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Actualizado el 22 de Julio de 2024

La convención de Trump y lo que sigue

"Quedará para el recuerdo el puño en alto de Trump con su cara ensangrentada, llamando a luchar. En un momento complejo y de gran conmoción, hay que reconocer que tuvo la sangre fría o la intuición para reconocer que esa situación le podía redituar electoralmente y reaccionó rápidamente en la forma mencionada".

Por Juan Pablo Glasinovic
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Juan Pablo Glasinovic

es Abogado.

Estos últimos días sin duda que todos los focos han estado sobre Donald Trump. El 13 de julio sufrió un intento de asesinato en un mitín en Pensilvania por parte de un solitario tirador, el que fue muerto por la seguridad del candidato. Trump por su parte quedó con una ligera herida en la oreja por una bala que le rozó. En el tiroteo murió una persona de la multitud y otras dos quedaron heridas, además del atacante quien también falleció.

Quedará para el recuerdo el puño en alto de Trump con su cara ensangrentada, llamando a luchar. En un momento complejo y de gran conmoción, hay que reconocer que tuvo la sangre fría o la intuición para reconocer que esa situación le podía redituar electoralmente y reaccionó rápidamente en la forma mencionada. Eso por supuesto galvanizó a la multitud presente y le ha sumado puntos en la percepción a nivel nacional.

Dos días después comenzó la convención republicana en la ciudad de Milwaukee en el estado de Wisconsin. Trump apareció con su oreja vendada y con el aura de quien ha sido salvado milagrosamente, signo de que está llamado a cumplir una tarea trascendente.

He titulado esta columna como la “convención de Trump”, porque si bien nominalmente corresponde al Partido Republicano, la verdad es que estuvo centrada en el expresidente y controlada por él y sus cercanos, incluyendo su familia.

Es asombroso como este partido ya para la anterior campaña de Trump había sido cooptado por este y ahora ese control es absoluto. Lo extraordinario es que no obstante la derrota en el intento de reelección de Trump, el partido no fue capaz de sacudirse de él.

Hay que decir que sin perjuicio del ascendiente de Donald Trump, el Partido Republicano llevaba ya un tiempo redefiniendo su rumbo hacia lo que es hoy. Un hito en esa dirección fue la fundación del Tea Party, una facción más conservadora que en el espacio de una década pasó a ser mayoritaria, aunque con el “toque Trump”. En efecto, una característica del Tea Party era el liberalismo económico y Trump lo reemplazó por el mercantilismo.

Trump encajó con esta búsqueda de una nueva identidad partidaria y lo increíble es que no solamente le dio vuelo, también imprimió su sello en la dirección, dando vuelta valores o políticas que eran parte del ADN republicano como los presupuestos equilibrados, el libre comercio y una postura de intervencionismo activo en política exterior.

Es tal el poder de Donald Trump que incluso quienes lo desafiaron en las primarias asistieron para el “besamanos”. De Santis y Nikki Haley por ejemplo, se alinearon en sus discursos con el candidato.

Por supuesto el círculo familiar de Trump no estuvo ausente en los discursos y destacó la intervención de su nieta Kai de 17 años, quien se refirió al lado más familiar de su abuelo, en lo que se entiende como una estrategia para mitigar la percepción de esa figura dura y combativa en un momento en que se necesita sumar unos pocos, pero claves votos para dar vuelta algunos estados.

Finalmente fue el turno del propio candidato ungido por la convención. Aunque comenzó con un discurso unitario y conciliador, su naturaleza pudo más y terminó en sus diatribas y mentiras de siempre.

Quizá lo que más expectación generaba era escuchar a quien fue seleccionado unos días antes por Trump como su vicepresidente, el senador republicano por Ohio JD Vance. Vance tiene 39 años y estaba en su primer período como senador. Hace unos años se opuso a Trump, pero luego entabló amistad con Donald Trump Jr y eso ayudó a ambos a acercarse y finalmente construir una relación. Ahora Vance tiene la misma línea discursiva. Aparte de su afinidad, representa el Midwest, zona clave en la presente elección y además es un milenial, con lo cual se espera que haga de puente con esa generación que está menos involucrada en la política y además es un segmento en el cual los demócratas han perdido mucho arrastre.

En suma y más allá del vicepresidente, fue una convención sin mayores sorpresas y personalista.
Sobre la misma podemos cerrar con algunos comentarios muy resumidos: 1. Trump considera que la unidad es adherir incondicionalmente a su persona. Como siempre atacó a todos y se declaró el único capaz de salvar y unir al país. 2. El Partido Republicano es una organización supeditada a Trump. 3. Trump con la elección de Vance como su compañero de fórmula tomó la decisión de profundizar su estrategia y forma de hacer política. Vance es un doble más joven. 4. Las mujeres de la familia y de su entorno político y laboral tuvieron espacios para hablar en lo que se aprecia como un intento de suavizar su figura. 5. Con Vance los republicanos dan una señal hacia los votantes más jóvenes.

Culminado el proceso por el lado republicano y siendo ya Donald Trump su candidato oficial, la atención recae ahora en los demócratas. Como sabemos y después del desastroso debate para Biden de fines de junio, han ido en aumento las voces dentro del partido para que este se baje de la carrera. Hasta ahora Biden ha rechazado hacerlo, pero ante la presión y la posibilidad de perder, no se descarta. La convención demócrata tendrá lugar del 19 al 22 de agosto y la incertidumbre se hace insoportable porque si hubiera un cambio, quedará muy poco tiempo para los ajustes y la campaña.

Para quienes creen que Biden no debe ir a la reelección, fundamentalmente por su deterioro cognitivo, la mejor opción es que renuncie. Eso permitiría que sus delegados de las primarias voten por otra alternativa, partiendo por la vicepresidenta Kamala Harris. Su condición de mujer y de minoría racial podría ser una buena carta para enfrentar a una dupla de hombres blancos.

Pero si Biden no diera su brazo a torcer, ya se está elucubrando que sus electores en la convención no estarían obligados a votarlo, porque hace algunas décadas se incluyó en las reglas demóctatas que, no obstante la obligación primaria de votar por quien fueron electos, este deber está supeditado a la conciencia, dejando así espacio para rechazar a personas no idóneas por cualquier causa. Podría entonces, siempre a partir de estas elucubraciones, darse la situación de que una mayoría votara contra Biden. En esa hipótesis se vería obligado a renunciar y abriría la puerta a otros candidatos.

Obviamente en las próximas semanas toda la atención estará puesta en Biden y en los demócratas.
Mientras tanto y según el decir de varios analistas, la elección presidencial del país más poderoso del mundo se dará entre un demente y alguien con sus facultades disminuidas.

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