Elecciones argentinas, sorpresas como siempre
Teóricamente Milei tendría un universo potencial mayor de votantes que Massa, pero dependerá de él seducirlos, y claramente eso pasa por moderarse y adoptar parte del programa de Juntos por el Cambio (o lo que quedará de él) y ofrecerles cargos. Eso ya se ha notado y se habla de ciertos ministerios reservados para los macristas. El tema es si un giro de esta naturaleza será convincente en tan corto tiempo.
Juan Pablo Glasinovic Vernon es abogado
Perdonen la majadería, pero Argentina es la fuente del realismo mágico. ¿Cómo puede ser que el primer lugar de la votación lo haya obtenido el candidato del gobierno que tiene sumido al país en el abismo, con una inflación anual del 148% y además que ese candidato lleve más de un año como ministro de economía y sea por lo tanto directamente responsable del fenómeno o al menos de su continuidad y expansión? Esto sin considerar un abanico de otras condiciones como el aumento de la pobreza a casi la mitad del país y escándalos de corrupción que han llegado hasta la vicepresidenta (y expresidenta por dos períodos) con condena penal incluida. Y para rematar, que podría, en un régimen presidencial, ser el quinto gobierno seguido del mismo partido y coalición. Eso solo ocurre en Argentina. En cualquier otro estado, la mayoría de los votantes hubiera castigado fuertemente al gobierno en ejercicio, votando a favor de otra alternativa.
Si hasta el expresidente uruguayo Pepe Mujica se declaró sorprendido, declarando que esto solo podía ocurrir en Argentina. Y eso que los uruguayos son los idiosincráticamente más cercanos a los argentinos.
Inesperadamente entonces, o al menos para la mayoría de los analistas extranjeros, el peronista Sergio Massa logró el primer lugar con el 37% de los votos y sorpresivamente también, Patricia Bullrich salió tercera con 24% frente al 30% de Javier Milei.
¿Qué pasó? ¿Fue clientelismo, falta de buenas alternativas o temor ante una derecha que quiere desmantelar el sistema que se ha estructurado en la era kirchnerista?
Parece que se dio una combinación de todo lo anterior.
Massa que, de acuerdo con el sistema político argentino, puede ser ministro y candidato a la vez, otorgó 12 nuevos subsidios sociales en los últimos 45 días antes de las elecciones. No hay dudas de que bajo los gobiernos peronistas y particularmente desde Néstor Kirchner, se ha generado un clientelismo político masivo. Más de 19 millones de personas reciben fondos estatales, ya sea como jubilados, empleados públicos o beneficiarios de una amplia red de beneficios y planes sociales.
En una sociedad precarizada y donde la mitad de la población está en la pobreza, la amenaza por otras candidaturas de reducir el Estado y sus gastos implica para muchos unirse a las cohortes de pobres o bajar a la miseria.
Por lo tanto, el voto mayoritario por Massa representa ese temor de un grupo significativo de la población que depende del Estado para llegar a fin de mes o que se ha acostumbrado a recibir subsidios y ayudas, sin los cuales su calidad de vida tendría una merma importante.
Desde esa perspectiva se entiende que el gobierno debe sostener su apoyo sobre la base de transferencia de recursos y servicios a la población. No es que sus políticas y acciones permitan las condiciones para crecer y desarrollarse, sino que deben y se espera derechamente que transfieran recursos, de ahí la noción de clientelismo político. Esta condición, como se expresó, tiene la virtud de movilizar masivamente a quienes se sienten amenazados, de ahí el alto caudal que obtuvo Massa.
Por el lado de los contendores, Patricia Bullrich, candidata de Juntos por el Cambio (coalición de macristas y radicales más otras agrupaciones y tendencias menores), no logró marcar una diferencia respecto de Javier Milei. Para muchos era volver a la era macrista, muy asociada a la deteriorada situación económica actual. O sea, alternar entre opciones fracasadas.
Si en el papel ella era la opción de cambio moderado con el respaldo de una coalición que podría llevar a cabo las reformas necesarias en el congreso, frente a Milei la mayoría la consideró como una versión edulcorada del mismo. Para eso y desde esa perspectiva, mejor votar por el original e impulsar los cambios que nadie de los partidos tradicionales ha podido levantar y menos impulsar en las últimas décadas.
