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16 de Agosto de 2024

La hora de la sociedad civil

El desencanto social, a pesar de la mejora económica del último tiempo, evidenció la necesidad de una democracia sustantiva, conectada con la dinámica social y la diversidad de la población; la libertad de expresión restringida y el arresto indiscriminado de opositores cambió el inicial rostro democrático de su liderazgo hacia una simple dictadura.

GETTY IMAGES
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Enrique Morales

es cientista político e investigador del proyecto Democracia de la Universidad Miguel de Cervantes.

La caída de la dama de hierro de Bangladesh marca el fin de un segundo período de la ex primer ministra marcado por desapariciones forzadas y procesos extrajudiciales. El ir y venir de los dos principales partidos que rivalizaban por el poder, sólo interrumpido por dictaduras militares, se estrelló contra el giro autoritario de Sheikh Hasina, un giro que revitalizó las protestas estudiantiles y la resistencia de las minorías. El desencanto social, a pesar de la mejora económica del último tiempo, evidenció la necesidad de una democracia sustantiva, conectada con la dinámica social y la diversidad de la población; la libertad de expresión restringida y el arresto indiscriminado de opositores cambió el inicial rostro democrático de su liderazgo hacia una simple dictadura.

La sociedad civil reaccionó, se organizó y mantuvo una resistencia que no claudicó hasta la dimisión y huída de Hasina. Más allá de los diversos factores que desencadenaron la reacción, lo cierto es que Bangladesh no era ya un país democrático. La sociedad civil contribuyó a la toma de conciencia política y puso freno a los abusos de la autoridad gobernante. Hasta ahora, ha servido de soporte para el gobierno interino de Muhammad Yunus, Premio Nobel de la Paz, que debe enfrentar los focos de violencia y división que perduran en este país.

El poder de la sociedad civil, con un pronóstico incierto, se ha mostrado también en Venezuela. Han resistido a los abusos de poder, a la migración forzada, a la crisis humanitaria interna, a las restricciones de asociación y expresión. El espacio público y cívico es vulnerado continuamente y aún así se organizaron para articular, defender y fiscalizar el proceso electoral, legitimando con ello el lugar de una oposición leal y unida. Son la expresión transversal de la defensa de los valores democráticos y de una sociedad civil movilizada desde los campus universitarios hasta las más pequeñas organizaciones barriales. Una organización que pasa por encima de distinciones urbano-rurales o de territorialidad, una organización que hace eco y perdura gracias a liderazgos regionales y nacionales.

Sin el fuerte piso de articulación y coordinación que ha surgido desde la sociedad civil venezolana habría sido imposible revertir las contrafuerzas autoritarias del régimen y los deseos de desunir a la oposición partidista. La gente, más allá de las ideologías, ha dado ejemplo de lo que significa rescatar las bases sociales, comunitarias y sustantivas de la democracia. Ha empezado un transitar que no podemos predecir pero lo irrefutable es que el triunfo de la sociedad civil de Venezuela ha encontrado su lugar, su hora y claramente ha quedado en acta.

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