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26 de Junio de 2024

Evolución en la investigación penal: Cómo el trabajo de fiscales y policías puede marcar la diferencia

Por Víctor Beltrán
Variante delta Ministerio Público Ministerio Público cuarentena Senado fiscal AGENCIA UNO/ARCHIVO.
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Víctor Beltrán

Víctor Beltrán es académico e investigador adjunto de la Facultad de Derecho de la Universidad Diego Portales.

La desarticulación de la banda Los Trinitarios mediante un megaoperativo en la Región Metropolitana , un importante decomiso de fentanilo en Antofagasta , una entrega vigilada de drogas en el extranjero y el reciente operativo conjunto en diversas cárceles del país que incluso culminó con gendarmes detenidos , son solo algunos ejemplos paradigmáticos de cómo un trabajo investigativo estratégico, proactivo y colaborativo entre fiscales y policías puede ser clave para desmantelar estructuras criminales complejas.

Casos como los expuestos escapan del enfoque tradicional en que la investigación penal busca, por decirlo así, reconstruir un solo hecho pasado a partir de un escenario de incertidumbre o de casos generados a partir de una detención en flagrancia. En cambio, estos casos suponen una aproximación distinta, ya que la investigación se desarrolla en paralelo a la propia actividad criminal que se investiga o surgen a partir de fragmentos de información o del rescate de diversos casos que en algún minuto fueron archivados y que, en su conjunto, permiten ir juntando piezas hasta armar el puzzle completo.

En estas investigaciones suele apuntarse a un objetivo estratégico más complejo. Ya no se trata de un único imputado, ni de un sujeto detenido en flagrancia, sino que se busca la desarticulación de organizaciones criminales. Esto puede ser clave en materia de seguridad, pues existen buenas razones para creer que sacar de circulación a estas bandas tendría un impacto mayor en la prevención de la comisión de delitos futuros.

Al apuntar a un objetivo más complejo, se hace necesario el uso de técnicas investigativas más avanzadas. Ya no se trata sólo de pinchazos telefónicos, sino del uso de agentes encubiertos, entregas vigiladas, entre otras actividades. Por ello, la especialización de fiscales y policías es fundamental.

Del mismo modo, destaca la conformación de equipos multidisciplinarios que facilitan el uso estratégico de información y el análisis criminal como una herramienta que permite la identificación de casos, patrones delictivos, la generación de planes de persecución, etc. Además del uso de diversas herramientas tecnológicas, todo lo cual permite guiar adecuadamente las acciones del Ministerio Público y las policías.

Trabajar bajo esta lógica implica realizar investigaciones de largo aliento, que naturalmente requieren de mucho más tiempo, más especialización, más recursos y que, por cierto, demandan grandes esfuerzos de parte las autoridades. Sin embargo, sus beneficios e impacto pueden marcar la diferencia.

Si bien existen diversos desafíos para nuestro país en materia de seguridad y crimen organizado, posicionar a fiscales y policías como actores clave en la lucha en contra de la criminalidad organizada es hoy por hoy una necesidad. La capacidad de estos agentes de desarrollar un trabajo estratégico, proactivo y colaborativo, de adaptarse a las nuevas formas de criminalidad y de hacer frente a estructuras criminales más complejas es vital para mantenernos un paso adelante frente al avance del crimen organizado.

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