Massa también se benefició de los errores de Milei, como sus rabiosas diatribas contra todo, incluyendo ataques al Papa, y su promesa de cerrar el Banco Central y dolarizar la economía. Frente a su verborrea e insultos, Massa guardó la calma y logró mostrarse como una persona moderada y conciliadora.
Hay que decir que Massa ha sido asesorado por los estrategas y consultores políticos brasileños Edinho Silva y Ottavio Antunes. Aunque pudiera pensarse que asesores externos en este caso podrían no haber funcionado, los resultados de la primera vuelta indican lo contrario y ponen a los expertos brasileños en un lugar destacado en el rubro en América Latina (hasta Marco Enríquez-Ominami contrató en una de sus postulaciones presidenciales al asesor Duda Mendonca, pero en ese caso sin buenos resultados).
¿Cuáles fueron los efectos de la primera vuelta y qué se puede esperar para el balotaje el 19 de noviembre?
En primer lugar, mientras volvía la fe en el peronismo cuando la mayoría, incluyendo Cristina Fernández, daban todo por perdido, explotaba Juntos por el Cambio. Como suele suceder en las derrotas, salieron a relucir los cuchillos largos y Patricia Bullrich y Mauricio Macri expresaron su apoyo a Milei, mientras otros, incluyendo el excandidato Rodríguez Larreta y los radicales rechazaron aquello.
La pregunta es ante esta división, qué porcentaje de los votos del sector irá a Milei y luego, qué pasará en materia legislativa.
En el congreso, si bien La Libertad Avanza de Milei obtuvo buenos resultados es absolutamente insuficiente para llevar adelante su programa de gobierno en caso de triunfar. En el senado, que renovaba 24 bancas de un total de 72, el partido de Milei obtuvo 8 escaños, mientras Juntos por el Cambio perdió 9. Se mantiene más o menos el escenario anterior y los peronistas tienen 31 cupos, necesitando 6 para la mayoría, los que podrían obtener de partidos regionales.
En la cámara de diputados se renovaron 130 escaños de 257. El bloque mayoritario pasaría a ser Unión por la Patria (peronistas) con 104 diputados, seguido por Juntos por el Cambio con 93, mientras que La Libertad Avanza se convierte en la tercera fuerza legislativa con 39 legisladores.
No existe posibilidad de mayoría automática en la Cámara de Diputados. Para obtener quórum es necesario contar con la presencia de 129 diputados, número que ningún bloque alcanzaría de forma solitaria. Las dos coaliciones mayoritarias, Unión por la Patria y Juntos por el Cambio, no podrían alcanzar esta cifra aliándose con todos los bloques provincialistas, por lo que tendrán que consensuar voluntades entre ellos o bien obtener votos de La Libertad Avanza.
Ante ese escenario parlamentario donde al gobierno le fue bastante bien, Massa ha salido a proponer un gobierno de unidad nacional, prometiendo sumar a los mejores de todo el espectro para sacar al país de la crisis. Profundiza así el perfil de conciliador en un ambiente polarizado, además de buscar presentarse como una opción que iniciará un nuevo ciclo político y económico en Argentina. Esto último es notable como construcción de relato, porque un político que lleva tiempo identificado con el período kirchnerista se muestra como quien puede inaugurar otra etapa.
Teóricamente Milei tendría un universo potencial mayor de votantes que Massa, pero dependerá de él seducirlos, y claramente eso pasa por moderarse y adoptar parte del programa de Juntos por el Cambio (o lo que quedará de él) y ofrecerles cargos. Eso ya se ha notado y se habla de ciertos ministerios reservados para los macristas. El tema es si un giro de esta naturaleza será convincente en tan corto tiempo.
Lo que está claro es que aún si gana, tendrá grandes dificultades para llegar acuerdos en el congreso y se sumará a la pléyade de presidentes electos en los últimos años que no tienen mayoría legislativa propia.
Massa por su parte tendrá que rogar que la situación económica no siga deteriorándose en las semanas que quedan, aunque eso es pretender tapar el sol con un dedo como lo demuestra la escasez de combustible que está afectando el país y que se debe en parte a la escasez de dólares para su importación. Lo que está claro es que después de las elecciones se deberá pagar la abultada cuenta de la batería de subsidios y medidas preelectorales, y de ganar Massa, podría partir con un gran incendio.
El único consenso, es que la situación y rumbo del país no dan para más.
¿Qué esperar? La decisión del Pueblo Argentino el 19 de noviembre. Esa es la única certeza.