Cuidado, con la tecnología
Si bien la tecnología en sí misma no es la solución completa a todas las necesidades que surgen en el cuidado informal, si es una pieza esencial de esa solución.
Alejandra Inostroza y Andrés Aparicio es investigadores del Instituto Milenio para la Investigación del Cuidado MICARE.
Hoy, miles de mujeres en Chile y en todo el mundo asumen un rol invisible, pero fundamental: el de cuidadoras informales de personas en situación de dependencia. Ellas enfrentan desafíos diarios que pasan desapercibidos pero que impactan profundamente su bienestar físico y emocional. La tecnología, a menudo subestimada, podría hacer una diferencia crucial. Sin embargo, el acceso a estas herramientas es difícil y su uso no necesariamente garantiza una mejora en el bienestar de cuidadoras y las personas que ellas apoyan.
El cuidado informal suele recaer en las mujeres, quienes no solo deben acompañar a personas con diferentes necesidades de apoyo, sino que también deben equilibrar esta labor con otras responsabilidades familiares y laborales. Según estudios recientes (Holthe et al. 2018; Madara-Marasinghe, 2016), el uso de tecnologías tanto analógicas como digitales puede mejorar la calidad de vida de las cuidadoras, facilitando tareas como la movilidad, la organización y el monitoreo de la salud, dadas las condiciones adecuadas.
Los hallazgos preliminares de un estudio cualitativo que realizamos este año en el Instituto Milenio para la Investigación del Cuidado (MICARE) en Chile, muestran como aplicaciones móviles, cámaras de vigilancia, sillas de ruedas adaptadas y calendarios digitales permiten a las cuidadoras gestionar mejor sus responsabilidades y tareas de cuidado. Sin embargo, ellas reportan que las barreras económicas y la falta de capacitación limitan su capacidad para aprovechar los avances tecnológicos.
Muchas de estas herramientas son inaccesibles para las cuidadoras informales. Los altos costos de dispositivos como sillas de ruedas motorizadas, grúas, así como la dificultad de hacer adaptaciones a la infraestructura del hogar hacen que estas herramientas sean inalcanzables para muchas familias. La brecha digital agrava el problema: la falta de alfabetización tecnológica en muchas cuidadoras impide un uso efectivo de las herramientas digitales.
Es común que las cuidadoras, en particular quienes viven en contextos más vulnerables, usen métodos tradicionales o herramientas artesanales para cumplir con sus labores diarias. Estas circunstancias ponen de manifiesto la necesidad urgente de políticas públicas transversales sobre el uso de tecnología en el cuidado que, además de promover el acceso económico a cualquier herramienta de apoyo, ofrezcan formación en su uso, fomenten el intercambio de conocimiento relacionado y fomenten espacios de innovación tecnológica (Miranda et al. 2022)
El impacto de la tecnología no se limita a la reducción del esfuerzo físico de las cuidadoras. En muchos casos, el uso de tecnologías permite también mejorar las relaciones entre las cuidadoras y las personas en situación de dependencia, al facilitar una mayor independencia de estas últimas y mejorar el ejercicio de su autonomía. Por ejemplo, en los grupos focales que realizamos, varias participantes señalaron cómo el uso de dispositivos como andadores y sillas adaptadas permitía a las personas a quienes apoyan moverse con mayor libertad, lo que a su vez reducía el estrés y la sobrecarga emocional en las cuidadoras.
Las redes sociales y las plataformas digitales emergen como espacios de apoyo emocional y comunidad para las cuidadoras. A través de grupos de WhatsApp y Facebook, muchas comparten experiencias, intercambian consejos y se apoyan mutuamente. Este aspecto social del uso de la tecnología también contribuye al bienestar emocional de las cuidadoras, disminuyendo la sensación de soledad relacionada con su rol.
Si bien la tecnología en sí misma no es la solución completa a todas las necesidades que surgen en el cuidado informal, si es una pieza esencial de esa solución. Mejorar el acceso a estas herramientas y la creación de un ecosistema de innovación tecnológica alrededor del cuidado, es un paso importante hacia una sociedad más equitativa, en la que el bienestar de las personas en situación de dependencia y de quienes las acompañan sea prioridad. Tenemos la responsabilidad de cerrar esta brecha y garantizar que las cuidadoras reciban el apoyo que necesitan y merecen.