Más cultura y más beneficios para la juventud
A una juventud cuyas expectativas han descendido y se siente insegura sobre el futuro y lo que pueda venir en materia de cambio climático, Inteligencia Artificial, inflación, entre otros etc., tenemos la oportunidad de relevar los recursos culturales para reencantar a las nuevas generaciones con asegurados resultados positivos en el corto, mediano y largo plazo.
Decía el poeta clásico griego Eurípides que aquel que se niega a aprender en su juventud, se pierde en el pasado y de alguna manera, está muerto para el futuro. Con esto apuntaba a que si cultivamos la capacidad de aprendizaje y nos exponemos a nuevos conocimientos desde temprana edad, tendremos un valioso tesoro que nos acompañará durante el resto de la vida.
La juventud es un periodo clave para exponernos al arte y la cultura porque los cerebros actúan como esponjas, absorbiendo y asimilando diferentes estímulos. Lo asegura la Unicef, que plantea que la cultura es una vía para canalizar emociones, descubrir habilidades y ser una puerta para diversas formas de expresión y participación.
Esto es especialmente valioso si consideramos el impacto que generó la pandemia en los más jóvenes debido al cierre de colegios, la cancelación de eventos y el distanciamiento con los amigos, que trajo consigo un aumento de los índices de violencia escolar, drogadicción y alcoholismo. El Ministerio de Educación estima que desde que se retornó a la presencialidad, el maltrato físico y psicológico entre alumnos a nivel nacional registró un aumento de 38% respecto al periodo 2018-2019. Y en cuanto a la salud mental, el “Estudio de políticas públicas relacionadas con la salud mental de niños, niñas y adolescentes” de la Defensoría de la Niñez y la Universidad de Chile, reveló que los adolescentes reconocen mayor inquietud por la ansiedad (93%), depresión (92%), auto lesiones (76%) y suicidio o intentos de suicidio (72%).
¿Por qué, recurrir a las artes y la cultura para generar un entorno protector en los más jóvenes? Diversos expertos que han analizado su implementación en colegios y espacios sociales muestran que los beneficios son múltiples en cuanto a aprendizaje, comportamiento y bienestar mental. Rabkin y Redmond (2004) han identificado los más significativos, entre ellos, mayor compromiso emocional y participación activa gracias al nivel de involucramiento que experimentan durante el proceso.
Pero más allá de la teoría, este es un fenómeno que todos podemos comprender: Cuando escuchamos una canción que nos gusta, cuando bailamos, o cuando observamos con atención un cuadro que nos atrae, se producen en nuestro cuerpo respuestas sensoriales y motoras donde además interviene el conocimiento, la emoción y el significado que le otorgamos a esa obra en nuestras mentes. Por esta razón se vincula directamente la exposición a las artes con el crecimiento de la plasticidad cerebral, además de los mencionados beneficios psicológicos. No es casualidad que las actividades culturales sean un complemento terapéutico para muchas enfermedades, como la música en el Alzheimer o las artes plásticas para la ansiedad.
Es clave hoy lo que como adultos podemos aportar para potenciar las mentes de los jóvenes. Quienes estamos involucrados de distintas maneras en promover una mayor y mejor oferta cultural en el país, tenemos la misión de pensar especialmente en ellos, en sus lenguajes, sus formas, en fortalecer la comunicación y en hacerlos verdaderamente partícipes.
Ya no quieren ser meros espectadores sino actores y protagonistas y hay tanto talento por descubrir. Recientemente creamos un fondo juvenil de programación y vaya propuestas que recibimos que sin duda acrecentarán nuestra oferta institucional pero lo más importante, quedarán grabadas como experiencias significativas en las vidas de cada uno de ellos. Se trata de aprender haciendo, de co – crear, de co-producir y co-laborar.
A una juventud cuyas expectativas han descendido y se siente insegura sobre el futuro y lo que pueda venir en materia de cambio climático, Inteligencia Artificial, inflación, entre otros etc., tenemos la oportunidad de relevar los recursos culturales para reencantar a las nuevas generaciones con asegurados resultados positivos en el corto, mediano y largo plazo. Porque la cultura no tiene únicamente un fin educativo-académico y productivo, sino que es sobre todo una herramienta de desarrollo personal que nos permite expresarnos, comunicarnos, ser mas plenos, empáticos, participativos y creativos para soñar y hacer un mundo mejor.
La señal positiva que nos está entregando la juventud cuando les ofrecemos más espacios culturales reafirma que este es el camino correcto. Mientras más actores se sumen a esta iniciativa, realmente podremos cambiar realidades, reforzar el concepto de comunidad y ayudar de manera concreta a que los jóvenes se sientan mejor y más felices.
Alejandra Valdés, Directora Ejecutiva de la Corporación Cultural de Lo Barnechea