El verdadero ganador
Poco a poco desaparecen de los medios internacionales las últimas olas causadas por los tramposos resultados de las elecciones: una tragicomedia armada por el régimen para aparecer ante sus pobres - y menguantes - partidarios que, como heredero de Bolívar y salvador de la Patria, sigue en al poder por voto popular.
Llegó la Navidad en Venezuela por decreto supremo de Nicolás Maduro, el autoproclamado Santa Claus que le trae los regalos a su país: asesinatos, detenciones, torturas y más opresión que ni siquiera están envueltos en papeles con moños multicolores. Cuán un nuevo Enrique VIII, creó nuevas reglas cristianas sin consultar al Papa…
La muerte anunciada de otro intento para destronar al dictador de manera pacífica y democrática ya se cumplió y, como dicen en los cuentos infantiles: colorín colorado, ese cuento ha terminado. Cualquiera que esperaba otra cosa, pecaba de ingenuo. Cualquiera que afirma que hay una solución negociada o sigue insistiendo en alguna forma pacífica que Maduro se vaya o siquiera que el gobierno de Venezuela publique las famosas actas, peca de mentiroso pues sabe que eso nunca pasará.
El gran ganador evidentemente es el ex-chofer de buses y los más grandes perdedores son los asesinados, heridos y encarcelados por el régimen, sus parientes y amigos y, por extensión, todas y todos los venezolanos que siguen privados de una sociedad democrática, acompañada de un INMEDIATO crecimiento, pues si el resultado real de la elección hubiera reconocido, las inversiones hubiesen fluido explosivamente al país caribeño. Los menores perdedores son los exiliados, entre ellos el realmente elegido presidente Edmundo González y Corina Machado – si es que ella se las arregla de no caer en las garras de Maduro – uno refugiado en España, la otra aún oculta en Venezuela; pero finalmente también deberá salir si no quiere ser capturada, torturada y “condenada por traición” y muerte – al menos política – al igual que Ledezma y otr@s, pudriéndose en las inmundas cárceles de la dictadura; hoy son al menos veinte los alcaldes y casi dos mil los otros “conspiradores” entre ellos testigos de la derrota ya confirmada por el grupo Carter; víctimas de la purga al estilo Hitler, Stalin y otras que imita Maduro y compañía.
Poco a poco desaparecen de los medios internacionales las últimas olas causadas por los tramposos resultados de las elecciones: una tragicomedia armada por el régimen para aparecer ante sus pobres – y menguantes – partidarios que, como heredero de Bolívar y salvador de la Patria, sigue en al poder por voto popular. Las distintas repercusiones se están apagando, las sanciones no causarán ningún efecto importante en el dictador y los discursos anti-opresión se callarán mientras Venezuela se aislará cada vez más a la semejanza de Corea del Norte. Un ejemplo – ridículo – es la suspensión de vuelos ¡inexistentes! desde Chile a Venezuela como “mecanismo de protección”…usando un lenguaje además de soez, estúpido y careciente de algo diplomático o hasta medianamente culto.
Nuestro presidente, Gabriel Boric se anotó algunos tantos con sus discursos anti-maduristas; pero sus efectos también desaparecen tal como sus expresiones anti-cubanas que terminan en la foto al lado de otro dictador, antaño criticado: Díaz Canel, despidiendo a AMLO entre media docena de mandatarios de izquierda; así terminarán todas las oportunas críticas del grupo de presidentes que aparecen en la foto.
Chávez inició una era en su hermoso país que ahora, bajo la batuta de su heredero, seguirá el ejemplo de la isla caribeña: empobrecimiento, aislación, muerte de DD.HH., de libertad de expresión, persecución despiadada del menor atisbo de oposición o hasta crítica; cárcel, torturas, asesinatos; atraso generacional en la modernización comparado con países democráticos. Desgraciadamente, el sueño de Fidel Castro, transformar la América Latina en una tierra – que llamó – socialista, se está lentamente cumpliendo: se repite en Nicaragua y Venezuela la dictadura cubana, ya de 68 años y, aunque nada tiene que ver con la definición “socialismo” que pretendió ser en su origen, definición de un régimen de felicidad universal; la felicidad que se ve cada vez más lejos donde tiranos como Maduro u Ortega están al mando.