Falta de docentes y orientadores, el reto educativo de Chile
El debate actual en torno a la educación se centra en la urgente necesidad de docentes y en las barreras para acceder a las carreras pedagógicas. Se estima que para 2025 habrá un déficit de más de 26 mil profesores idóneos en los establecimientos educativos del país, lo que pone en evidencia la gravedad de la situación.
Valentina Gran Koch es directora ejecutiva de Fundación por una Carrera.
La promulgación de la Ley 20.903 en marzo de 2016, que instauró el Sistema de Desarrollo Profesional Docente, introdujo una serie de reformas orientadas a fortalecer el sistema educativo en Chile. Una de las medidas más significativas de esta ley fue la implementación de requisitos progresivos para el ingreso a programas de Pedagogía, elevando los estándares de selección desde los 500 puntos en 2017 hasta los 550 en 2026.
Para el proceso de Admisión 2025, los postulantes deben cumplir con al menos uno de los siguientes criterios: obtener un mínimo de 528 puntos en las pruebas obligatorias de Matemática y Competencia Lectora; alcanzar 502 puntos en las mismas pruebas y estar entre el 40% superior en su establecimiento; pertenecer al 20% superior en promedio de notas de enseñanza media; aprobar programas de atracción de talento pedagógico; o bien, en el caso de personas registradas en el Registro Nacional de Discapacidad, cumplir los mismos requisitos sin necesidad de rendir pruebas.
Aunque el último Informe de Matrícula de Educación Superior muestra un incremento del 3,3% en la matrícula de primer año para carreras de pedagogía en 2024, marcando una recuperación por segundo año consecutivo, persisten preocupaciones en el ámbito universitario. Específicamente, se observa una disminución en la inscripción en programas de pedagogía en áreas críticas como Idiomas, Lenguaje, Historia, Ciencias Sociales y Matemáticas. Esta situación evidencia que el sistema aún enfrenta desafíos para estabilizarse, y la escasez de docentes calificados sigue siendo una cuestión alarmante.
Esta inquietud ha llevado a varios sectores a plantear al Ministerio de Educación la necesidad de reconsiderar el aumento de puntajes para el ingreso a pedagogías. Las proyecciones indican que, de mantenerse esta tendencia, el número de estudiantes que ingresen a estas carreras podría disminuir drásticamente, pasando de 11 mil en 2021 a apenas 7 mil en 2026.
El debate actual en torno a la educación se centra en la urgente necesidad de docentes y en las barreras para acceder a las carreras pedagógicas. Se estima que para 2025 habrá un déficit de más de 26 mil profesores idóneos en los establecimientos educativos del país, lo que pone en evidencia la gravedad de la situación.
Sin embargo, la falta de docentes no es el único desafío. También se observa una preocupante carencia de orientadores vocacionales, como lo hemos venido alertando durante los últimos meses. Datos del Centro de Estudios del Ministerio de Educación revelan que cada orientador debe atender a más de siete establecimientos, lo que resulta en una distribución desigual, especialmente en regiones como Aysén y Tarapacá, donde hay apenas 19 y 29 orientadores, respectivamente.
La importancia de esta cuestión radica en las proyecciones de la UNESCO, que indican que para 2050 el 75% de los trabajos estarán relacionados con las áreas STEM. Sin los mecanismos adecuados y los profesionales necesarios para guiar a los estudiantes hacia estas disciplinas, será difícil que Chile alcance los niveles de innovación y productividad de los países de la OCDE.
Es aquí donde el rol de los orientadores vocacionales se torna crucial. Para enfrentar el desafío de atraer a más jóvenes hacia carreras STEM o hacia las mismas pedagogías, es fundamental que se establezca un sistema robusto de orientación vocacional desde las etapas más tempranas de la educación. Se hace necesario, entonces, la implementación de programas integrales de formación continua para orientadores y docentes, centrados en las áreas claves como las carreras STEM o las pedagogías, que les permitan no solo identificar y potenciar el talento en estas disciplinas, sino también acompañar a los estudiantes en la toma de decisiones informadas sobre su futuro académico y profesional.
Dicho esto, es necesario que el Estado, en colaboración con instituciones educativas y privadas, diseñe políticas públicas que incentiven el ingreso a estas carreras, a través de becas, programas de mentoría y acuerdos con la industria tecnológica. Solo mediante una estrategia conjunta y coherente podremos construir un camino hacia la innovación y el desarrollo sostenido, posicionando a Chile en la vanguardia de la educación y el progreso