Desmenuzando la Reforma Tributaria – primera parte: ¿Por qué no se van?
El actual gobierno, luego de escuchar a quien quiso, porque hubo quienes pidieron ser invitados y ni siquiera se les respondió, propuso una Reforma Tributaria, que amparándose en la brecha que habría con la OCDE, aumenta significativamente la carga tributaria de los más ricos, aduciendo que el aumento de tasas en el Impuesto único de Segunda Categoría y Global Complementario sólo afecta al 3% de la población, y el impuesto a los super ricos a menos del 1%.
Lo que no dice es que la brecha que refieren obedece a que, en Chile, a diferencia de los países OCDE, el impuesto a las personas no es soportado por todos, sino que por un porcentaje ínfimo de ciudadanos, que son curiosa y precisamente los mismos que terminarán pagando esta reforma. Tan es así, que en Chile el impuesto a las personas recauda un 81% menos que lo que recauda en los países OCDE (1,5% versus 7,9%), circunstancia que responde a la poca renta que percibe la mayoría de la gente.
El gobierno tampoco dice que hoy ya existe una brecha y que es muy injusta y que se produce al comparar lo que paga el empleado, entre ellos las autoridades políticas – burócratas – que viven de un sueldo, cuyo impuesto es retenido por el empleador, y lo que pagan los que emprenden. En efecto, mientras un empleado –puede ser o no político– que percibe una renta bruta de $4.000.191 paga anualmente en impuesto la suma de $3.509.004, el emprendedor dueño de una Pyme por la misma suma paga un impuesto de $7.855.982. Es decir, paga más del doble de impuesto, cuestión que dudo ocurra en algún lugar distinto de Chile, país cuyos gobernantes además tienen el tupé de argumentar que el empresario paga poco. Lo dicho, que ya es injusto, es sin mencionar todavía lo que paga el mismo empresario cuando es dueño de una Pyme por medio de una sociedad, o si participa como socio de una empresa no Pyme, y recibe los mismos 4.000.191 mensualmente, porque ese empresario paga por esa misma renta, un impuesto de $13.456.225. Ese empresario, por si todavía no se enteran en Hacienda, paga un 383% más de impuesto que el burócrata de turno.
Resulta, por lo anterior, extraño que nuestra clase política insista en castigar de forma tan brutal al emprendedor, que es quien da trabajo y asume los riesgos. Normalmente lo que hacen los países es favorecer el emprendimiento, porque quienes gobiernan saben (porque han trabajado en el sector privado antes) o si no lo han hecho se han informado, que la base del crecimiento de los países es precisamente que existan ciudadanos con capacidad de emprender y asumir riesgos. Pero acá se les mira con recelo, rabia y se les mal trata.
Es más, y como si lo que pagaran hoy resultare insuficiente, a los técnicos de Hacienda se les ocurrió aumentar la recaudación, imponiéndoles una tarifa adicional para cuando retiren desde la sociedad que es dueña de una Pyme y que por lo mismo no es Pyme, o directamente de una sociedad no Pyme.
Cuando eso ocurra, situación que lamentablemente pasará si los parlamentarios no aplican un mínimo de cordura y actúan con el mismo desatino de los convencionales constituyentes, el Impuesto pagado por la empresa (tasa de un 27% y por excepción un 25%), ingresará al Fisco sin que lo acredite contra ningún impuesto y el dueño cuando retire tendrá que pagar un 22%, que sumado al impuesto que pagó la empresa, hará que por los mismos $48.000.000 ahora se paguen $28.313.424, que corresponden a los $17.753.424 por Impuesto de Primera Categoría que paga la empresa en la que se participa por medio de una sociedad (tasa 27%), más el 22% que debe retener la empresa que soporta el retiro y que asciende a $10.560.000, lo que implica que por los mismos $48.000.000 en este nuevo esquema el emprendedor termine pagando un 807% más que el empleado sea privado, público o político.
Todo lo señalado es sin considerar el impuesto que ahora quieren imponer a las sociedades, que cometieron el pecado de ahorrar e invertir lo que retiraron desde la sociedad en la que participan, sea en el mercado inmobiliario o en el mercado de capitales, porque deberán pagar en base la brillante reforma del actual gobierno, una tasa anual de un 1,8%, sobre una que ya pagó impuesto, y que solo puede utilizarse como crédito por los empresarios que califiquen como súper ricos, contra el impuesto que deban pagar por el nuevo tributo que se les quiere imponer. Lo dicho, porque acá a diferencia de lo que ha ocurrido en la OCDE en que este impuesto va de salida, lo quieren imponer anualmente, y sobre la base no de la riqueza que acrece, sino sobre el patrimonio que ya pagó impuesto.
En concreto, lo que se quiere es que los dueños chilenos del capital emigren, y ojalá se vayan muy lejos, y dejen a los chilenos pobres a merced de los nuevos ricos, todos o políticos o extranjeros, ya que éstos a diferencia de los inversionistas locales sí tienen derecho a descontar del impuesto que grava la remesa y que es de un 35%, el 100% del impuesto que paga la empresa.
Si el gobierno quiere conseguir los resultados de Irlanda, o lograr los beneficios que existen en los países nórdicos, debe transitar por el camino que lleva a esos países, y no avanzar hacia la ruta contraria. Para ser más gráfico aun, si queremos llegar a Rancagua, debemos irnos por la Panamericana Sur; si tomamos la dirección norte nunca llegaremos, aunque el conductor, los pasajeros y todo el mundo que está arriba del auto quieran hacerlo.