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¿Uso mi tarjeta de crédito?

Jamás caigas en la idea de que la tarjeta de crédito es tu liquidez, pues es un préstamo. Y por supuesto, también infórmarte de las alianzas de tu banco o institución financiera para que puedas sacar el mejor provecho, y sea, en lo práctico, un win-win.

Las tarjetas de crédito pueden ser una puerta al paraíso de algunos gastos previstos o imprevistos, o bien, la entrada a un infierno de una deuda que tiene el potencial de crecer como una bola de nieve. Sí, como bola de nieve, incluso en el infierno. No son completamente un monstruo, ni tampoco pura panacea, hay matices, por suerte. Y por eso, hay que usarlas. Pero siempre, siempre, siempre con orden. Así, las tendremos a nuestro favor, antes de caer en una pelea de western. Revisemos lo bueno, lo malo y lo feo.

Lo bueno

Las tarjetas de crédito ofrecen “tener” dinero cuando no hay o éste escasea (emergencias, necesidades y también gustos). También dan la posibilidad de pagos en cuotas, muchas veces a elección del cliente, muchas veces sin interés. Podemos tomar esa decisión dividiendo el monto total en uno que nos quede al alcance de la mano mes a mes. Es de perogrullo decir que esto muchas veces da una sensación de alivio o despresuriza la situación económica de un momento en particular.

Por otra parte, en un principio y aún en algunas ocasiones, este medio fue el único aceptado en plataformas generalmente internacionales, en las que muchos de nosotros decidimos suscribirnos: streaming de video, de música, delivery, juegos, entre otros.

Adicionalmente, el mercado de esta herramienta ha crecido y las instituciones han amplificado sus beneficios para atraer y fidelizar clientes: puntos, descuentos, alianzas con ciertas marcas u otros.

Lo malo

No todo lo que brilla es oro. Ya nos deslumbramos con nuestra compra, pero llega el momento de devolverle a la institución lo que hemos gastado. Ese monto -probablemente mensual-, está formado por intereses y la deuda. Lo mínimo que podremos abonar son los intereses. Otra opción son los intereses más algo de capital. Y la tercera, el monto facturado completo. Aunque pueda verse como oportunidad el que podamos pagar menos que lo facturado, ahí está la “maldad” para los usuarios. En los dos primeros casos, pero por sobre todo en el primero, veremos que la deuda del futuro no hará más que aumentar.

Lo más malo, entonces, sería no poder pagar ni siquiera el mínimo. ¿Cuánto aumentará? Dependerá de los intereses y del contrato firmado.

Lo feo

Si no se maneja bien esta herramienta en su totalidad, podemos caer en deudas incluso más grandes que las iniciales. Esto no sólo repercute en nuestro bolsillo, sino que también en nuestra salud. De hecho, existe el estrés financiero. Por eso, informarnos, planificarnos y enfrentar nuestras dudas o miedos son acciones fundamentales.

Raya para la suma

Usar la tarjeta de crédito es una decisión personal, que dependerá también de lo situacional. Al momento de comprar, obviamente, lo mejor es elegir alguna opción sin interés. En cuanto a cómo pagamos nuestra deuda, es altamente recomendable usarla como si fuera una tarjeta de débito: compramos, obtenemos los beneficios y abonamos a nuestra tarjeta. Si no se puede, debemos planificar nuestros gastos mensuales, considerando el plazo que definimos para saldar aquel gasto. En este sentido, siempre lo más recomendable es pagar el monto facturado y en la fecha establecida. Si no se hace, se activarán las tasas de interés máximas, provocando que nuestra deuda crezca más aún: hay que buscar formas alternativas de pagar el total, hay que evitar a toda costa lagunas en los pagos.

Independientemente de lo anterior, uno de mis trucos es que efectivamente la uses en vez de la de débito, pero debes siempre tener en consideración que sea un monto realista, que puedas siempre pagar. La sensación de que tenemos un cupo ilimitado nos llevará a problemas financieros si no somos ordenados. Jamás caigas en la idea de que la tarjeta de crédito es tu liquidez, pues es un préstamo. Y por supuesto, también infórmarte de las alianzas de tu banco o institución financiera para que puedas sacar el mejor provecho, y sea, en lo práctico, un win-win.







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