El rodeo chileno no es coleo
Actualmente, el rodeo chileno forma parte de nuestra identidad cultural y, como tal, tenemos el deber y compromiso de protegerlo y defenderlo ante la llegada o importación de prácticas ecuestres, como el coleo.
Francisco Orrego Bauzá es Abogado y director de empresas.
Diversos medios de comunicación, incluyendo El Dínamo, han destacado el arribo a nuestro país de la práctica ecuestre denominada “coleo”, cuyo origen está en Venezuela y que se ha extendido a países como Colombia, México, Brasil, Panamá y más recientemente, Chile. Con justa razón, algunos han calificado este deporte como maltrato animal. Y a partir de ello, no faltarán quienes quieran asociar -mal intencionadamente- el coleo con nuestro rodeo. Pero ojo: el rodeo chileno no es coleo.
El rodeo chileno tiene un origen profundamente arraigado en las labores del campo y, muy particularmente, en el manejo del ganado. Históricamente nació como parte de las labores habituales de los huasos en la aparta y rodeo de los animales. A diferencia del coleo, el rodeo chileno no surgió con el fin de someter o dañar al animal; ni al caballo ni al ganado. Su propósito fue -y sigue siendo- mostrar la destreza del jinete y la funcionalidad del caballo chileno. Con el paso del tiempo, el rodeo chileno, en cuanto a práctica ecuestre, se masificó y popularizó a tal punto que hoy es considerado un verdadero deporte nacional, que mueve a millones de chilenos a lo largo de todo el país.
Actualmente, el rodeo chileno forma parte de nuestra identidad cultural y, como tal, tenemos el deber y compromiso de protegerlo y defenderlo ante la llegada o importación de prácticas ecuestres, como el coleo, que nos son completamente ajenas y que, además, se apartan de los valores de nuestro deporte criollo, siendo uno de éstos el debido cuidado y manejo responsable de los animales. Es importante que se conozca que en nuestro rodeo se manejan y observan estrictos protocolos para evitar el maltrato animal.
Consciente de la importancia del cuidado de los animales, la reglamentación del rodeo chileno se ha actualizado durante los últimos años para incorporar algunas reglas que protegen al animal, como poner puntos negativos a quien sea sorprendido golpeando a un animal o detenerlo fuera de la quincha. Por ello, cualquier comparación entre el rodeo chileno y el coleo es injusta, caprichosa y mal intencionada.
Nuestro país no debe tolerar la práctica de deportes ecuestres que, a todas luces, centran su significado o vocación en el daño del animal, y no en la destreza del jinete y funcionalidad del caballo.
En el coleo, a diferencia de nuestro rodeo, participan cuatro jinetes a caballo quienes deben derribar al animal agarrándolo por la cola la mayor cantidad de veces en cuatro minutos. Los puntos se suman conforme a la manera en que cae el toro, logrando el puntaje máximo si es que cae al suelo patas arriba. Bien cuestionable por decir lo menos.
Ahora que se acerca el Campeonato Nacional de Rodeo, conocido también popularmente como el Champion de Rancagua, los chilenos podrán apreciar la belleza y nobleza del rodeo chileno como deporte nacional, quedando en evidencia la enorme distancia que existe entre ambas disciplinas ecuestres. Dejemos que, en abril próximo, cuando se desarrolle el Champion de Rancagua, el rodeo chileno hable por sí solo.