100 días para noviembre
La tarea es explicar a viva voz, con argumentos sólidos, números incuestionables, hechos verídicos, con ejemplos en el mundo, que se debe votar, que no se debe dejar que Chile siga el derrotero de los países conocidos de siempre, sino que tome un camino que lo lleve al desarrollo.Y sólo faltan 100 días.
Y ya pasó, ya votamos los cuatro de cada diez que podíamos hacerlo, nada más y, por suerte, nada menos. Parece que la apatía sigue reinando: poco importa hacia dónde va el país y, por lo tanto, cualquier queja futura será inapropiada.
Esa minoría que sí piensa en lo que pase en las próximas décadas está festejando. Dos tercios de los votos fueron a la izquierda extrema – no nos engañemos: la diferencia entre Boric y Jadue es casi invisible – y un tercio a la centroderecha, si consideramos que el gran perdedor, Lavín, no es de la derecha extrema. Sacando cuentas simples, en el papel aproximadamente 26 de cada 100 ciudadanas/os con derecho a decidir sobre el destino de Chile están por un país marxista, otras/os 14 por un país democrático y 60 por cualquier cosa con tal que lo dejen en paz.
Pero ocurre que a gran parte de esas/os 60 no dejarán en paz si dentro de unos 100 días triunfa de nuevo el joven revolucionario que arrasó no solo con la mayoría en su bando, sino también con la mayoría absoluta de todos los votos. Y aquel a quien derrotó, el comunista Daniel Jadue, de todas formas sacó más votos que el triunfante en las primarias de no izquierdistas. No dejarán en paz a ese 60% porque gran parte tiene su propia vivienda, su vehículo, sus ahorros; muchas/os sus pymes y las/los que aún no tienen vivienda ni auto, sí quieren tener a ambos. Pero la idea marxista es que el Estado sea el único propietario de todo. Y si ese 60% acepta esa posibilidad, entonces, no hay nada que hacer: Chile está en el tobogán y no merece otra cosa que la que sucederá. Y cuando acontezca, no solo no valdrán lo lamentos y las protestas, sino serán simplemente sofocadas por un régimen que no les importaba evitar.
Aquellas/os que creen que Boric es un “moderado”, que es un progresista cuya meta es tener un país justo, moderno y desarrollado, no tienen en cuenta varias cosas. La primera y más importante es su edad, su total falta de experiencia como líder, estadista, organizador. La segunda, que no tiene – por lo menos aún – mando, equipo, ni siquiera un proyecto que se basa en la realidad y represente alguna solución para los problemas que está atravesando Chile. La tercera, que no podrá gobernar sin un apoyo mayoritario de partidos y el único que lo apoyará realmente es el Partido Comunista; porque ni los socialistas, ni los pedepés, ni los radicales se le someterán. La cuarta, que sus prédica aterroriza al capital, a la inversión, tanto chilena como extranjera, que escaparán con pánico y en minutos del país, dejándolo al merced de la desocupación, de la inflación descontrolada, de la productividad aún menor que la actual y la consecuente miseria. La quinta, no menos importante, será la emigración de intelectuales, profesionales e innovadores que verán truncados sus proyectos, planes y futuro promisorio; en una palabra: su libertad. Y hay otras cosas más que no enumero acá.
No es exagerado este pronóstico. Es una deducción simple con miras a qué pasó con otros países que tomaron la senda proyectada por esa izquierda que matemáticamente representaría solo un 26% de las/los chilenos. Y solo faltan unos 100 días para noviembre. 100 días para de alguna manera despertar a ese 60%, o por lo menos a una parte de ella, suficiente para evitar un régimen marxista en el país.
Se escuchan argumentos d que la “no tan extrema izquierda” recibió muchos votos del centro y de la derecha para evitar un triunfo comunista. ¿Quién puede determinar la cantidad de estos votos? ¿Es suficiente confiar que son tantos como para evitar un nuevo triunfo de Boric? Es difícil imaginar que de esos 26 votos, siete no eran de la izquierda, siete que serían el porcentaje suficiente para cambiar el panorama si de nuevo solo el 40% concurrirá a las urnas. La tarea es explicar a viva voz, con argumentos sólidos, números incuestionables, hechos verídicos, con ejemplos en el mundo, que se debe votar, que no se debe dejar que Chile siga el derrotero de los países conocidos de siempre, sino que tome un camino que lo lleve al desarrollo, y que nuestro modelo es Nueva Zelandia, Dinamarca e, incluso, la cercana Uruguay. Y sólo faltan 100 días.