de dos años y medio, jugando con sus lápices de color se enterró la punta de un lápiz al saltar y caer mal; eso le significó tres puntos para sellar la herida. Una actividad tan simple e inofensiva se transformó en una emergencia que tuvo un final feliz.
Las muertes por inmersión en pequeños tiestos, pequeñas piscinas, tarros, tambores, tinas, tinajas, son una verdadera trampa por cuanto niños pequeños en menos de 20 cm se han ahogado; un niño que queda atrapado, o cae de cabeza o en posición inadecuada puede simplemente ahogarse o asfixiarse en pocos segundos. Muchas veces esto ha sido producto de dejarlo minutos sin supervisión o simplemente un momento para abrir la puerta o ver la cocina.
Recuerdo el pasaje de la película de la “Vida de Ray Charles”, el famoso cantante afroamericano, que muestra cómo su hermano pequeño cae de cabeza en una tinaja de lavado ante la presencia de todos, donde se ahoga y muere. Un niño aún cuando camine o hable sigue siendo un niño, y otros aún cuando no caminen y sean muy pequeños se mueven y son muy curiosos y viven situaciones de riesgo porque no entienden la dimensión del peligro.
Así como pueden morir por inmersión en una cantidad de agua ridícula, también pueden electrocutarse, acceder a artefactos con energía, su curiosidad los puede llevar a escenarios impensados; una lavadora, enchufes, cables con energía. Elementos, herramientas que funcionan a altas revoluciones como puede ser la hélice de la lavadora, un ventilador, una juguera, batidora, el cierre violento de un portón, una puerta, la puerta de un auto puede cortar, golpear, impactar o lesionar de forma grave a un niño.
En los exteriores (antejardines, patios, cocheras, etc.) o interiores de la casa; estructuras de peso armarios, bibliotecas, repisas, etc., pueden aplastar a un niño, provocando lesiones por el impacto, la energía o provocar asfixia por el aplastamiento; elementos con puntas o pinchos pueden causar heridas punzantes, penetrantes en órganos vitales, también latas, vidrios pueden producir cortes graves.
Una norma básica y fundamental es desarrollar una tutela y supervisión estricta sobre los menores, evitar que jueguen solos, o que haya espacios de tiempo sin saber de su paradero o qué están realizando, incluso en juegos que parecieran inofensivos. La casa como espacio también encierra riesgos para los niños, lo que indica que debemos estar siempre atentos y preocupados de las condiciones del escenario y las acciones que se desarrollan dentro de ella.