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Actualizado el 19 de Agosto de 2024

En la cueva del oso: Ucrania invade territorio ruso

Esta dinámica implica el recurso masivo a la artillería para debilitar al enemigo y permitir el avance de la infantería. Verdaderas lluvias de fuego han caído en las áreas seleccionadas para las ofensivas.

Wikimedia Commons
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La guerra en Ucrania lleva ya dos años y medio y ha cobrado un alto precio de sangre y destrucción
en ese país. Más de 12.000 civiles ucranianos han perecido y los soldados muertos y heridos de los
contendientes se cuentan por decenas de miles (tanto Ucrania como Rusia evitan entregar
información oficial).

En materia de destrucción, ella se concentra casi en su totalidad en Ucrania, con bombardeos rusos indiscriminados en las ciudades y en la infraestructura, buscando dejar al país sin generación eléctrica ni su distribución, además de agua potable. Desde el inicio de la guerra y vulnerando todas las normas humanitarias, los rusos han tratado de doblegar a Ucrania acudiendo a los ataques a las áreas civiles, incluyendo hospitales y escuelas. El objetivo es hacer inviable parte importante del país, para en primer término ahuyentar a la población y en segundo lugar prevenir que se vuelva a instalar en sus lugares de origen.

En ese contexto, amplias áreas del país han quedado sembradas de bombas sin explotar y minas que las volverán inhabitables por largo tiempo. Sí, porque las secuelas de la guerra persisten mucho tiempo después de su término. Reconstruir tomará tiempo y aún más recursos.

Pero volviendo al conflicto, después de la exitosa ofensiva ucraniana de septiembre del 2022 que hizo recular a las tropas rusas hasta su frontera en la zona de Járkov y al otro lado del Dniéper al oriente, la guerra pasó a una etapa de inmovilismo, con pocos avances de lado y lado, al estilo de la I Guerra Mundial. Van casi dos años de esa modalidad, lo que se ha denominado como la fase de desgaste o atrición. Ambas partes se atrincheraron para no retroceder y desde ahí han aplicado presión en ciertas partes del frente para correr las líneas y generar un desequilibrio que cambie la dinámica y eventualmente la suerte de la guerra.

Esta dinámica implica el recurso masivo a la artillería para debilitar al enemigo y permitir el avance de la infantería. Verdaderas lluvias de fuego han caído en las áreas seleccionadas para las ofensivas. En esta etapa Rusia ha tenido la ventaja, aunque a un altísimo costo de vidas con su estrategia de las oleadas de asalto, es decir mandar contingente tras contingente a tomar el objetivo una vez cesado el bombardeo previo, dejándoles expuestos a la réplica de la defensa (lo que ha pasado a conocerse como “la moledora de carne”).

Rusia tenía un gigantesco arsenal de municiones, cañones y obuses desde la época soviética, lo que ha vertido en el campo de batalla. A eso se suma su predominio aéreo que le permite aumentar el alcance de su bombardeo, además del tamaño de los proyectiles (de hasta 3 toneladas). Ucrania por su lado estuvo buena parte del 2023 con una escasez creciente de municiones y armas ante la imposibilidad europea de proveer insumos en el volumen requerido y el bloqueo republicano en el congreso estadounidense para entregar más recursos. Todo lo anterior permitió un avance lento, pero aparentemente inexorable de los rusos en el frente oriental, a lo que empezaron a sumar incursiones contra Járkov.

Pero en abril de este año, finalmente se levantó el veto republicano en el congreso y Estados Unidos comprometió un nuevo y sustantivo paquete que se estima cubrirá las necesidades ucranianas en lo que resta del 2024. A las nuevas armas y municiones se suma la entrega de aviones F16, mayoritariamente cedidos por países europeos. Esto último es muy importante, no solo porque mitigará la enorme asimetría en el campo aéreo entre los contendientes, sino porque otorgará a los ucranianos una proyección ofensiva de la que carecían hasta ahora. Y con relación a esta posibilidad, fue reforzada por el consentimiento explícito o tácito de los principales sostenedores de Ucrania para utilizar las armas donadas para atacar objetivos en territorio ruso, lo que hasta ahora estaba expresamente vedado. Este relevante cambio de posición fue posible en atención a la debilitada posición ucraniana y la posibilidad real de un colapso defensivo y su consecuente derrota, pero también aceptar que, sin dañar al agresor en su territorio, se estará alargando casi indefinidamente el conflicto.

