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Actualizado el 15 de Abril de 2021

COVID y actividad física

A pesar de la contundente evidencia existente que relaciona los beneficios de la práctica regular de actividad física sobre la prevención y tratamiento de diversas patologías, entre ellas el COVID-19, en Chile nos encontramos dentro de los países más inactivos del mundo.

El llamado de diferentes organismos autónomos y públicos representados por especialistas de la Educación Física y la Salud, es a dedicarle espacio a la actividad física. AGENCIA UNO/ARCHIVO.
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Nadia Garcés

Nadia Garcés es Profesora de Educación Física y Salud

La pandemia provocada por el COVID-19, originada en diciembre de 2019 en Wuhan, China, obligó a diversos países, incluido Chile, a un confinamiento masivo para evitar la propagación de SARS-Cov2. Desde marzo del 2020, hemos deambulado por diferentes etapas del plan paso a paso delineado por el actual Gobierno, y el cual se encuentra diseñado como una estrategia gradual para enfrentar la pandemia según la situación sanitaria de cada zona en particular con 5 escenarios progresivos. En este contexto, diferentes entidades ministeriales a través de distintas resoluciones exentas, han dispuesto una serie de medidas para evitar la propagación del virus entre las cuales podemos encontrar la suspensión temporal o total de actividades deportivas individuales y colectivas.

A pesar de la contundente evidencia existente que relaciona los beneficios de la práctica regular de actividad física sobre la prevención y tratamiento de diversas patologías, entre ellas el COVID-19, en Chile nos encontramos dentro de los países más inactivos del mundo. Según el Ministerio del Deporte (MINDEP), el 84,5% de los niños y niñas de Chile son inactivos físicamente y un 67% de escolares no realiza 3 sesiones de Educación Física a la semana. En la Región de Los Lagos, según la “Estrategia Nacional Cero Obesidad” promovida por Elige Vivir Sano y el Ministerio de Desarrollo Social y Familiar en la actualización 2020, el 72,8% de la población presenta sobrepeso u obesidad y un 74,4% declara ser sedentaria. Y, el confinamiento, agudiza sin duda alguna el progreso de estos datos cuantitativos y, a su vez, agrava acrecentadamente los problemas de salud de toda la población nacional, aumentando los riesgos que se emanan desde las enfermedades no transmisibles.

Por ello, es fundamental conocer y entender las consecuencias que tienen en nuestro cuerpo y sistema locomotor un estado de desentrenamiento sobre cuatro semanas en los ámbitos cardiorrespiratorio, metabólico, hormonal y muscular. A saber: en las consecuencias cardiorrespiratoria, la capacidad aeróbica (según VO2max) puede disminuir entre un 6-20%. El volumen total de sangre y plasma disminuye un 4-3% respectivamente y la frecuencia cardíaca en reposo aumenta un 5% luego de 84 días sin entrenamiento; en relación a las consecuencias metabólicas, aumenta la utilización de carbohidratos, potencial aumento de la insulina, glucosa basal y triglicéridos (Martínez y cols. Nutrients.2020). Además disminuye lipólisis, aumenta el umbral de lactato y disminuye el glicógeno muscular.

En cuanto a las consecuencias hormonales, se puede generar una respuesta ineficiente de las catecolaminas, las cuales son importantes para responder eficientemente al estrés. Mantener una concentración alta de esta sustancia puede causar presión arterial alta y desarrollar diversas sintomatologías; y dentro de las consecuencias musculares, la actividad enzimática mitocondrial puede disminuir entre un 25-40% principalmente en fibras lentas, manteniéndose en fibras rápidas de modo que, es probable que, la producción de ATP disminuya significativamente.

Este tipo de consecuencias son fundamentales considerar al momento de enfrentar un proceso de confinamiento. Lograr entender que acciones de movilidad, aunque parezcan muy básicas e insignificantes, son un real y comprobado aporte a la salud del ser humano que, en sí mismo, está condicionado y adaptado para moverse. El llamado de diferentes organismos autónomos y públicos representados por especialistas de la Educación Física y la Salud, es a dedicarle espacio a nuestro día para realizar una actividad física rutinaria o, en su defecto, un ejercicio físico planificado y guiado. Con la finalidad de contribuir no sólo a nuestra salud física o imagen externa, sino a nuestro ser íntegro y autónomo.

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