Demostrar el compromiso
El verdadero compromiso con la paridad de género va más allá de cumplir la cuota de hombres y mujeres en las empresas, incluso más allá de igualar los sueldos. Es actuar con medidas concretas, proporcionando las mismas oportunidades para cada persona.
Marcela del Barrio es Psicóloga
Posicionar la equidad de género en la mayoría de los casos ha tenido como principal protagonista a las mujeres. Sin embargo, los hombres también tienen la responsabilidad de sumarse a la búsqueda de un mundo equitativo, de lo contrario, esta desigualdad sólo se prolongará y se nos hará más difícil. Reflejo de esto es, por ejemplo, lo que ocurre en el ámbito laboral.
El verdadero compromiso con la paridad de género va más allá de cumplir la cuota de hombres y mujeres en las empresas, incluso más allá de igualar los sueldos. Es actuar con medidas concretas, proporcionando las mismas oportunidades para cada persona. Las empresas están llamadas a formar parte de lo que tiene que ser un cambio cultural, considerando aspectos que traspasan sus puertas.
Algunos estudios demuestran una gran diferencia en los objetivos de cada género: en el ámbito laboral, los hombres prefieren ser premiados con aumento de sueldo, bonos y reconocimientos, mientras que las mujeres privilegian la flexibilidad horaria, mayor cantidad de días libres, y apoyo en el cuidado del hogar y los hijos.
Esta diferencia en la búsqueda de beneficios responde, en parte, a una construcción cultural histórica (“hombre proveedor, mujer cuidadora”), que sigue repercutiendo en el presente y quedó sumamente evidenciada con la pandemia, afectando gravemente la inserción laboral femenina. Hoy, no es de sorprenderse que una de cada tres mujeres en edad de trabajar, indique razones de tipo doméstica para fundamentar su inactividad.
Pero también hay oportunidades para acortar esta diferencia. El teletrabajo se ha ido posicionando como nueva forma de laborar, aportando a emplear mujeres a distancia. Ha sido un apoyo para aquellas que deben cuidar de sus hijos en casa, permitiendo una flexibilidad que -sin pandemia- hubiese sido insospechada en el corto plazo.
Finalmente, con esta dualidad cotidiana, no basta con que sólo las mujeres exijan la eliminación de las brechas y barreras que supone el género, principalmente evidenciadas en lo laboral. Por lo mismo, las empresas están llamadas a tomar conciencia y hacerse cargo de aquellas cosas que están retrasando al grupo femenino. Hasta que esto no suceda, las industrias y el mundo seguirán dejando de lado estas demandas, sin poner prioridad en la discusión. Si todos comenzamos a exigir lo que es justo para ambas partes, tal como saber que el hogar y los hijos no dependen solamente de una persona, sin duda la sociedad que todos queremos alcanzar llegará más pronto de lo que pensamos.