Y las armas fueron llegando (faltando el despliegue de los F16) y se fortaleció la posición ucraniana, aunque los rusos han seguido progresando muy lentamente en el Donetsk (oriente).

Ese era el panorama de la guerra, hasta que el 6 de agosto, inesperadamente tropas ucranianas iniciaron una ofensiva relámpago con sus mejores armas en territorio ruso, en la región adyacente de Kursk. La sorpresa rusa fue total y en pocos días los ucranianos han capturado más de mil kilómetros cuadrados con muy poca resistencia. Con el correr de los días, lo que se veía como una incursión distractora, ha pasado a ser algo mayor. Los propios ucranianos han quedado sorprendidos con su éxito.

¿Cuál es la naturaleza de esta ofensiva, así como sus objetivos y podría cambiar el curso de la
guerra?

Respecto de lo primero se pueden esbozar varios propósitos. En primer lugar, Ucrania necesitaba exhibir algún éxito rotundo después de largos meses de retroceso y de proyectar la posibilidad de una derrota. En segundo término, el gobierno ucraniano quería llevar la guerra a Rusia y generar mejores condiciones para una eventual negociación y el trueque de territorios. Por último, el objetivo era aliviar la presión en el frente oriental obligando a Rusia a redistribuir sus tropas.

En lo que se refiere al efecto, fue sin duda un éxito. Ucrania demostró capacidad operativa y de sorprender, y lo más importante, se constituyó en el primer invasor de Rusia desde la II Guerra Mundial. Esto electrizó a los ucranianos, subiendo la moral general en un complejo momento. Además, muestra a los aliados que el país sigue determinado a vencer y que, con el armamento necesario, Ucrania es capaz de hacerlo.

Respecto de llevar al conflicto a Rusia, esto inaugura una nueva fase que ya cuenta con el consentimiento mayoritario de los aliados de Ucrania, lo que se demostró ahora. Si de una prueba se trataba, entonces su resultado fue positivo. Llevar la guerra al territorio ruso no solo expone a la población de ese país a los efectos reales de un conflicto del cual han estado hasta ahora prácticamente eximidos – ya se han tenido que desplazar más de 120.000 habitantes buscando refugio – también rompe el áurea de Putin, que ha tratado de aislar a la población de esta invasión (desde los eufemismos hasta la censura y la represión de la disidencia). Ahora queda en evidencia por más que traten de taparlo, que la guerra se ha extendido al territorio ruso y que Putin no pudo impedirlo. Eso podría tener consecuencias políticas internas.

En la misma línea, la anexión de territorio ruso, asumiendo que se pueda retener, será una moneda de cambio en la eventualidad de una negociación de paz o incluso una tregua.

Lo que no parece haber sucedido, es la desviación significativa de tropas desde otras partes del frente. Rusia sigue presionando y avanzando en Donetsk y pareciera que apuesta a romper la defensa ucraniana decisivamente. Por eso la consigna parece ser seguir empujando y pareciera que Putin y su alto mando consideran que los ucranianos no pueden hacer mucho daño en su incursión en Rusia y que, al contrario, son ellos los que están desviando sus tropas de donde realmente las necesitan.

Desde el punto de los objetivos militares de interés, Ucrania en el papel tiene cerca algunos, como por ejemplo la central nuclear de Kursk que si la capturara podría afectar el suministro energético de una vasta región y además también podría ser un seguro y hasta moneda de canje por su central nuclear de Zaporiyia en manos rusas. También está la posibilidad de ir hacia Belgorod que ha sido un gran centro logístico para atacar el norte de Ucrania.

Este episodio sin duda que ha cambiado la dinámica de la guerra. Habrá que ver si esta operación que hoy parece periférica le reportará ventajas a Ucrania, o quedará como algo anecdótico mientras la guerra real se juega en el frente de Donetsk.

Por el momento solo es evidente el factor sicológico. Para los ucranianos ha sido galvanizador. Ha entrado en la cueva del oso para cazarlo. Sin embargo, el oso es mucho más peligroso cuando entran a su madriguera.

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