La carreta delante de los bueyes
Ningún sistema eléctrico de gran escala en el mundo ha podido dar una respuesta concreta y definitiva a si podrá ser carbono-neutral al 2050.
Héctor Chávez es Director del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Santiago.
De manera incremental y sostenida en el tiempo hemos visto como la necesidad de aumentar nuestros niveles de sostenibilidad se han tomado la agenda y están ya siendo parte de las políticas públicas y de las políticas operativas de grandes corporaciones privadas. En respuesta a esto, todas las disciplinas del conocimiento se han congregado a dar una mirada al problema en eventos desde la COP 28 a charlas en universidades y colegios. Parece este ser un tema que a todos trasversalmente les interesa que ocurra.
En el core de estas discusiones están los grandes discursos que siempre preceden a los grandes cambios. Sobre cómo la sociedad se va a poner de acuerdo sobre cómo lograremos sostenibilidad o carbono-neutralidad o emisiones nulas entre otras. Estos grandes discursos, la mayor parte de las veces, parten del supuesto que se lograran los objetivos en torno al acuerdo que se tome, sin dar una mirada a la realidad técnica que subyace a ellos. De alguna forma, proponerse algo que no sabemos a ciencia cierta si es posible, aún cuando acordemos unánimemente que se debe hacer.
En mayo de 2022, por ejemplo, estaba planificado el retiro de servicio de la central a carbón Bocamina II, como parte de la política pública de retiro de centrales a carbón. Sin embargo, la autoridad técnica que opera el sistema eléctrico, , determinó que el retiro de la central Bocamina II ponía en peligro la continuidad del servicio eléctrico, con lo cual no fue posible retirar tal central sino hasta el 30 se septiembre de 2022.
En este escenario, es razonable preguntarse si la política pública tomó en consideración que los cambios propuestos, acordados y celebrados por la opinión pública pudieran afectar la continuidad de servicio eléctrico. O si se tomó en cuenta que el cambio climático afecta igualmente tal capacidad relativa a la disponibilidad de fuentes seguras de generación carbono-neutral como las grandes plantas hidráulicas. Simulares preguntas se suscitan en este espectro, dado que la integración de generación eólica y solar (la base de la política de carbono-neutralidad del sector eléctrico a 2050 según la Ley 21455, art. 4) igualmente conlleva cambios significativos a la operación de los sistemas eléctricos. Ante estas situaciones, cabe recalcar que una solución no es atendible por medio de discusión y acuerdo entre actores relevantes, sino que requiere del desarrollo de análisis técnicos que pudieran dar límites a las voluntades populares que legítimamente ocurran del ejercicio de la democracia.
Asimismo, es importante mencionar que el entendimiento de los limites técnicos de la carbono-neutralidad de los sistemas eléctricos es aún materia de investigación académica.
Ningún sistema eléctrico de gran escala en el mundo ha podido dar una respuesta concreta y definitiva a si podrá ser carbono-neutral al 2050, y esto debiera ser puesto en la mesa como ante la existencia de una ley de la República en la materia. Y más todavía, cuando las comunidades están cada vez menos dispuestas a permitir en sus territorios infraestructura eléctrica imprescindible para hacer posible la transición energética, restringiendo más aun el espacio de posibles soluciones; menos aun permitir que las tarifas eléctricas suban con objeto de propiciar cambios tecnológicos que aún no tenemos definidos con claridad.
Ante tantas restricciones, es importante que podamos como sociedad definir cuales asuntos son materia de discusión argumental y susceptibles de acuerdos dentro del ejercicio democrático, y cuales poseen límites físicos que no podemos obviar ni acordar cambiar. Si bien nuestro sistema eléctrico es uno de lo más eficientes y seguros de la región, debemos analizar más en detalle los límites de la integración tecnológica hacia la carbono neutralidad, con objeto de que estemos claros de los esfuerzos reales que este cambio conlleva en el mediano y largo plazo y que no quedemos con la idea de que con un acuerdo, un nueva ley o una nueva constitución podremos llegar a la meta de ser carbono neutrales.